Cap. 17

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Miro a esos verdes, azules y grises ojos que se encuentran llenos de felicidad con tan solo ver mis oscuros y comunes ojos; sé que esos ojos quieren estar a pocos centímetros de los míos para explorar más allá de ellos.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté impresionado de una buena manera.

—Pues he venido a recibirte a mi ciudad —me sonríe con esa sonrisa que provoca delirios.

—Si... pero... ¿Por qué tú?... Esperaba a alguien como Raúl, por ejemplo.

—Yo le pedí recibirte —subo una ceja —. Te eché de menos.

Me acerco más de lo que estaba y miro sus labios... pero... prefiero limitarme a darle un abrazo... un gran abrazo... de esos que no le das a cualquiera. Él hace lo mismo y nos mantenemos en esa posición unos cuantos segundos.

Me separo y le digo:

—Yo también te necesité —le sonrío y el hace lo mismo.

—Emm... ¿nos vamos? —supongo que lo pregunta para romper el lazo visual que teníamos.

—Vale —le doy una gran sonrisa.

Coge mi maleta de bodega y me deja mi maleta de mano para que yo la lleve. Salimos del aeropuerto y en el estacionamiento está el coche negro que supongo que es de Manu (por lo que vi una vez en su InstaStories cuando subió una foto de su coche). Mete las maletas en el maletero mientras que yo me adentro al asiento del copiloto para que él después se monte por la parte del piloto.

—Bonito coche —le digo —. Se ve que es último modelo.

—No sabes nada de coches ¿verdad? —dice con una sonrisa y tono burlesco a mientras enciende el motor.

—¿Te estás burlando de mí? —sonrío indignado pero con buen ánimo.

—Es solo una pregunta Fer —dice otra vez con esa burlesca, hermosa y maldita sonrisa que me provoca pensamientos fuera de lugar mientras que saca el coche del aparcamiento.

—¡No es solo una simple pregunta! Te burlas de mí por mi ingenuidad a cerca de coches —le empujo suavemente el hombro —. Idiota —éste ríe.

—Vale vale, perdón ¿si? —se detiene en un semáforo en rojo —... no sabes... no tienes ni la más mínima idea de lo feliz que me encuentro porque estoy ahora contigo... Esta sensación la sentía tan lejana... —el mira hacia al suelo y yo por instinto cojo su mano y el dirige su mirada hacia mí —... pero finalmente estás aquí... a mi lado.

—Te eché mucho de menos, Manu —sin pensarlo dos veces me acerqué y mantuve un beso que apuesto mil veces a que él no esperaba a que yo tomara la iniciativa. Y para ser honestos... eso me agrada. Me separo y le muestro una sonrisa de oreja a oreja.

—Cada día me impresionas más Avizcac.

—¿Qué? ¿Ahora vas a darte del interesante llamándome por mi apellido? No va a funcionar conmigo —sentencio y sonrío victorioso.

—Tocar la puerta no es entrar —río ante el comentario —. ¿Sueles ser así?

—¿Así cómo? —cambio mi expresión por una de duda.

—Cortante.

—¡Já! Manu, querido Manu, tienes que admitir que las personas cortantes suelen ser las más atrayentes —éste sonríe derrotado por lo que cerramos la conversación por el camino.

Cómo Es [¿Cómo Sería? Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora