— Respira, respira... esto no me puede estar pasando a mí — pensaba una y otra vez, acomplejada, con el alma en un hilo.
Suspiraba, quizás era la décima o décima primera vez que lo hacía desde que había entrado al baño de su casa. Se pasaba las manos por el rostro, nerviosa. Se mojaba el cabello, quizás para bajar el calor que sentía. Daba vueltas y vueltas por el pequeño lugar. Se tronaba los dedos, se sentaba, se levantaba. Se miraba al espejo, se hablaba a sí misma.
¿Cómo pasó? Bueno, sí, era más que obvia la respuesta. Más bien su pregunta era ¿Por qué le pasó? Por tonta, por descuidada, por irresponsable. Se preguntaba y se respondía mil veces a sí misma.
— Ya está... — dijo una vez que sonaba la alarma que había programado.
Tomó el objeto que descansaba sobre el lavabo.
— Positivo...
El corazón se le detuvo, dejó de respirar, los ojos se le aguaron y toda la angustia que sintió por esos largos cinco minutos, se convirtieron en dolor. Dolor en el pecho, dolor de cabeza. Sus manos temblaban, las piernas le flaquearon y se desvaneció. Sin soltar el objeto, sin dejar de mirarlo. ¿Era un sueño? No, el dolor era real.
¿Cómo se lo diría? Hey... ¿Recuerdas hace dos semanas, cuando nos acostamos? pues... ¡Sorpresa! Me embarazaste.
No... No podía ser tan fría. Menos con él, menos con su profesor... Con su ex profesor.
Se quebró. Finalmente se quebró. El aguacero que tenía en sus orbes se desbordó. El nudo que tenía en la garganta se soltó, y gimió, y sollozó, como si fuera una niña. Bueno, aún lo era. El miedo se apoderó de su mente, y la desesperación creció. ¿Que sería de ella ahora? ¿Cómo una niña podría hacerse cargo de otro niño? ¿Él la apoyaría o huiría? ¿Que tan preparada estaba para esto? ¿Cómo se lo diría a sus padres? ¿Y a sus amigos? ¿Sería feliz? ¿Lo haría feliz? ¿Qué diría la gente?
No era ni el tiempo, ni el momento, ni la ocasión. No era la persona, ni la pareja, ni la familia. Nada confabulaba a su favor, no encontraba nada bueno de esto. Cerró los ojos. ¿Cuánto había pasado ya? Al menos una hora, o eso creía. Una hora desde que pidió permiso para salir hospital, pues tenía una "urgencia".
Suspiró, otra vez ¿Cómo podía ser fuerte ahora? ¿A quién se lo diría primero? Para encontrar la respuesta a todas sus inquietudes, ahora si debía preguntarse ¿Cómo pasó?...
Volvía de una misión, de esas largas, sin nada de acción. Una entrega de pergaminos a Kumogakure, le tomó más tiempo el viaje que la estadía ahí. Todo el camino de vuelta, soñaba con estar en su casa, darse un buen baño de agua caliente, cenar con sus padres e irse a dormir. Hacía mucho tiempo que no se lo dedicaba a ella. Últimamente el trabajo en el hospital era arduo. Tsunade-shishou estaba tramitando el fin de su época como Hokage, por lo que todo el trabajo en el hospital recaía en ella.
La noche comenzó a caer, y aún le faltaba mucho camino por recorrer, así que decidió pasar la noche en una posada.
Pidió su habitación, tomó un baño y se preparó para salir a comer algo.
— ¿Sakura-chan? — escuchó a sus espaldas mientras entraba en un local de comida
Se dio la vuelta, conocía muy bien esa voz.
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Comenzamos al revés
RomanceLo normal para empezar una relación es conocerse, enamorarse y quizás formar una familia... ¿Ellos? Comenzaron al revés