ENEMY FLAMES ▲ TEEN WOLF ➂

1. Enfocas tu mente en hacer lo correcto

Beacon Hills, California
11:45am

Sigo sintiéndome confundida para el momento en el que llego a mi antiguo hogar. Las preguntas rondaban mi mente y apenas me encontraba capaz de poder contestarlas en general. Parecía que cuando más intentaba de averiguar la verdad y salirme por completo de todo el embrollo sobrenatural, algo más estaba obligado a suceder. Sin importar lo mucho que lo intentara o que tratara de permanecer en la ignorancia, las noticias de lo que ocurría en la ciudad eran más fuertes que mis ganas de apagar el interruptor de mi curiosidad.

Mi casa se encontraba vacía, de la misma forma en la que estaba cuando partí a Noruega tres meses atrás. Una parte de mí esperaba encontrar a mi madre preparando una deliciosa comida junto a mi padre y que estuviesen obligándome a sentarme en la mesa para engullir los alimentos.

Pero eso no iba a suceder. Nunca más.

Mi padre había pasado a mejor vida hacía ya  unos cinco meses y desde entonces, mi madre se rehusaba a dirigirme la palabra. No desde su funeral cuando actué de una forma tan descabellada. Quisiera decir que me arrepentía de mis actos, pero no es así. No me arrepentía de haber marcado la línea de tolerancia hacia el abuso que los cazadores tenían contra los seres sobrenaturales.

Había funcionado, en parte. Fue más obra de Payton y de Scott ese hecho, pero no puedo negar que también fui partícipe de ello. Beacon Hills se encontraba libre de cazadores y esperaba que de esa forma se pudiese respirar paz de nuevo.

Me engañaba a mí misma.

Fui perseguida en Noruega mientras intentaba averiguar más sobre mi familia —cosa que fue un callejón sin salida— solo porque las personas me comenzaban a relacionar con el alfa Derek Hale.

— ¿Dónde está? —preguntó Payton, refiriéndose a mi madre.

No pude hacer más que encoger mis hombros en respuesta.

— Sabía que venía, probablemente evitándome. Lo usual —comenté.

A veces me sorprendía la forma en la que podía pronunciar las palabras con naturalidad, como si decirlas no doliese, aun cuando lo hacían. Me había acostumbrado a ello, a vivir como una chica huérfana, en cierto modo. Era como si la muerte de mi padre hubiera sido a su vez, la de mi madre. Los había perdido a los dos de golpe y no estaba preparada para eso.

— Ella va a superarlo algún día —me aseguró Payton.

Arrugué mi nariz en una mueca cuando supe que mis sentimientos de tristeza y melancolía eran perceptibles para sus sentidos de mujer lobo.

— Sí, pero temo que para cuando eso suceda, será muy tarde —concluí, dando por terminada la conversación.

Apenas había llegado a mi casa y me encontraba preparada para marcharme de nuevo. Me sentía atrapada dentro de la estructura, como si de un momento a otro esta fuese a colapsar sobre mi cuerpo, aplastándome por completo y sin dejarme escapatoria.

En cierto modo, era así. Los recuerdos me invadían, calaban mis huesos y me sumían en un estado depresivo que repugnaba con todo mi ser. Era esa la razón principal por la que había decidido marcharme durante el verano. Sin escuela a la que asistir, estar en casa me deprimía y la única forma en la que lograba salir de ese estado era despejando mi mente, saliendo de allí.

— ¿Te vas?

Me detuve justo antes de pasar el umbral de la puerta.

— Tengo personas a las que visitar —respondí.

Payton me detuvo, cruzando sus brazos sobre su pecho y me dedicó una mirada de reproche.

— Sé que estás frustrada por no encontrar nada en Noruega, pero todavía queda tiempo, Scarlett. Yo no contaba con tener que salir a buscar el resto de la historia familiar, conozco solo un poco más que tú y no nos sirve de ayuda. Pero no me voy a dar por vencida y espero que tú tampoco.