10: Oscuridad.

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Han pasado tres meses desde que dejé San Francisco. No quiero sonar dramático, pero, han sido los peores meses de toda mi vida, jamás creí que las "heridas de amor" como las llama Katherine, dolieran de esta forma. No me siento yo, no me he sentido yo desde que dejé a Maya desnuda y a Tyler moribundo en aquella casa.

Estoy cansado de escuchar las mismas preguntas de siempre, esas que se han empeñado en hacer una y otra vez Katherine y Franco: ¿Por qué eres tan orgulloso? ¿Por qué no la buscas? ¿Por qué sigues sin creerle? ¿Por qué no la escuchaste? ¿Por qué insistes en hacerte daño? Por qué, por qué, por qué, por qué. Todos son unos jodidos por qué, los cuales no sirven ni una mierda.

¿Por qué soy tan orgulloso? Estar destrozado como sigo estándolo es ser orgulloso, ¿no? Irte porque de otro modo terminaría haciendo una locura es ser orgulloso, ¿no? Huir porque la rabia me estaba volviendo loco y sentía que de un momento a otro mi jodida enfermedad terminaría ganándome la batalla y la lastimaría, eso es ser un jodido macho orgulloso, ¿verdad?

¿Por qué no la busco? Sólo me falta amarrarme a la cama para no hacerlo, a diario voy al jodido aeropuerto para volver a San Francisco, cada maldito día miro su número por horas para llamarla, cada segundo de mi vida su rostro aparece en mi mente y también su cuerpo desnudo junto al de ese desgraciado. ¿Cuántas veces tengo que repetir que no es cuestión de ego ni es el caso del macho herido porque su mujer se acostó con alguien más? No es eso lo que me atormenta, no es imaginarme que lo disfrutó más, que la tocó mejor, que la hizo gemir más que yo, NO, NO, NO. Maya no era un pedazo de carne para mí, no era un cuerpo con el que dormía todas las noches, no era un objeto ni un juguete. Eso no es lo que me atormenta día con día, hora tras hora. Lo que me está volviendo loco es que la amaba; la amaba profundamente, la amaba ciegamente, la amaba más que a mí mismo, la sigo amando y ella no ha roto mi orgullo de hombre; ella ha roto mi maldito corazón, mis esperanzas, mi redención.

¿Por qué sigo sin creerle? Claro, seguro que para todo el mundo es fácil entrar a una habitación y encontrar al amor de tu vida sin prenda alguna junto a la persona que hacía sólo un par de meses atrás era todo lo que deseaba, quería y necesitaba. ¿Cómo pueden siquiera preguntarme eso? ¿Cómo se atreven a juzgarme? Me sentí la mierda misma al entrar ahí y verla de ese modo. Me sentí como el más fracasado de todos. Sí, claro que vive la duda en mí, sí, claro que he pensado cientos de veces que quizás sí la drogaron y al pensar en eso me dan ganas de matar a Tyler.

Sí, soy consciente de que, de ser así, el tiempo sigue corriendo y jamás me perdonará, ella no lo hará si continúo encerrado en el dolor, perdido en la oscuridad. El problema es que, no era cualquiera con quien la encontré, era Tyler. Hay una enorme diferencia entre haberla encontrado con un extraño y haberla encontrado con él, porque sea como sea, él no es defectuoso y yo sí, ella siempre quiso estar con él y yo llegué a interrumpir sus planes con mi mundo revuelto. Miles de cosas me pasaron por la cabeza aquel día, ¿y si se había cansado de mí y mis jodidos problemas? ¿y si al fin Tyler le declaró su amor y ella recordó que a quien quería era a él? ¿Y si ya estaba harta de mis celos absurdos? Sé que lloró frente a mí, que me suplicó que le creyera, que la traté de la peor de las formas, pero yo qué... lo que vi qué, ¿ella me hubiera creído que Miranda me había drogado? Es muy fácil decirlo.

¿Por qué no la escuché? Joder, si apenas podía mantenerme en pie, apenas y podía pensar, apenas y lograba respirar. ¿Escucharla? ¿Después de lo que vi? Sé que nadie lo entiende, no hasta que pasen por lo mismo, no hasta que tengan semejante escena frente a ellos.

¿Por qué insisto en hacerme daño? Como si lo hiciera por deporte. La extraño, ¡carajo! A diario, sin parar, me duele no verla, no sentir su aroma, girar en mi cama y no encontrarme su mata de rizos, ella era mi niña, mi todo, mi principio y mi fin y ahora estoy aquí viviendo otro infierno, otro peor que el que conocí antes de ella, uno del cual no encuentro salida. Ya ha pasado un tiempo y sigo en las mismas condiciones que aquel día en el que la encontré de esa manera.

Respiro agotado, siempre es lo mismo, me levanto temprano, me ducho, desayuno, le sonrío a mi madre sólo para que no intente iniciar alguna conversación estúpida conmigo e intento pasar tiempo con mis hermanos. Después de eso mi tiempo lo invierto en trabajo y más trabajo. La razón por la cual vivo nuevamente con mi familia es un estilo de terapia que honestamente no me está funcionando. Creí que, si volvía del todo a mi antiguo mundo, volvería a sentirme frustrado por pertenecer a el y eso restaría un poco el infierno en el que vivo desde que ella no está. Pero nada funciona, nada sirve, me duermo todos los días pensando en qué demonios hace, y me es inevitable no imaginarla con Tyler. Es tanta mi necesidad de saber de ella que he utilizado los medios de papá para averiguar ciertas cosas de su vida, como las universidades a las que pretende asistir, y sí, pretendo mover nuestros contactos para que entre a la que ella quiera. Eso no va a cambiar, sé cuánto desea estudiar y cuánto le preocupaba el hecho de no poderlo hacerlo, así que mi parte débil, esa que la sigue amando con todas sus fuerzas la ayudará.

Katherine afirma que sólo lo hago para volverla a ver, pues claro que deseo verla, ¡Cristo! Por supuesto que quiero verla, pero sigo sin estar listo, me aterra como a un niño la oscuridad, encontrarme con que ella está más que feliz con Tyler. Me duele y no me avergüenzo de ese hecho, me duele y no soy menos hombre por aceptarlo, me duele como a cualquier ser humano que por un momento pensó que las tinieblas en las que se había sumergido se habían terminado gracias a ella.

—¿Pensando en ella? —Katherine aparece en mi habitación—. Tía Samantha me dijo que tal vez yo podría convencerte de bajar a la fiesta.

—¿Y soportar los acosos de Miranda? No gracias, aquí estoy bien. Y no estoy pensando en ella, deja de insistir con eso.

Miranda ha accedido a solo ser mi amiga, pero en ocasiones parece no hablar el mismo idioma que yo.

—¿De verdad no te acostaste con ella? —Es la vigésima vez que me lo pregunta.

—¿Por qué insistes con eso? No quiero hablar de eso, Kat, no quiero que me la menciones, no quiero saber nada de Maya. Por favor deja de insistir —miento. Lo único que hago es pensar en ella.

—¿Eres consciente de que si se te ocurre dejar de ser tan idiota y buscas a Maya ella seguro está odiándote, primero porque no le creíste y segundo porque te acostaste con Miranda? Sé que te tengo harto, pero es que no es justo todo lo que pasó. ¡Por Dios reacciona!

—Ya —es lo único que respondo molesto y me acerco a las puertas de cristal que dan al jardín.

—Adam...

—¡Ya basta! A ti qué te importa si ella piensa eso, que lo piense, espero que esté tan mal como yo. Deja de mencionarla o me vas a volver loco, joder —grito y estampo mi puño en uno de los cristales y los pequeños pedazos de vidrio se esparcen en el suelo—. ¡Maldita sea!

—No dejaré de mencionarlo hasta que entres en razón...

—¿Por qué insistes tanto? Yo soy tu primo, no ella... —bufo soportando el ardor en mi mano, estoy sangrando en cascada.

—Porque temo que termines hundido, porque nunca habías tenido tantas crisis seguidas, Adam. Date cuenta, las manos se te van a caer de tantas heridas, de tantos golpes. Estás volviéndote loco, y no voy a dejar que te termines de matar. Maya no te engañó, ¡mierda! Ya para Adam —me pide cuando rompo el otro cristal y como si eso no fuera suficiente me arrodillo y amaso los vidrios hasta que me entierro la mayoría en la piel.

Estoy mal, sin ella estoy perdido, no sé qué demonios es; dependencia quizás, amor enfermizo, tal vez, otra faceta del TEI, puede ser, la maldita culpa de haberme equivocado y haberla tratado tan mal, a lo mejor. Ya no sé qué hacer, ni qué pensar. Me siento demacrado, ¿no puedo ser un tipo normal y olvidarla fallándome a todas las mujeres de Connecticut? No, yo estoy aquí, sintiendo lástima por mí mismo y por mi estado emocional.

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Confesión pequeñita, lo sé 💕

Gracias por leer ❤️❤️❤️

En multimedia: Talking to the moon 💔

Las confesiones de Adam. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora