5. La académica y la heredera

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NOTA DE AUTOR: Originalmente el capítulo 4 iba a abarcar también el capítulo 5 pero se alargó muchísimo por lo que tuve que cortarlo. Espero que al leer esta parte se sienta más completo. Aquí no hay songfic, pero si hago referencia a la canción "Estático" de Zurdock.

Frozen y demás personajes pertenecen a Disney. Esta es una obra de ficción y no es una historia apta para niños.

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Un corazón helado
por Berelince
5 la académica y la heredera

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Kyla miró por sobre su hombro y sonrió. Clavó la insolente vista amatista en los ojos de hielo de la pálida rubia que la observaba nerviosamente con ese rubor tan adorable encendiéndole las mejillas y que le devolvió la sonrisa antes de desvanecerse con el viento salado. La morena suspiró y volvió a admirar el paisaje que se extendía frente a ella, con el mar y el cielo despejado. Arqueó las cejas y se inclinó hacia atrás, apoyando su peso sobre las palmas que sostuvo contra la piedra a su espalda.

—Eres una tramposa, Elsa —murmuró para sí misma.

La morena frunció ligeramente el ceño. No se suponía que debiera estar ocurriendo aquello, ¿qué clase de sabia de pacotilla estaba resultando si no lo había interpretado antes?

Kyla sintió sus labios tensarse en una sonrisa que esperaba no luciera muy estúpida. Si Titus la hubiera visto en aquel momento le habría hecho notar que tenía de nuevo su cara de cama plasmada en el lozano rostro que miraba ensoñadoramente hacia la nada.

—Bendita sea la señora vanir —suspiró, al enredarse un mechón azabache entre los dedos mientras agitaba los pies descalzos en un gesto infantil.

La sabia se habría reprendido más duramente por el espectáculo que había montado recién, pero simplemente no pudo evitar la emoción que le aceleró el pulso ante la breve visión del tenue fantasma de la regente de Arendelle quién tomó el rol de espectadora con demasiado gusto y que casi la había obligado a eso. Kyla sonreía de oreja a oreja sin ser capaz de contenerse. Elsa estaba hermosa. Había crecido muy bella y el cambio en su rostro y su figura ahora de mujer joven no le había pasado por alto a su pobre corazón prendado que sentía anhelante.

—Pasaron diez años después de todo.

Kyla había sido bien consciente de los sueños desde mucho tiempo atrás. Eran un efecto colateral de haber sido alcanzada por la magia de Elsa cuando niña, pero que no le molestaba en lo absoluto, sino todo lo contrario. Ser capaz de ver y escuchar a Elsa cuando la rubia más lo requería le había ayudado a darle significado a todo lo que estaba ocurriendo entre ambas; si bien resultaba ser todo tan confuso, limitado a un solo lado y muy ambiguo la mayoría de las ocasiones en que ese fenómeno ocurrió con ellas, de todos modos, a Kyla eso le bastaba. Las palabras que luego le llegaban por carta desde Arendelle, completaban siempre el cuadro inacabado que solo podía observar y eso la ayudaba a decidir cuáles deberían ser sus próximos pasos. Aunque de todas maneras siempre tuvieran que ver con ella.

La morena sonrió, entornando los ojos violetas rumbo al horizonte en donde se suponía que a cientos de kilómetros se encontraba la regente que había adorado desde que era una princesa que no se ponía guantes, y que muy probablemente se encontraría despertando luego de soñar vívidamente con una tonta sabia que había escogido pasar su tiempo a solas revoloteando como un pájaro cantor.

—No cabe duda que la magia tiene una forma curiosa de entrelazar los caminos—se pensó la trigueña soplándose el mechón de pelo negro que le caía rebeldemente sobre la nariz.

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