7:El amor tiene nombre y apellido: Maya Green.

11.7K 912 188
                                    

Miro a Katherine un segundo y ella me mira con esos ojos que suele poner cuando cree que voy a perder el control. Ganas no me faltan de hacer todo un escándalo, no fue mi ego lo que Miranda lastimó, que me haya abandonado no hizo menos mi hombría. Lo que sucede es que, acababa de perder a mi hermanita pequeña y sólo quería que la mujer que supuestamente me amaba y soñaba con ser mi esposa algún día me ayudara a ser fuerte, a superarlo, o al menos estuviera ahí para mí, como yo hubiera estado para ella sin importar nada. Además, Miranda no era sólo mi novia, fue mi amiga durante dos años antes de que diéramos el paso. Aunque honestamente no me sorprendía, si ni mi madre me quiso en ese entonces, qué podía esperar de alguien que no era mi familia.

Suspiro y paso de ella. Le sonrío con esmero a Katherine para que se tranquilice, no voy a atacarla si es lo que piensa, es una chica, hasta el día de hoy he podido controlarme en ese aspecto. Jamás he sentido necesidad de golpear a una mujer, ese pequeño fragmento de mi enfermedad está totalmente controlado.

Si creen que el TEI se resumen a quebrar objetos, golpear paredes y moler a golpes a abusadores y jovencitos estúpidos que intentan quitarme a mi novia, pues no, mi padecimiento no distingue sexos. He encontrado testimonios en la web de personas que han tenido pensamientos negativos frente a sus parejas, como la ansiedad de poner sus manos en su cuello y asfixiarlas, otros que han perdido el control y las han golpeado, ofendido verbalmente hasta sacar toda la furia. El jodido TEI no se desarrolla en todas las personas de la misma manera y hay quienes pasan toda su vida sin enterarse siquiera que lo padecen. Incluso hay muchos asesinos en serie que lo tienen, es una completa mierda.

Al menos, en ese ámbito puedo sentirme plenamente tranquilo, últimamente sólo me enfurecía la existencia de Bob y Tyler y las mentiras de Maya, pero jamás le pondría un dedo encima, primero me mato. Maya es mi paz, no el detonante. Al recordar a Maya concluyo en que no debo hablar con Miranda, aunque no me esté mirando no quiero faltarle de ninguna forma, ¿puede ser que esté tan enamorado de esa pequeña saltamontes que estoy considerando hablar con mi ex novia una falta de respeto? Puede que sí.

—Adam —repite mi nombre cuando entro a la oficina sin siquiera mirarla y cierro la puerta detrás de ella.

—Buenos días —me limito a saludar a mis padres.

—¿Dónde estabas hijo? Fui a buscarte a tu casa, nos tenías preocupados —dice mi padre.

—¡¿Qué te ha pasado en la mano?! —exclama mamá—. ¿Es tan difícil que te controles? —suelta y me enfurezco.

—Sí, es jodidamente difícil controlarse cuando estás rodeado de personas a las que pensaste no ver más en toda tu vida —digo con rabia.

—Era una simple pregunta, estoy tratando de entender tu enfermedad, hijo —me responde afectada y por un momento le creo, aunque con Samantha Jadra nunca se sabe.

—Pues lee, entrevista a un doctor. No hagas ese tipo de comentarios, cuando efectivamente sabes tan poco del TEI y has tenido un hijo que lo padece desde siempre.

—Hijo, por favor —me suplica mi padre.

—No has saludado a Miranda, ¿qué pasa con tus modales? —sigue mamá, no va a detenerse.

—Samantha, ¿podrías dejarme a solas con Adam? —le pide mi padre y mi madre, ofendida, sale de la oficina.

Esperamos varios segundos antes de retomar la conversación. Mi padre no menciona nada sobre mi notable mal humor. Tampoco pregunta las razones por la cual traigo vendada la mano y se dedica a animarme con todo esto del trabajo. Me explica cuáles serán mis funciones y aunque hace mucho que no me dedico a esto, tengo frescos los conocimientos aprendidos en la universidad, lo cierto es que me gradué con honores, e incluso tomaba tantas clases como podía, por esa razón a los veinte ya había terminado la universidad.

Las confesiones de Adam. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora