25. Muérdago

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— Estoy un poco confusa con eso, doc —le confesé a Deaton, apoyando mis brazos sobre la mesa de metal.

Él se encontraba mirando el silbato detenidamente, analizando cada detalle de mi historia sobre el motel Glen Capri y cómo todos fueron envenenados por el acónito. Para mi dolor, Deaton tuvo que romper el silbato para sacar los rastros del contenido que posiblemente había hecho que me volviese completamente inestable e intentara quitarme la vida. Vertió los restos del polvo sobre la mesa y lo escudriñó con su mirada durante unos segundos.

— Sé lo que es. Le estaba hablando a Scott de esto hace unas semanas. Uno de los perros vino porque ingirió algo que no debía, algo que es altamente venenoso —habló y se acercó a otra de las mesas para buscar entre sus frascos de hierbas extrañas y elementos que desconozco su uso—. Para los hombres lobos y para ti.

Elevé mis cejas, intrigada por sus palabras.

— ¿Y eso es...? —dejé la pregunta en el aire, esperando que Deaton fuese quien respondiera mis dudas.

— Muérdago —anunció, elevando una pequeña ramita de la planta en sus manos.

— Muérdago —repetí con un toque de desconcierto en mis palabras. Deaton asintió como si eso lo explicase todo—. Estoy un poco perdida.

Deaton suspiró.

— La historia detrás del muérdago realmente no importa, Scarlett. Lo que sí importa es el hecho de que tú no formabas parte de los sacrificios —dijo y sus palabras me dejaron aún más confundida—. Los sacrificios van en grupos de tres y tienen que ser tres elementos iguales. Vírgenes, guerreros, filósofos, guardianes, curadores.

— ¿Y si eran tres criaturas sobrenaturales?

Deaton negó.

— Uniformidad. Tiene que existir un patrón claro en ese sentido y funcionaría mejor de esa forma. Tres hombres lobos —explicó y me miró de una forma que me incomodó bastante—. Scarlett, cualquiera que haya hecho esto, si es que fue el Darach, te quería muerta.

La boca se me secó por completo al escuchar sus palabras. Sí sabía que de una forma u otra, habían querido que yo muriese la noche del motel, pero me tranquilizaba más cuando pensaba que era parte del grupo de los sacrificios. Pensar que alguien estaba queriendo asesinarme solo para sacarme del mapa era algo aterrador.

¿Acaso estaba siendo un obstáculo en medio de los planes del maldito Darach? Eso solo sumaba puntos a mi teoría de que fuese la señorita Blake la Darach. Ella sería la única que verdaderamente intentaría matarme y también es la única que me consideraría una amenaza para sus planes.

Era consciente de que Deucalion y su manada también estarían detrás de mí, pero ellos serían mucho más sangrientos a la hora de asesinarme. Sus instintos eran más violentos, rabiosos y sanguinarios. No utilizarían un silbato lleno de muérdago esperando que me envenenase y tuviese alucinaciones que me llevaran al suicidio. No, ellos mandarían a Derek a asesinarme. Eso sería lo que harían verdaderamente. Hacer que fuese alguien cercano a mí quien me quitara la vida.

Total, ya estaba conociendo los medios de los alfas. Ellos juegan por la carta de 'la mejor forma de eliminar una amenaza es hacer que alguien lo haga por ti' y esa persona sería Derek. Mi Derek.

— Gracias por la información, doc —murmuré, dándome la vuelta para salir de la clínica.

Solo había venido unos minutos antes de pasar por Scott y así llevarle la cena a Melissa en el hospital.

— Scarlett —me llamó Deaton. Detuve mis pasos y giré sobre mis talones para poder echarle un vistazo. Él me lanzó un pequeño frasco de un polvo semejante al que estaba en mi silbato. Gracias a los nuevos reflejos adquiridos pude atraparlo antes de que cayese al suelo—. A veces lo que puede dañarte, es al mismo tiempo un arma para ti.

ENEMY FLAMES ▲ TEEN WOLF   ➂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora