¿Y cuando vuelve?

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Cuando decidió asumir su maternidad, fue el día en que todos sus amigos se enteraron. No es que antes no se hubiera sentido madre, pero ya no tenía miedo, al menos no tanto como en un principio. Tenía a sus padres, tenía a Naruto, tenía a Ino y tenía a Kakashi. No necesitaba nada más.

Se miraba constantemente al espejo, pero nada. Plana. En todos los sentidos posibles. En cierta parte, estaba feliz de no perder su figura, pero en otra, ansiaba que su pancita comenzara a crecer y poder sentir al pequeño que vivía en su vientre. Quería verlo, besarlo, sentir su olor, contemplarlo y enamorarse a primera vista. ¿A quién se parecería? ¿Qué nombre escogería para él o ella? ¿Tendría una nena? ¿Sería un niño? ¿Que deseaba que fuera? ¿Y Kakashi? ¿Preferiría un niño o una niña? ¿De qué color tendría los ojos? ¿Y el cabello? ¿Nacería sano? ¿Sería feliz?

Sentada en su oficina, ojeaba un libro que tomó del sector de obstetricia. Quería saber más, quería estar preparada para todo. Quería saber a que se tendría que enfrentar desde ahora en adelante. Por primera vez en los últimos meses, estaba radiante. Y Tsunade lo notaba, y se sentía orgullosa de su alumna. Incluso se mostraba más amable, como si ella fuera a convertirse en abuela.

¿Eso era lo que necesitaba Sakura para madurar?

Tocó suavemente a la puerta.

— Tsunade-shishou — saludó una vez que la hokage cruzaba la puerta

— ¿Estás ocupada?

Negó con la cabeza — ¿Pasó algo?

— Solo quería ver como te sentías

Sonrió — Todo en orden

— ¿Las náuseas?

— Cada vez son menos

— ¿Dolores?

— Para nada, creo tener un cuerpo fuerte

— ¿Cansancio?

— Mucho sueño, solo eso

— ¿Kakashi?

La miró con sorpresa.

Se encogió de hombros — Pensé que volvería pronto

— Se fue hace dos semanas ¿Has tenido noticias?

— No — sonó tranquila

— ¿Tienes todas tus cosas listas para irte de tu casa?

— Sí... — arqueó una ceja — ¿Usted como lo sabe?

Sonrió mientras se acercaba a la puerta — Los rumores corren rápido, Sakura

Bien, perfecto. Ahora toda la aldea lo sabía. No es que fuera algo que más adelante pudieran ocultar, en unos meses subiría un par de kilos, y viéndola salir constantemente de la casa de Hatake sería extraño. Pero no quería que se supiera así, no tan pronto. Ahora quizás que estupideces inventarían de ella, su bebé y su profesor.

Pero estaba tranquila.

No le importaba. O al menos no debiera importarle.

Aunque nunca estuvieran juntos, aunque no sean pareja, aunque a penas sí podían llamarse familia, él la apoyaba, él se haría cargo, él los cuidaría, a su hijo y a su alumna.

La jornada terminó. Tomó un par de libros de la biblioteca del hospital y salió de allí para llegar a su hogar, con sus padres, con su habitación vacía, pues todas sus cosas habían sido empacadas hace días.

Comenzamos al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora