35. Atrapados en el hospital

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Derek conducía a toda velocidad en medio de la tormenta con Jennifer en su camioneta, yo le seguía en mi auto junto a Payton y detrás de nosotras iban Scott y Stiles en el Jeep. La lluvia azotaba con fiereza el parabrisas y se me dificultaba tener un campo de visión claro de la carretera, pero de algo servía que me sabía de memoria la ruta hacia el hospital. En el pasado año, venir al hospital se había convertido en una rutina.

— Juro que tan pronto pueda, quemaré a esa perra —mascullé, presionando mi pie contra el pedal de gasolina.

— ¿Esto viene por celos o porque realmente te importan todas las muertes que ha causado? —preguntó Payton.

Gruñí.

Era un poco de ambas. Sí, me ponía celosa a muerte que Jennifer estuviese queriendo tener algo con Derek a todo dar, pero también me preocupaban las muertes. Intentaron matar a Danny, a Isaac, a Scott. Mataron a personas inocentes —de Harris no me preocupaba mucho, él sí era un maldito— y ahora tenía al padre de Stiles en su poder. Eso sin contar que la vida de Cora se encontraba en un hilo por su culpa.

— Sabes la respuesta —dije, deteniendo el auto frente al hospital, justo entre la camioneta de Derek y el jeep de Stiles.

Ambas salimos del auto en cuestión de segundos. Las gotas de lluvia me empaparon, deslizándose desde mi cabeza hasta mi cuello, continuando su camino por debajo de mi ropa. Estaban frías. Demasiado para mi propio gusto.

Derek agarró a Jennifer por un brazo, asegurándose de que no fuese a huir, y la obligó a caminar hacia el interior del hospital. Del Jeep bajaron mis amigos y Scott, Payton y yo nos quedamos mirando a Stiles, el cual tenía un bate. El bate de Melissa, específicamente.

— ¿Qué? Ustedes dos tienen garras, tú eres una imitación de Lava Girl y yo tengo un bate —se defendió Stiles.

En otra ocasión me hubiera reído, pero en esos momentos tenía mi mente enfocada en otro asunto; Cora y el papá de Stiles. Sacudí mi cabeza y entramos al hospital por la sala de emergencia. La mamá de Scott nos llamó tan pronto entramos, lucía perdida.

— ¿Qué haces aquí? —le preguntó a su hijo—. Están evacuando el hospital.

— Vinimos por Cora —respondió Scott.

Melissa nos miró. Éramos seis personas para buscar a una sola persona que, por cierto, se encontraba bastante grave.

— ¿Todos ustedes? —Entonces cayó en cuenta de algo—. ¿Por qué Stiles tiene mi bate?

— Mamá, confía en mi para esto. Tienes que irte de aquí. Ahora mismo.

Ella comprendió que se trataba de otro lío sobrenatural y que era cuestión de vida o muerte. Si le estábamos advirtiendo de algo, no era por boberías, sino por amenazas reales que nos afectaban a todos.

— El edificio debe quedar despejado en treinta minutos —nos avisó—. Tenemos dos ambulancias que van a regresar. Una está a diez minutos, la otra a veinte. Cora debe irse en una de esas. La recogerán en el estacionamiento del sótano —informó detalladamente para que no tuviéramos problemas en encontrarla.

Todos entramos al elevador, Jennifer en el medio de todos nosotros. Derek sujetaba a Jennifer y ella tenía una expresión de pocos amigos. Agarré la mano libre de él y me dio un leve apretón. Una sonrisa burlona se formó en mi rostro al ver la mirada que Jennifer me dirigió.

— No tienes que sujetarme, Derek —masculló—. Voy a ayudar.

Segundos después, el elevador se detuvo en el segundo piso y salimos hacia la habitación de Cora, solo para encontrarla completamente vacía. En el suelo había un charco de sangre negra mezclada con muérdago, a partir de este pequeñas gotitas hacían un camino fuera del cuarto hacia unas puertas.

ENEMY FLAMES ▲ TEEN WOLF   ➂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora