¿Y ahora qué?

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Y otra vez se encontraba allí, tumbada sobre su cama mirando el techo y suspiraba, ya casi había vaciado el aire de sus pulmones desde que tomó esa terrible costumbre de suspirar. Y las lágrimas rodaban, pero esta vez eran silenciosas, casi involuntarias. Apretó los ojos mientras dejaba que su mente se inundara con los recuerdos de horas anteriores.

Cuando Tsunade salió de la habitación, caminó hacia la ventana y se quedó allí mirando hacia la nada, con el corazón a punto de salir de su pecho y casi aguantando el aire. Por un reflejo instintivo se llevó la mano a su abdomen, esperando que el ninja a sus espaldas diera el primer paso.

Nada, un silencio lúgubre, incómodo.

Quería hablar, pero sabía que si lo hacía se largaría a llorar. Tampoco sabía como empezar. Kakashi lo sabía, sabía que en su vientre comenzaba a crecer su hijo y aún así no tenía palabras para acercarse.

  — Así que... —  rompió el hielo — Un... ¿Un bebé? —  dijo casi en un susurro

Se estrujó la camisa donde tenía apoyada su mano, sobre su estómago y solo se limitó a afirmar con un movimiento de cabeza.

— Sakura...

Estaba nervioso, se le notaba en su voz, en sus gestos, en el aire que emanaba. Quizás tanto o más que ella. Por Dios, tenía 36 años, era independiente, aguerrido y ahora actuaba como un niño de cinco. Pero no podía criticarlo, ella era peor.

— Kakashi — la voz se le empezó a quebrar — lo lamento

Apretó los ojos y se apoyó en la ventana, sabía que si no lo hacía desfallecería ahí mismo. También sabía que si las piernas le fallaban, él la sostendría, pues su fornido cuerpo se encontraba a escasos centímetros de su espalda. Sintió el suave contacto de sus manos. Aquellas manos que bien conocía, que muchas veces la salvaron, la contuvieron, la calmaron. Las apoyó sobre sus hombros dándoles un suave apretón.

  — No me pidas perdón— su voz era casi inexistente — yo... esto... es de ambas partes

Si, si algo no tenía Kakashi, era tacto.  Él no sabía como demostrar afecto ni dar palabras de apoyo, no sabía como reaccionar en situaciones complejas, su sensibilidad era tan escasa como la de cierto ninja renegado. Pero eso no es necesario explicarlo, ya todos conocían como era el peliplateado. 

  — ¿Ambas partes?

— Sí digo... tú y yo... ambos... hicimos... "esto" 

— ¿Esto?

Suspiró agobiado — Yo no te hice un bebé, ambos lo hicimos

El sonrojo de la ojiverde se hizo presente, ya no sabía si era por la vergüenza que sentía por la forma de hablar del ninja, o por la cólera que tenía en esos momentos.

  — Yo no... no te haré parte de esto, Kakashi

— ¿Eh?

— Eres un compañero increíble, pero sé que nunca estuvo en tus planes formar una familia, o un intento de familia en este caso — cada vez su voz se escuchaba más débil, estaba al borde de las lágrimas — no te obligaré a que te hagas responsable de algo que no va contigo

— ¿Que no va conmigo? — Volteó suavemente a Sakura para posicionarse frente a ella y poder mirarla mejor a los ojos — ¿Por qué siempre crees que puedes tomar decisiones por los demás? ¿Me preguntaste alguna vez si yo no quería formar una familia o lo estás deduciendo?

Tenía razón. Él tenía razón, y su voz y esa mirada dura lo confirmaban, que no titubeaba sus palabras, que era sincero, que ella se imaginaba cosas, que ella creía conocerlo.

Comenzamos al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora