NOTA DE AUTOR: La canción utilizada en esta ocasión se llama "One Night" de Christina Perry.
Frozen y demás personajes pertenecen a Disney. Esta es una obra de ficción y no es una historia apta para niños.
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Un corazón helado
por Berelince
11 la catedral y la cripta...
Emma se recogió las mangas y se inclinó para levantar en brazos a su pequeña e inquieta Kyla que le demandaba alimento. La chiquilla profería quejiditos halándole el delantal a la vez que señalaba el potaje burbujeante que se cocinaba en el fuego. La niña de cuatro años se acomodó contra el cálido cuerpo de su madre (quien le recordaba las virtudes de ser una persona paciente) y la observó atentamente mientras ella canturreaba, removiendo el caldo al tiempo que le hacía mimos. Los ojillos amatistas estudiaban con interés aquella amable mirada color olivo y el gesto afable y sonrosado enmarcado por esos ensortijados mechones dorados peinados siempre con esmerada pulcritud. La contemplación de la niña se perdió luego entre las verduras y esos suculentos trozos de carne tierna y especiada que la hacían olvidar los cardenales y las raspaduras del día entre cada bocado caliente, Kyla se relamió ansiosamente e inhaló el agradable aroma.
La menuda morena curvó los labios en una amplia sonrisa y la risa infantil le brotó de la garganta como una alegre melodía.
Emma le celebró a su hija el entusiasmo sintiendo que algo dentro de su pecho se alborozaba. La pobrecilla la pasaba tan duro domando con mamá Jenell el misterioso poder de esos ojos violetas, sumados los problemas de tener encima que estar lidiando con tanto golpe y pesadilla que todo comportamiento infantil era fomentado como si se tratara de algún talento oculto.
Emma lo consideraba todo tan excesivo para una niña de su edad...
No importaba que Kyla fuera silenciosa e introvertida. Ella era por sí misma su propio milagro y siempre la haría sentir como tal. Esos breves instantes ante el fogón eran en los que, como madre, Emma podía darse el lujo de recordarle a la pequeña que, aunque su mirada fuera una que exploraba miles de posibilidades, el tiempo podía congelarse en un instante cuando se permitía que sus emociones le dieran peso al presente.
Porque Emma sabía que en el fondo su hija debía tenerlas, si bien estas parecían ausentes la mayor parte del tiempo. Era un hecho que la niña era capaz de percibir los sentimientos ajenos y comprenderlos de manera racional, aunque ella misma no fuera buena expresando su propio sentir. Esa peculiaridad la habían sobrellevado con pequeños gestos que le permitieran a Kyla comunicarse mejor en una especie de código silencioso que establecieron entre ambas.
La niña se enredaba los dedos en el cabello cuando se quedaba inmersa en su propio mundo y por eso su melena azabache era ese desastre alborotado incorregible. Kyla se mecía cuando estaba contenta. Zapateaba si se ponía ansiosa. Se mordía los nudillos justo antes de estallar en una rabieta y apretaba mucho los dientes si es que iba a ponerse a llorar (entre muchas otras acciones que se fueron anidando en la niña a base de repetirlas) Todas sus señales Emma podía interpretarlas bien y aunque la atención de Kyla era dispersa, la comida de alguna forma siempre lograba mantenerla atenta y de buen humor pese a su imperante indiferencia.
Era casi como si fuera normal.
Mamá Jenell le había explicado a su nuera que probablemente Kyla relacionara el hecho de comer con esos momentos cálidos junto a ella, cuando Emma imbuía su cariño y sus cuidados en la elaboración de los alimentos y que debía de ser la forma en la que la niña le reconocía ese afecto y se lo reciprocaba al ser capaz de disfrutarlo a través de otros sentidos menos comprometidos.
Fue por eso que hicieron de la cena un pequeño ritual. Porque Emma esperaba lograr con ello que su niña aprendiera a valorar esa conexión que puede existir entre las personas. Tal vez que un día hasta la buscase y procurase por sus propios medios. Emma tenía la certeza de que algún día Kyla experimentaría la calidez de un corazón que palpitaría al compás de aquel que lograra liberarla de su helado trato.
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Frozen Fanfic | Un Corazón Helado
FanfictionElsa es la reclusa Regente de Arendelle y Kyla la errante Sabia de Corona con la que se escribe desde la infancia a razón de una vieja promesa. La Profecía del Invierno Eterno, aguarda. Los caminos del destino se entrelazan y los sueños se convierte...