El día que supo que sería padre, no podía pensar en nada más que en el suyo. Hatake Sakumo se había marchado cuando él aún era un niño. Lo había dejado solo y eso siempre le pesó. Se volvió frío y soberbio, no le importaba nada más que las reglas y volverse fuerte.
Kakashi era un shinobi con todas sus letras. Maduró con el tiempo y con los años. Las circunstancias lo llevaron a valorar más la vida de los demás, que la propia. Aprendió por las malas y creció por los errores. Cuando estuvo a cargo del equipo siete, se propuso cambiar a esos críos. Tenía tres nuevas metas; educar al revoltoso, reprender al vengador y fortalecer a la llorona.
Miraba ahora hacia su pasado, y creía haberlo hecho bien. Naruto había crecido, quizás no mentalmente pero si de manera espiritual. Sasuke dejó de ser su responsabilidad hace muchos años, por lo que no podía culparse de sus decisiones. Y Sakura se había vuelto fuerte, había demostrado a todos que con esfuerzo podía caminar junto a sus compañeros. Pero él nunca entendió la palabra "compañeros". ¿Qué eran? ¿Personas que te ayudaban en las misiones? ¿Ninjas que aportaban a la aldea?
Cuando Tsunade le pidió hace algunos meses tomar el puesto del Hokage, lo rechazó a primera instancia, porque él ni siquiera entendía el concepto de compañeros. Él no podía estar a cargo de toda una aldea. Y no es que no amara la aldea, si no, que Kakashi solo quería ser responsable de Kakashi, ya estaba viejo como para cargar con tanto peso.
Y luego llego ella, con los ojos cristalizados, con el nudo en la garganta y las manos temblorosas. Corroborándole que sería padre.
La tarde que supo la noticia, no pudo reaccionar como quizás ella esperaba. Salió huyendo, como nunca antes lo había hecho. Pero ahora era diferente. No era ninguna misión, no era ningún encargo y no era ningún secreto. Era su más grande responsabilidad. Creía que después de ser sensei de un grupo de críos tendría suficiente para un retiro tranquilo, pero no, siempre había algo que no lo dejaba descansar. Y ahora esto, ahora sería padre. ¿Como diablos podía serlo si él nunca tuvo al suyo?
Se tomó una semana lejos de la aldea. Debía pensar y aclarar su mente, debía asumir la idea. Podía escucharlo, podía entenderlo pero aún así no sabía como asumirlo.
Padre.
Sangre de su sangre.
Él que nunca fue capaz de dar amor a alguien tendría un hijo. Él que jamás pensó en formar una familia, tendría una. Y no es que no la quisiera, es que siempre pensó que el mundo no le daba cosas buenas a quien no se la merecía. Él nunca creyó que obró bien en su vida, por lo que la idea de tener algo propio la había olvidado hace mucho. Por lo que la noticia le cayó como balde de agua fría...
Y con ella. Con su alumna. Con la niña que siempre vio como una niña. Aquella que lloró en sus brazos, aquella que le agradeció infinitamente por salvarla, aquella que nunca le prestó atención por entrenar a Naruto. No podía decir tampoco, que nunca se preocupó de ella. Siempre la vio débil, frágil, a veces hasta inútil, y sin desmerecer, si no que tenía dos grandes competencias a su lado. Él niño del Kyuubi y el último Uchiha. Dos grandes clanes que tenían todo para triunfar, frente a ella, una simple flor que aún no se abría al mundo. Pero por eso mismo, nunca supo como entrenarla, o como potenciar sus habilidades. Pues se le había asignado la misión de estar a cargo del rubio ¿y ella? a su suerte. Pero era su alumna, y nunca dejó de sentir orgullo por ella. Cómo creció, como aprendió y cómo se fortaleció. Y a pesar de todo, ella siempre le agradeció el trato que tuvo con ella y todo lo que aprendió con él.
Pero eso era. Haruno Sakura era su alumna ¿y ahora? La madre de su hijo. No podía entender como ese conjunto de palabras caía en ella. Pensaba en la frase, pero no imaginaba el rostro de Sakura. Siempre creyó que ella iría tras el azabache, tras sus pasos y en algún futuro lejano, cruzaría las puertas de la aldea con un pequeño bebé en sus brazos. Luego él se marcharía y la dejaría sola. Pero él estaría ahí, para cuidarlas, como un padre cuida a sus hijos, y estaría tan feliz por ella como si le hubiese dado un sobrino, hasta un nieto. No un hijo.
Ahora era diferente. En su vientre había parte de él. Un ser con partes de ambos. De el profesor y de su alumna. De Kakashi y de Sakura. Y no encontraba motivos para pensar que era algo bueno. Y no es que creyera que un hijo no alegraba la vida de las parejas. Pero ellos ni siquiera eran pareja. Eran dos conocidos, quizás amigos, que tendrían un bebé. Habían mil razones que le decían que eso estaba mal. Que lo obligaban a correr y alejarse de allí.
Tu no tienes el perfil de padre.
Pero ¿Quién definía eso? ¿La gente nacía con un gen en su ADN para ser un buen padre y él no nació con eso? ¿O simplemente fluía? Todo estaba mal, pero le prometió no dejarla sola, por lo que debía encontrar el 0,1% para creer que era una buena idea tener un hijo juntos.
Y esa palabra era la que más repetía en su mente. Un hijo, un hijo, un hijo. En un tiempo, Sakura tendría una gran panza y lo culparía cada día de que él la dejó así. Luego vendrían los antojos, no tenía tanta paciencia. Luego cuando nazca el crío, ella lo obligaría a cargarlo, y él no se sentía capaz de sostener algo tan frágil en sus brazos, podía romperlo. ¿Y si se parecía a él? ¿Y si era idéntico a ella? ¿Y si era niña? Las niñas son débiles y solo lloran. Los niños son tercos. No le gustaban los niños. Dejaría de dormir noches seguidas. No es que no lo hubiera hecho antes, habían misiones en las que pasaba semanas sin pegar un ojo. Pero en la comodidad de su casa lo único que escucharía era llantos y quejas, y a él ni siquiera le gustaba el ruido fuerte. Sakura era escandalosa ¿Tendría que aguantarla toda su vida? Sí, quizás nunca se case con ella, quizás jamás la vea como mujer, pero tendrían un hijo y estaba obligado a estar con ella cada día de lo que restaba de su vida. Ni siquiera se imaginó alguna vez compartiendo su vida con alguien más. Ahora estaba atado a ella. El niño crecería y tendría que ocupar ropa nueva, pañales, comida, no tenía tanto dinero. Luego la academia. ¿Y si no tenía un talento especial? Vamos miren, él era Hatake Kakashi, desde niño demostró ser mejor que sus compañeros, su madre es la mejor en manejo de ninjutsu médico de la aldea. Pero no por eso su hijo sería igual. ¿Y si no quería ser ninja? ¿Y si el quería ser maestro o quizás no hacer nada? ¿Entendería sus decisiones? Se pondría viejo antes de tiempo. Tal ves nunca llegue a ver al niño crecer. Tal ves sería peor padre de lo que fue el suyo. Tal ves odiaría la idea y los abandonaría. Tal ves Sakura lo termine detestando y le prohíba ver a su niño. Tal ves ocurra algo y ella lo pierda. Tal ves se preocupaba de más.
Cerró los ojos un momento, en unas horas debía ir a la casa de ella a decirle a sus padres que serían abuelos, y dolor de estómago era inminente. Se durmió. Y soñó con ella. Con un pequeño en sus brazos. Y sintió que su corazón por fin se calmó.
Tal vez, tener un hijo no sería tan mala idea.
Tal vez, formar una familia estaba escrito en su destino.
Tal vez comenzaron al revés, pero ya no había marcha atrás.
Tal vez, comenzaba a gustarle la idea de ser padre.
Tal vez, no era un 0,1%
Tal vez, era un 1% y seguía creciendo.
Y ahí estaba. Tumbado sobre su cama. El peso se lo había sacado. Los padres de ella no pusieron muy buena cara pero accedieron a que Sakura viviera con él pues su nieto debía crecer con ambos padres juntos. Sakura bajo quejas y reclamos, miradas confundidas terminó creyendo que sería buena idea. No compartirían habitación, no serían pareja, solo viviría allí en modo de "prueba". Si no le convencía esta realidad, volvería a la casa de sus padres y sus visitas a verla serían más limitadas. Pero él de todas formas quería tener a Sakura bajo su techo. Para cuidarla, para estar presente y para sentir que por fin tenía una familia.
Se dio un par de vueltas dentro de la casa. Miraba cada rincón. Entró a una habitación donde tenía todas sus cosas viejas. Era amplia pero estaba sumamente desordenada. Si se esforzaba un poco sería el lugar perfecto para que ella se quedase. Tenía espacio suficiente para que en unos meses colocara una cuna para el bebé. Él seguiría en su habitación. No eran pareja, quizás jamás lo serían, pero sí sería un padre presente y aunque sea en la recamara contigua, estaría allí, con ellos.
Suspiró y se sentó en el piso, removió un par de cajas para comenzar a ordenar. Un pequeño papel voló de dentro de una de las cajas. Lo sujeto y miró con extrañeza. Una sonrisa torcida se formó en su rostro.
Cuatro personas. Uno era él. Otro ya no estaba. La tercera la tendría cerca. ¿Y el cuarto? Ya era momento de decírselo. Era, después de los padres de Sakura, la persona que más necesitaba saberlo en estos momentos. Naruto debía saber que sus compañeros de equipo serían padres.
ESTÁS LEYENDO
Comenzamos al revés
RomanceLo normal para empezar una relación es conocerse, enamorarse y quizás formar una familia... ¿Ellos? Comenzaron al revés