3. La aristócrata y la bohemia

722 48 18
                                    

NOTA DE AUTOR:

Frozen y demás personajes pertenecen a Disney. Esta es una obra de ficción y contiene temas que no son aptos para niños.

...

Un corazón helado
por Berelince
3 la aristócrata y la bohemia

...

Elsa despertó cuando el traqueteo rítmico de la carreta en la que viajaba se detuvo abruptamente. Abrió un ojo con desgana para luego abrir el otro, parpadeó de manera holgazana ajustándose a la luz del sol crepuscular que le daba de lleno en la cara, se incorporó lentamente apoyándose en los codos. Se pasó la mano por la cabeza, sacudiéndose un montón de paja del cabello. Gruñó ligeramente, sintiéndose tentada a volver a recostarse en ella cuando una mano grande la zarandeó del hombro.

—Eh, chiquilla. Despierta, que ya hemos llegado a Cnosos.

Elsa se ajustó la capa blanca, resopló molesta por lo bajo. Se bajó pesadamente del carromato y se sacó una moneda de plata de la bolsa de su cinturón. Se la lanzó al hombre, que la atrapó en el aire, la miró incrédulamente y la despidió quitándose el sombrero de mimbre que llevaba puesto para dedicarle una sonrisa socarrona.

—Servida, su alteza.

Elsa convirtió sus ojos en dos pequeñas rendijas, pero se pasó la capucha por sobre la cabeza e ignoró la burla, dándose la vuelta mientras el mercader se perdía entre la gente que deambulaba por la enorme plaza adoquinada que marcaba el centro de aquella ciudadela. La joven apretó la mandíbula.

—Algún día —masculló.

Elsa dio un vistazo a la zona mercante de aquella capital. Se sacó un pergamino del bolsillo para releer las indicaciones que había anotado en él. Se suponía que la posada de Aristo debía encontrarse a unas calles de ahí, bajando por un camino serpenteante de piedra. Siguió sus apuntes hasta dar con un caserón de luces iluminadas en la que ya se escuchaba el sonido de la música y las risas de los que habían comenzado a beber temprano. Elsa tomó aire y se acomodó la mochila de cuero que le pendía del hombro antes de entrar.

—Espero que valga la pena —se dijo abriendo la puerta y cruzándola en un suspiro irresoluto.

El ambiente en el interior era tórrido y alegre. Olía mucho a licor y a comida caliente. Variadas chácharas flotaban en el aire y un bardo amenizaba con su lira desde un rincón a quien pudiera dedicarle algunos cobres o una bebida. Elsa respingó, arrebujándose en su manto. Algunas personas la voltearon a ver, pero la ignoraron casi instantáneamente al notar a la desgarbada figura encapuchada que cruzaba el umbral y caminaba hacia la barra que atendía el receloso y corpulento posadero de cabello cano y espesa barba que le dedicó una mirada escrutadora.

—Buenas noches, buen hombre —saludó Elsa tímidamente bajándose la capucha y tomando asiento en uno de los bancos de madera.

La chica se notó una brizna de paja en el mechón de pelo que le caía sobre la nariz y se la arrancó en un veloz movimiento.

—Estoy buscando a Titus —le expresó con una amplia sonrisa.

El rostro del hombre cambió y se tornó amable, como si Elsa fuera su mejor cliente de toda la vida.

—¡Oh, sí, sí! ¡Titus informó de su visita! —le llenó una jarra de cerveza oscura y espumosa y se la puso enfrente, acercándole un plato con cecinas, aceitunas, pan pita y queso feta—. Me pidió que la atendiera bien en lo que se reunía con usted. Consuma cuanto guste. Ya está todo pagado.

Frozen Fanfic | Un Corazón Helado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora