CAPITULO 20

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Llegué al puente, se veía más abandonado que nunca. Todo estaba a oscuras. Ni siquiera sabía dónde bajarme así que estacioné el carro en la carretera y caminé hacia las escaleras. Estaba lleno de monte y me daba terror que una serpiente me saliera de la nada, sin embargo, logré llegar a ella.

¡MARTIIIIN! -Grité mientras lo hacía-

Pero no me respondía. Terminé de subir las escaleras, el suelo se veía muy agrietado y Martín no estaba por ahí, estaba totalmente desesperado. Bajé las escaleras del otro lado y busqué a los alrededores. No veía nada.

¡HIJO DE PUTA! -Grite- ¡ME ENGAÑASTE HIJO DE PUTA! -volví a gritar-

de repente un ruido sale debajo del puente. Saco mi celular y alumbro con la linterna.

¡¿Martín? ¿Eres tú?!
-exclamé-

¡Vete, no te quiero ver! -contestó-

Corrí rápidamente hacia él y lo ayudé a levantarse.

¡Martín tenemos que irnos de aquí!

¡Suéltame, no me toques, no quiero saber más nada de ti ¿no te das cuenta?!

¡Martín nada de lo que te dijeron fue cierto, no sabes todo lo que me ha pasado!

¡No me interesa saberlo, vete!

¡Por favor Martín no te puedes quedar aquí!

¡¿Acaso qué tiene este lugar? ¿No te acuerdas que aquí era donde soñábamos estar cuando éramos casi unos niños?!

¡Martín todo ha cambiado, mira cómo está todo, no deja de ser mágico por todo lo que sentimos, pero es peligroso te puede morder una serpiente!

¿Por todo lo que sentimos? ¡Tú no sientes nada, me hiciste creer miles de cosas Christian y luego te fuiste con otro!

¡Eso es mentira, déjame explicarte que pasó en realidad!

¡¿Ah sí? ¿Qué pasó en realidad Christian?!

¡Vamos al carro, no podemos quedarnos aquí!

¡ES QUE YO ME QUIERO QUEDAR AQUÍ, QUIERO QUE TODO ACABE, MATAR ÉSTE AMOR QUE SIENTO POR TI Y TENIENDOTE CERCA NO LO VOY A LOGRAR! -Me gritó llorando-

lo abracé.

¡Martín yo te amo, no sabes como he llorado desde que te fuiste! -susurré- ¡Siento que mi mundo no está completo si me faltas tú, siento que nunca podré olvidarte!

¡¿Por qué Christian? ¿Por qué nunca hemos podido ser felices?!

¡No lo sé, pero escúchame, aún tenemos tiempo para intentarlo, vámonos lejos, fuera del país, comencemos de nuevo en otro lugar!

Enmudeció un momento.

Le sequé las lágrimas que había comenzado a soltar.

¡Está bien! -contestó-

lo abracé y le planté un beso.

¡Te prometo que siempre te amaré y que nunca te olvidaré Martín!

¡También te lo prometo Christian, Prometo que serás por siempre el amor de mi vida!

¡Salgamos de aquí por favor, es peligroso! -me abrazó-

Subimos las escaleras y bajamos del otro lado.

¡¿Y ese carro?! -me preguntó-

¡Es una larga historia, en el camino te cuento ¿vale?!

¡Vale!

Subimos al carro. Aceleré y di la vuelta para ir a buscar nuestras cosas a la casa.

En todo el camino estuvo callado. Se veía flaco y desarreglado. Traía una larga barba y sus poros lucían sucios. A veces se le escapaba una lágrima de repente y yo solo lo abrazaba, intentaba hacerlo sentir bien. Cuando llegamos a la casa dudó un momento en entrar, me dijo que le habían llegado muchos recuerdos, sin embargo, entró y se metió al baño. Le di algo de ropa para que se cambiara, luego entró a su cuarto y se cambió. Yo terminaba de empacar todo. Ya tenía casi todo listo, solo faltaba lo de Martín. Entré a su cuarto y le entregué una maleta.

PROMETO OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora