Capítulo 6

6.5K 865 9
                                    

Elisa escuchó en silencio a su hermano mayor, realizando un gran esfuerzo para no protestar ante sus argumentos lógicos. Como era normal en él, Cayden tenía una respuesta para todo y lo que era peor, poco rebatible desde el punto de vista práctico.

–Es que no quiero y punto –cruzó los brazos Elisa y él la miró con paciente resignación.

–Esa no es una razón lógica, Elisa. Y tú sabes cómo somos los Sforza...

–Sí, la lógica y la inteligencia ante todo –murmuró.

–Así es. Además, hay algo que no te he dicho –Cayden clavó sus ojos de un tono idéntico al suyo en ella– te necesitamos, Elisa. La Corporación te necesita, por supuesto, pero nosotros también. Como familia, eso es lo que somos, ¿recuerdas?

–Cayden, nosotros no... –Elisa frunció los labios contrariada–. ¿Familia?

–Sí, lo somos. Una muy particular, de acuerdo, pero seguimos siendo familia. Y eres necesaria en la Corporación, como cualquiera de nosotros.

–¿Ah sí? ¿Tanto como Giovanna o tú?

–Sí. Ese es el error de padre, al menos uno de ellos –comentó divertido Cayden– al decir que nadie es indispensable en la Corporación cree que equivale a decir que nadie es totalmente necesario. Pero no es así. Nosotros lo somos, porque es la Corporación Sforza por una razón.

–¿Por una razón?

–Por nosotros, Elisa. Es la Corporación Sforza porque está conformada por los Sforza. Por tanto, somos necesarios para que continúe siendo lo que ha sido.

–No me extraña por qué nadie discute contigo –bufó Elisa desconcertada– eres imposible de contradecir. Demasiado lógico.

–Entonces, ¿aceptas?

–Sí, pero con la condición de que me presentes a tu esposa cuanto antes. Necesito preguntarle un par de cosas.

Cayden asintió riendo entre dientes y Elisa, en un impulso, lo abrazó.


***

Elisa charlaba animadamente con Kevin aunque no podía dejar de mirar furtivamente a los lados, como si estuviera buscando a alguien. La verdad era que quería evitar un encuentro como aquel cuando apenas había llegado a Italia. No lo llamaría huir precisamente, pero por mucho prefería ir de la oficina a casa y viceversa, sin paradas adicionales. Sin embargo eso era algo que Kevin no entendería y mucho menos aceptaría como excusa para no ir a comer juntos en un lugar público.

–Pensé que hacía años que no venías a Italia –comentó Kevin.

–Diez años –confirmó con un asentimiento.

–Entonces, ¿a quién buscas? –inquirió arqueando una ceja. Perspicaz, como cualquier Sforza.

–A nadie en particular, no sé por qué lo dices.

–Claro.

Elisa inspiró hondo y observó a su hermano menor a través de la mesa. Muchas veces le parecía que no era ella la más diferente de los Sforza, sino Kevin. Porque él era risueño, tenía un aire travieso y bromista que no encajaba con un Sforza. Ni siquiera Dante con su anterior personalidad no – oscura era tan distinto a la idea que tenían de un Sforza desde que habían nacido.

–¿Ahora qué piensas? ¿Soy tan interesante? –Kevin sonrió abiertamente–. No respondas, sé que lo soy y aún no has contestado a mi pregunta.

Inolvidable (Sforza #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora