Saqué el teléfono y le marqué a Martín
¡Hola! -contestó al segundo
¡Hola ¿cómo vas?! -respondí-
¡Muy bien ya hablé con Soledad!
¡¿Ah sí? ¿En qué quedaron?!
¡Pues nada, ella sabía que tu trabajo era temporal, te va extrañar, me lo dijo, pero que no te preocuparas!
¡Bueno, me alegra que lo haya tomado bien!
¡Si y tú ¿qué? ¿cómo te fue en la entrevista?!
¡Bien, ya empiezo mañana!
¡¿Me alegra oír eso, en verdad me da mucho gusto!
¡Lo sé, gracias!
¡¿qué harás ahora?!
¡Iré al súper a comprar algo de comida, ya vez que la alacena está vacía!
¡sí, entiendo! -sonrió- ¡Te espero entonces en la noche, me estoy arreglando para ir al restaurante!
¡Está bien, cuídate!
¡Besos!
Colgué el teléfono.Odiaba ir siempre al súper mercado. Las filas que se formaban para pagar las compras eran tan grandes que la gente no cabía, no me agradaba la idea de tener que esperar siempre una eternidad para pagar unas cuantas cosas. Cuando volvía a casa me encargaba en guardar las compras ordenadamente para que después no se hiciera difícil encontrarlas, sin embargo, ese día era imposible que yo hiciera eso, cuando llegué a casa me tiré a la cama, estaba cansadísimo, sólo quería descansar. Cuando se hicieron las 9 p.m. me levanté de la cama. Mi teléfono estaba sonando desesperadamente y a juzgar por las llamadas perdidas era algo urgente.
¡¿Hola?! -contesté preocupado-
¡Hola Christian, soy yo Martín!
¡Ah Hola Martín.. ¿te pasa algo?!
¡No, no me pasa nada ¿puedes venirme a buscar?! -decía con la voz entre cortada-
¡¿Estás borracho?! -espeté-
¡No no estoy borracho, bueno tomé un poco, pero estoy bien, solo necesito que me vengas a buscar!
¡Está bien ¿Dónde estás?!
¡Cerca del restaurante!
¡Vale, ya voy para allá!
Me coloqué una camisa y una bermuda, agarré las llaves de la casa y paré un taxi.
¡¿Cuánto le debo?! -pregunté al llegar-
¡13000! -contestó-
Su voz sonaba un poco descarada, era obvio que me estaba cobrando de más.
¡Aquí tiene 10000, puede quedarse con el cambio! -exclamé- sus ojos se pusieron como platos al ver que lo estaba desafiando. ¡SON 13000, ¿NO ME ESCUCHÓ?! -Exclamó esta vez con voz fuerte-
¡Si lo escuché señor y me parece una falta de respeto que usted quiere abusar así de los que piden su servicio, le estoy pagando lo justo y hasta más!
Abrí la puerta del carro y me bajé. El señor no aceptaba tregua alguna, quería estafarme sin más. Se bajó del carro con un palo de béisbol y quiso pegarme, pero antes Dr que lo hiciera Martín se había abalanzado sobre él. El palo calló a medio andén y Martín no paraba de darle golpes en la cara
¡Lo tocas y te mato EHH, ME ESCUCHASTE, ¿EHHH?!
El señor lleno de miedo se levantó del suelo y se subió al carro
¡TE MATOO! -le gritaba Martín- prendió rápidamente el carro y arrancó
¡MARICAS HIJAS DE PUTA! -GritóAbrí la puerta de la casa lo más rápido que pude y salí a buscar a Martín que estaba sentado en la entrada.
¡Martin, Martín, levántate que ya llegamos! -le susurraba
sin embargo, el parecía estar profundo. Su cara perfectamente blanca y con pecas en su rostro calló al suelo¡MARTIN! -exclamé-
lo levanté como pude para meterlo al cuarto
¡Christian! -murmuraba mientras hacía pucheros
¡Martin! -contesté abrazándolo para que no se me cayera-él, sin embargo, no paraba de sonreír. Parecía caerle en broma todo. Caminé unos cuantos pasos hacia la entrada. Pesaba como nunca. Intenté apoyarme con el pie para alzarlo, pero fue imposible. Caímos al suelo. Las calles estaban completamente solas y en penumbras, me levanté del suelo lo más rápido que pude e intenté levantarlo
¡Espera guapo, espera! -sonreía mientras cerraba los ojos-
lo miré fijamente, él me veía con una hermosa mirada. Nunca antes me había visto de tal forma. Me puse nervioso y él me pedía que me acercara más
¡Martin, estamos en la calle! -le decía- su sonrisa me cautivaba. recordaba que podía verlo así todos días. Acerqué mi cara a la suya y le di un beso en la frente
¡Te amo! -exclamé-
lo besé en la boca.