La tercera noche consecutiva que despertaba en la cama de su sensei, no le sorprendió encontrarse sola.
La primera vez, sí. Porque seguía enferma, y por un delirio había accedido a compartir cama con él para no sentirse sola. Pero por la mañana, cuando la luz que se colaba por las cortinas la despertó, no estaba él.
Bueno, al menos así no se avergonzaría al abrir los ojos y encontrarse con Hatake Kakashi durmiendo a su lado, o a Hatake Kakashi mirándola fijamente, esperando que ella le diera los "buenos días".
La pequeña nota sobre su mesa de noche le indicaba que había partido a una misión, que había olvidado decírselo, pero debía completar algunos asuntos que quedaron pendiente de la vez anterior, pero que volvería pronto. Sí. Siempre decía que volvería pronto. Y ella lo esperaba. Porque ya no quería sentirse sola.
Porque ya no estaba sola.
Y el cómodo colchón del peliplata la atrapó. La cama era más grande que la de ella, la colcha más suave, el espacio más amplio y la almohada más cálida. Y así fue como poco a poco se apropió de su habitación. Ya tenía incluso algunas de sus prendas guardadas en las gavetas. Su excusa era que como se estaba quedando allí, las tendría a su acceso. Pero ¿Y las fotos que repartió por el lugar? Dudaba mucho que a Kakashi le agradara tener una foto en su buró con la imagen de Sakura e Ino en su fiesta de cumpleaños, o de Sakura y sus padres cuando se graduó de la academia. ¿Por qué las tenía allí? Por que como ahora ocupaba el espacio, quería verlas cada día. Pésima. Pésimas eran sus excusas. Sí. Cuando llegara el dueño de la habitación re acomodaría todo y volverían sus pertenencias a su lugar, a su habitación pequeña, oscura y desolada.
Y luego pensaba... En unos años más ¿También será así? No. Sería peor. Juguetes repartidos por los pasillos, dibujos en las paredes, biberones en cada mueble existente, montañas y montañas de ropa sucia, a Kakashi en alguna misión y ella corriendo de un lugar a otro detrás de un pequeño que no quisiera tomar un baño. Y sonreía. A pesar de lo caótico que sonaba, no le parecía algo desagradable. Se acariciaba la panza y cerraba los ojos.
— Has de mi vida una nueva aventura, pequeño Hatake — susurraba
Pero ahora no le importaba repartir sus cosas por todo el lugar, ni tenía que recoger juguetes por doquier. Ni siquiera le preocupaba eso, porque no sabía cuánto podría tardar y el bebé aún estaba en su panza. ¿Mientras? Era dueña y propietaria hasta del polvo que se acumulaba en las esquinas.
El tercer día desde que se fue Kakashi, otra vez, llamó a sus amigas. Estaba libre, y no quería pasar el día completo encerrada en casa.
— ¿Y? — Insistía la rubia mientras comía de su pastel
— ¿Y qué? — la miraba confundida
— ¿Pasó? — continuó interrogando Ten Ten
— ¿Que pasó?
— No te hagas la mojigata
— No me hago, realmente no entiendo
— ¡Si sabes de qué hablamos, frentona!
— ¡No entiendo si no explicas, cerda!
— Chicas, no griten, es un tema...personal — titubeó la ojiperla
— Hinata, tu también quieres saber ¡Coopera!
Solo las miraba. Sakura solo miraba a las dos kunoichis que tenía enfrente, que la interrogaban con los ojos y la bombardeaban de preguntas, mientras que Hinata, sentada a su lado, solo escuchaba atenta, esperando que la pelirrosa confesara de una vez.
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Comenzamos al revés
RomanceLo normal para empezar una relación es conocerse, enamorarse y quizás formar una familia... ¿Ellos? Comenzaron al revés