Y ahí estaban otra vez... las malditas nauseas. En este último tiempo, Kakashi se había vuelto un experto en hacer que su estómago se revolviera, y no de manera romántica, de manera nefasta.
Llevaba al menos todo el día con el mal sabor en la boca, se agarraba el estómago con las manos y se miraba al espejo diciéndose a sí misma "Todo va a salir bien", sabiendo que nada saldría bien.
El día anterior, había estado con Kakashi en los campos de entrenamiento hablando acerca de comentar a sus padres sobre su embarazo...
Se había alejado abruptamente de él cuando pronunció la palabra "te embaracé" y no porque temiera oírlo, si no por la manera tan despreocupada con que lo decía. Sí, estaba embarazada, embaraza de su profesor y aún no encontraba razones para creer que esto estaba bien.
Pero no podía hacer vista ciega a su realidad, a su condición. En un par de semanas quizás, su vientre se abultaría, su espalda le dolería y sus pechos, al fin, crecerían, así que por más que tratase de ocultarlo, de una u otra forma su cuerpo también confabulaba en su contra. No podía negar lo inevitable, ni adornarlo con palabras para que suene menos duro. Ella sería madre y Kakashi sería el padre de su hijo. Así que debía comenzar a acostumbrarse a la falta de sutileza y el poco tacto que tenía el ex sharingan.
Y eso era lo que temía, lo que la tenía con ese horrible nudo en el estómago, la forma tan cruda que tenía él para comunicar las cosas importantes, pues siempre había pensado que Kakashi tenía un mal concepto sobre lo que es importante y cómo se debía decir. Se imaginaba a él llegando y diciéndole a su padre "¿Sabe? Su hija es pésima en la cama, pero de todas formas me las arreglé" o a su madre "¿Ve esto que tengo entre mis piernas? Si, Sakura sabe como usarlo, en unos meses notará el resultado"... No, Kakashi no era así de idiota, al menos esperaba que no lo fuera... Más bien aparecería con algo como "Señor y Señora Haruno, su hija y yo tuvimos relaciones y no nos cuidamos, ahora tendremos un crío... Espero que tenga sus ojos".
Ya ni siquiera quería seguir imaginando las posibles formas que tendría él de decir que serían padres. Y este era solo el comienzo, aún faltaba lo más importante... Naruto... ¿Cómo se lo tomaría?
Apoyó su espalda sobre la pared más cercana y dejó que su cuerpo se desvaneciera directo al suelo. Se sentó allí mientras rodeaba sus rodillas con sus brazos y hundía la cabeza en medio.
Un bebé, un bebé, un bebé. Una nueva vida crecía dentro de ella, en el momento que menos esperaba y con la persona que menos deseaba. Y ahí estaba, a un par de minutos de que el padre de su hijo cruzara la puerta de su casa. A un par de minutos de que todo su mundo volviera a desmoronarse.
— Sakura ¿A qué hora dices que vendrá tu sensei?
Levantó la mirada hacía su vacía habitación — a las siete
— La cena está casi lista
Su vista seguía perdida en el espacio. Miraba cada rincón. Su alcoba era espaciosa, tenía pocos muebles, era de un color suave. ¿Cómo la adecuaría para que ahora sean dos los individuos durmiendo allí? Cuando sus padres se enteren ¿Tendría que mudarse de su casa? ¿La dejarían sola? ¿La obligarían a casarse con él para que su bebé nazca en un ambiente familiar? ¿Que pensaría Kakashi de eso? ¿Alguna vez pensó que ella sería la persona que estaría amarrado toda su vida?
Y lo escuchó. La puerta sonaba y sabía que su calvario comenzaría. Corrió rápidamente al baño, se mojó la cara, estaba más pálida de lo normal. Respiró una, dos, tres veces. Se miró a los ojos a través del espejo y sacó toda la valentía que llevaba en su corazón.
— Buenas noches, señor y señora Haruno, hacía tiempo que no pasaba por aquí
— Gracias por cuidar de nuestra hija — sonrió Mebuki
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Comenzamos al revés
RomanceLo normal para empezar una relación es conocerse, enamorarse y quizás formar una familia... ¿Ellos? Comenzaron al revés