21. Asalto

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El sonido del ventilador sobre mí me hizo despertar del sueño en donde la mujer de blanco era protagonista. Parpadee algunas veces, dando quejidos de buenos días. Mis manos, que algo inquietas, trataron de moverse. Algo duro y fuerte las retuvo casi al instante, inmovilizándome al acto.  Mi mueca soñolienta pudo apreciarse, pues aún estaba más dormida que despierta.

Pretendí hacerlo de nuevo, pero se me dificulto el paso una vez más. Un escalofrió me recorrió entonces de pies a cabeza. Parpadee ahora más enfocada.

Probé de nuevo, pegando esta vez un quejido de dolor. Por alguna razón, esa última sacudida me había dolido. Trague saliva algo nerviosa y, mirando mis piernas y manos, pude divisar que yacía encadenada por cerdas de fierro fino que se encajaban, cada vez que me movía, en mi adolorida piel.

Deje de moverme en seguida, suspirando amargamente de nuevo mi prisión. ¿Por qué Liam se empecinaba tanto en amarrarme? Más ahora de esta manera, que yo siquiera podía moverme. ¿Se había olvidado de cómo me había maltrato en la fiesta? ¡Mis pies estaban desechos! ¿Para qué ligarme a una cadena si yo ni podía escapar? 

Me queje en voz baja y, tratando de enfocar mi mirada borrosa, tan solo pestañe un par de veces más.

Me mostré desubicada y confundida, justamente porque al enfocar mi mirada cansada, lo que veía no era necesariamente rojo. Las paredes, que aunque algo viejas y sucias, tenían un color como blanco opaco, que hacía ver a la habitación más desaseada de lo que ya estaba.

—¿Dónde estoy? —Mi voz sonó rasposa y grave— Este no es su cuarto

                                 ¿Me había cambiado de estancia?

Trate de pensar entonces, justamente el porqué de esta nueva y extraña forma de torturarme. Es decir, no me había portado mal, tan solo había seguido sus indicaciones a pie de letra, como él quería. ¿Qué había hecho para merecer ahora esto? Era tan extraño y tan sádico…

Se hizo un silencio al final de mis pensamientos y fue entonces cuando mi estomago rugió a consecuencia de mi falta de alimentación. ¡Cierto! Mi estado de salud no estaba bien, eso ya lo podía ver. Me había cortado en manos y piernas y varios hilos de sangre ya habían caído para manchar la sábana blanca que me cubría.

¿Esto era lo que quería? ¿Qué me desangrará viva o que le suplicará por piedad? Respire profundamente, agudizando mi vista por el odio. Ni aunque estuviera a punto de morirme lo haría. Ya bastante tenía con el accidente de mi madre ¿Quería ahora humillarme aún más? ¡No Señor! Yo tan solo iba a seguir su plan para que no tocará ni una sola vez más a mi progenitora, pero no por eso me iba a dejar sucumbir ante sus locas ideas.

Guarde el dolor en mi boca y, con la frente en alto, tan solo espere a que algo pasará. Cualquier cosa. Ya que, seguramente, a él se le iba a olvidar mi presencia acá y mi hermanastro o alguna de sus arpías iban a venir a ayudarme. Sí, seguramente Bryant se daría cuenta de mi falta. El siempre acudía a mi cuando más le necesitaba.

Sonreí levemente, alegre de que tenía a alguien en donde apoyarme y no yacía varada sola en ese destino tan sucio que no le veía fin.

Era vampiricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora