–Debes prometerme que no me dejarás nunca, ¿sí? –Elisa se aferró a él con fuerza.
–A donde quiera que vayas, yo iré contigo. Te lo prometo –susurró Adam apoyando su frente en la de Elisa.
–Gracias, amor –musitó contra sus labios antes de atraparlos en un suave beso.
Adam abrió los ojos rápidamente ante la visión que había tenido de repente. ¡Oh demonios, verla bailar no iba a ayudar en esa noche! Elisa seguía siendo tan ágil y grácil como el día que la conoció, hacía diez años. Parecía feliz, despreocupada y libre. No la había visto así desde que se habían despedido y mucho menos desde que se habían reencontrado en Italia.
Había estado en lo cierto. Él le hacía daño. No tenía la menor idea de por qué, pero así parecía ser. ¿Por qué la afectaba cuando ella había dejado claro que él no había significado nada en su vida? ¡Diversión! Tan solo diversión... ¡Ay, Elisa!
Tenerla entre sus brazos era una delicia, él lo sabía mejor que nadie. Iba a empezar a odiar nuevamente a Luca, con renovado vigor. Sí, quizás eran primos y sus respectivos padres eran mejores amigos, pero eso no significaba nada para ellos. Tan solo un conocimiento desde tierna edad que no había prosperado en amistad ni compañerismo, como tanto hubieran gustado sus familias.
O bueno, quizá sí había llegado a ser una amistad durante un período de su adolescencia. Ese mismo que a él no le gustaba recordar. Su vida antes de Elisa. Durante... después de ella.
–¿Y bien? –la voz de Francesca lo sacó de sus cavilaciones. Él la miró arqueando una ceja–. ¿Qué has decidido?
–¿Respecto a...? –inquirió desorientado.
–¿A quién has estado mirando fijamente? –Francesca negó lentamente–. ¿Crees que no lo he notado?
–¿Lo has hecho?
–¡Claro que sí! –suspiró desanimada–. Dime algo, ¿estás celoso?
–¿Disculpa?
–De tu primo. Luca –precisó, aunque no era necesario.
Adam abrió la boca para negar pero se detuvo, sin entender cómo era posible que Francesca lo hubiera sabido. Celos. ¿En verdad podía ver tan claramente a través de él?
–¿Fue por eso que no lo han resuelto? ¿Celos? –continuó Francesca ante el silencio de Adam–. ¿Él conquistaba más chicas que tú? –bromeó.
–¡Ah! –entendió Adam finalmente–. Te refieres a nuestro distanciamiento hace años.
–Sí, por supuesto. ¿A qué pensabas que me refería?
–No tenía la menor idea –se encogió de hombros, realmente aliviado de que la palabra celos hubiera surgido de Francesca sin referirse a Elisa. A la situación actual–. Pero no, no fueron celos –respondió a su pregunta– o eso creo. Fue algo sin importancia, una estupidez.
–Si es así... ¿por qué ya no son amigos?
–Nunca fuimos realmente amigos.
–Seguro. –Francesca observó a Luca y su pareja sonreír mientras bailaban–. ¿Estás seguro que no tiene nada que ver con orgullo, celos y conquistas?
–¡Francesca! ¿No eres mi prometida? ¿Cómo me preguntas eso?
–Precisamente por eso. No solo soy tu prometida, he sido tu mejor amiga por años y sé cómo eres, Lucerni.
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Inolvidable (Sforza #4)
RomanceUna mirada fue suficiente para que el mundo de Elisa empezara a girar en torno a él. Con solo unas palabras, Elisa comprendió que una ilusión podía nacer en segundos y consolidarse en horas. Al terminar el día, ella sabía que estaba enamorada de él...