115 - Déjenme

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Y veo el rugido de mi sangre a borbotones que rasga mi sosiego con su sarcasmo, corre con ansiedad insaciable por la libertad.

Mis lágrimas caen ignoradas, mi dolor ciego y destrozado gime en silencio con las alas cercenadas...

¡Nadie se acerque! ¡Déjenme llorar como cuando vine al mundo! Nadie vino con una sonrisa entre sus labios.

¡No intenten evitar mi llanto! Celebren como cuando nací. Dejen que mi voz se pierda en el silencio.

Quiero sufrir el placer de morir desangrado; no es tan malo descansar sin miedo a despertar de cara a crueldad.

El aroma del sufrimiento, cual miel o sangre, atrae al morbo por la compasión, que asquea mi alma.

Déjenme llorar a mares, a gritos, sin pudor; ¡Qué importa si sufro por amor! ¡Qué importa si ya no está conmigo! Si es pecado, lo confieso a gritos.

Sufrir y cubrir mi desnudez con la costra de nuestros besos, me sabe a la brisa de Nirvana en mi pecho.

Déjenme explotar mis miedos, las llagas de mi canto bordean el cielo y le rehuyo a los abrazos y las migajas de consuelo.

Y si ya no escribo más poesías no es tan malo porque mi alma seguirá versando con tu nombre, quizá en el infierno o tal vez en el Empíreo.

Mil y un poemas en silencio #TDA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora