¿Dormimos juntos?

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Se dejó caer sobre su cama, dentro de la habitación que le habían asignado luego del agotador viaje. Kakashi y Naruto compartían recamara, pues ambos aparecieron ahí de improvisto. 

   — ¡Al fin un poco de paz!

Pero, nunca podía ser las cosas como a ella le gustarían. La puerta sonaba con desesperación. Rodó los ojos, sabía de quién se trataba.

—  ¿Que quieres, Naruto?

—   ¡Sakura-chan! ¿Quieres ir a recorrer el centro conmigo? ¿A comer algo? ¿A comprar cosas para el bebé? ¿A tomar un helado? ¿A...?

   — Naruto, quiero descansar ¿si? ¿Por qué no vas con Kakashi?

— ¡Por que él es aburrido!

Sonrió  — A veces. ¿Y Gaara?

— Desde que es Kazekage no tiene tiempo, es peor que Kakashi

— ¡Pues ve a visitar a quien sea! De verdad, necesito dormir un poco antes de ir a la herbolaria a trabajar 

   — Está bien  —  dijo con un deje de tristeza en su voz  — Si necesitas algo, me avisas ¿sí?

— Claro

Cerró la puerta a sus espaldas y volvió a recostarse. Habían llegado antes de lo estimado, por lo que una pequeña siesta no le vendría mal. 

Desde que cargaba un pequeño ser en su vientre, sus energías se agotaban con facilidad.  Se sentía pesada, somnolienta y cansada la mayor parte del día. Cuatro meses ya desde que alguien imprevisto se instaló en su interior. Sonrió mientras acariciaba su pequeña pero ya abultada panza. Las mejillas se le tornaban rosa cuando imaginaba como sería su vida al momento de tener a ese niño en sus brazos. Imaginaba su rostro, sus ojos, su cabello, sus manitas, su olor, su ternura. Hace unas semanas quizás, jamás imaginó sentirse así de emocionada por tener a su bebé. Ahora no aguantaba más la espera. Deseaba que los meses volaran para al fin conocer a su hijo y enamorarse a primera vista de él. No. Ella se enamoró al primer latido de él. 

Cuando era pequeña, su madre siempre le decía que aprendería a amar en el momento que se convirtiera en madre. Podía querer a muchas personas, podía hasta enamorarse de alguien, pero jamás sabría lo que es amar, hasta que sintiera a su hijo. Y a ahí estaba. Lo sentía, se movía y ella reaccionó a sus movimientos. Se levantó algo asustada y nerviosa de la cama, mientras no sacaba la mano de su vientre. Era él, su pequeño le avisaba que estaba ahí, escuchando cada pensamiento de amor que ella le transmitía. Las suaves pataditas que le daba, provocaron que sus ojos se llenaran de lágrimas. Y como movimiento reflejo, salió de su habitación buscando la de su sensei.

Tocó la puerta fuertemente, a punto de derribarla, pues de la ansiedad que sentía no controlaba su fuerza.

   — ¿Sakura, que quieres?  — abrió algo somnoliento

No hablaba. Trataba de gesticular algo con su boca, pero las palabras no salían. Su mano en su estómago le indicaba que era algo sobre el bebé, y su rostro sorprendido lo asustó.

— ¡Sakura, ¿Estás bien?! ¿Que tienes? ¿Pasó algo? ¿¡Le pasó algo al bebé!?

Cuando logró calmarse comenzó a sollozar y se acercó hasta el shinobi para apoyar su frente  sobre su pecho, mientras con sus manos estrujaba su camiseta.

Nervioso, acongojado, temeroso la tomó de los hombros para mirarla mejor.

— ¿Que hay... con nuestro hijo?  — dijo con la voz quebrada

— ¡Lo sentí mover, Kakashi!  — gritó en su rostro mientras seguía sollozando  — ¡Estaba acostada y comenzó a patearme! ¡Lo sentí! ¡Sentí a mi bebé! ¡Estoy tan feliz!

Comenzamos al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora