Hay momentos en la vida en los que nos sentimos derrotados, pero, hay otra cantidad de momentos en donde por pequeños fragmentos empezamos a creer que todo tiene sentido, que cada maldita cosa que pasa, buena o mala tiene una razón de ser y que, sin importar qué demonios ocurría hace cinco minutos, justo ahora, somos felices... yo... mi vida... sintió la diferencia entre los momentos de derrota y los fragmentos llenos de felicidad en cuanto Maya abrió sus bonitos ojos verdes.
Juro por Dios que en cuanto escuché las palabras salir de la boca de Franco algo sucedió dentro de mí, minutos atrás me había despedido de ella y luego, luego yo volví a la vida igual que ella, volví a sentirme completo, totalmente y sencillamente renovado, de pies a cabeza, otra vez yo.
No podía creérmelo, mi hobbit, la he recuperado después de creerme el hombre más infeliz del planeta, ahora me siento como un niño sin preocupación alguna porque ella está conmigo, está respirando por si sola, aunque si pudiera, incluso respiraría por ella, no es ningún secreto que me gustaría hacer todo por ella, que me encantaría que no fuera tan rebelde y me dejara cuidarla de la forma en la que realmente deseo cuidarla, aunque, después de todo lo que nos ha pasado no voy a aceptar negativas, Maya tendrá que adaptarse a mi sobreprotección quiera o no. No voy a permitir que vuelva a estar en peligro jamás. Soporté diez meses, luego dos años, pero la vida entera... yo no podría vivir por siempre sin ella.
Me muevo nervioso en la sala de espera, ya han pasado bastantes días desde que ha despertado y está intentando adaptarse a su vida nuevamente, de pronto se pone molesta por todas mis atenciones y no puedo evitarlo. Además, ya no somos los simples novios de antes, le he pedido que se case conmigo, sí, lo sé, es muy apresurado... demasiado... según nuestras madres nos hemos vuelto locos. Yo no lo veo así, estoy enamorado de Maya desde que la miré caminar hacia su casa con su cabello rebelde y seguiré enamorado de ella hasta que cada rizo castaño se convierta en hebras blancas llenas de recuerdos.
No me importa si piensan que es demasiado pronto, hemos pasado por tanto que quiero sentirla mía por completo, por todos los medios, así que sin importarme la opinión de los demás se lo he propuesto y ella ha aceptado. Soy feliz, con Maya no se trata de pequeños fragmentos, con ella se trata de SIEMPRE, incluso cuando discutimos soy feliz porque no quiero discutir con nadie más, no quiero reír con nadie más, no quiero amar con nadie más y por supuesto no le quiero hacer el amor a nadie más... es Maya o es nadie, fin de la historia.
—Entonces, ese hombre va a tocarte... —hablo entre dientes. Maya necesita fisioterapias para volver a caminar, tanto tiempo en cama ha debilitado su cuerpo a grandes escalas y moverse con naturalidad va a llevarle un tiempo.
—Adam, no va a tocarme de la forma en la que lo estás sugiriendo...
—Maya —la miro esperando que me comprenda.
—Adam, no exageres por favor —me suplica.
—Bien, no exagero... ¿A qué hora dices que son las dichosas fisioterapias?
—A veces por la mañana y a veces por la tarde... la de mañana está programada para los diez de la mañana, ¿por qué?
—Porque no vas a estar sola con un hombre que te estará tocando a su antojo, yo estaré contigo.
Se suelta a reír y quién no, estoy siendo irracional.
—Tienes que calmarte —susurra.
—Ya me he pasado calmado los últimos dos años, sabes que no soporto la idea de que alguien más te toque, bastante tengo con el hecho de que tu madre no permite que yo te duche... es... es... —mejor me callo.
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Las confesiones de Adam.
Teen FictionEscenas extras de ¿Cómo estar sin ti? Y ¿Cómo volver a ti?