¿Esta será nuestra vida?

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Cuando vio el montón de cajas apiladas dentro de una habitación vacía, se le revolvió el estómago. 

Ya no serviría de nada tomar sus cosas y decirle "Lo lamento, no es lo que esperaba, mejor vuelvo a mi casa". No, porque las decisiones así no se toman a la ligera, y ella ya había dado su brazo a torcer. Ademas, sabía bien que su madre tampoco le permitiría volver a su casa.

Y ahí estaba, mirando el lugar, recorriendo cada rincón, analizando y detallando, mientras el acompañante a su lado estaba hecho un manojo de nervios. Lo sabía, lo hacía evidente cuando se rascaba la nuca.

  — ¿Estarás cómoda con esta habitación, Sakura-chan?

— Hm —  afirmó algo tímida

— ¿El espacio es suficiente?

Afirmó con la cabeza.

No. No era suficiente. No es que ella fuera exigente, pero en el lugar cabía perfectamente una cama grande, un armario, una mesa de noche y un escritorio pequeño. No había lugar donde meter, en un futuro lejano, una cuna para el bebé. Quería preguntar, pero las palabras no salían de su boca. Ella se acomodaría perfectamente, pero dos personas no entraban allí. 

¿Que haremos en un par de meses cuando nuestro hijo empiece a crecer? ¿Seguiremos viviendo aquí? ¿Hay espacio para tres?

Suspiró cansada, mientras su mente se llenaba de ideas y complicaciones que al caso, no venían.

 — ¿Kakashi? — susurró

  —  ¿hm?

— El bebé

La miró por el rabillo de su ojo.

— ¿Que tienes?

— El bebé —  insistió, agachando la mirada

Pausa. Tomó aire. Volteó su rostro para mirarla.

— ¿Ya va a nacer?

Lo miró extrañado.

— Idiota — Bufó — no. ¿Dónde...?

  — ¿Dónde? —  arqueó una ceja, interrogante, esperando que la pelirrosa continuara

— ¿Que haremos cuando nazca? — preguntó tímida — No hay mucho espacio aquí y...

— Conmigo  

Dijo firme, sin vacilaciones.  Los orbes verdes demostraron sorpresa y tranquilidad. Miró a su lado, al ex sharingan como se mostraba serio frente a ella.

  — ¿Dormirá en tu habitación? ¿Tienes espacio para una cuna?

— No

Lo miró extrañada.

— ¿Entonces?

— Entonces dormirá conmigo — insistió

Ya comenzaba a hartarse de la bipolaridad el sensei.

— ¿El bebé dormirá contigo? — rodó los ojos, molesta

— No — sonrió bajo la máscara — tú lo harás

El rubor sobre sus mejillas se hizo notar en el acto. ¿Estaba bien de la cabeza? ¿Cómo se le ocurría decir algo así? Primero que le preguntara si querían salir o algo, no hacerle propuestas indecorosas, aunque bueno, el acto ya había sido efectuado hace un buen. Abrió suavemente sus labios pero sin dejar salir ninguna palabra. Lo miraba, confundida, extrañada, sorprendida.

Comenzamos al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora