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💜😘—¿Qué haré contigo cuando seas grande? —Le susurro a mi pequeñita hija. Hace seis meses que nació y ya estoy empezando a preocuparme. ¿Será tan rebelde como su madre? ¿Heredará mi problema? Maya me ha repetido hasta el cansancio que eso no sucede, y que, aunque sucediera será alguien completamente normal, igual que yo, pero, no he olvidado mi pasado, puede que ahora soy un hombre casi renovado, ya no me enfurezco como antes, he tenido que esforzarme para lograrlo.
A pesar de eso, de saber que puedes salir adelante, que puedes superarlo, ser feliz, enamorarte, tener un trabajo, hacer de tu vida lo que quieras y formar una familia si te apetece o seguir solo hasta el último de tus días si es lo que anhelas; no deseo que mis hijos atraviesen el mismo camino.
Suspiro, estoy siendo negativo, como Maya ha enfatizado estos últimos días. Le doy un beso a Alicia justo en la punta de su naricita y acaricio su diminuta frente. No sé si estoy obsesionándome con la idea o mi hija me recuerda mucho a Alicia, mi hermana. Quizás es sólo porque llevan el mismo nombre. Le he mostrado a Maya una foto de mi hermana con la misma edad y ha coincidido conmigo. Tal vez ambos estamos locos. Mis pensamientos son interrumpidos con el inicio de una larga rabieta de mi mini-hobbit.
—No llores, Ali, mami ya está por llegar —le digo, aunque sé que no entiende nada. Me pongo de pie y camino de un lado a otro con ella en brazos mientras su llanto empeora y empeora—. Tranquila, papi está contigo, sé que te gusta estar más con mamá, pero ¿qué hay de mí, pequeñita? Presientes que me volveré loco cuando tengas edad de tener novio, ¿cierto? Tu madre dice que no debo de preocuparme, la cuestión es que tendrás a todos esos demonios detrás de ti y yo tendré que controlarme.
La bebé deja de llorar de un momento a otro y respiro aliviado.
—Sólo tiene seis meses, estás siendo paranoico —la voz de Maya inunda toda la casa y tanto Ali como yo volteamos hacia ella. Es instantáneo, en esta casa todos estamos enamorados de mi saltamontes. Ali empieza a estirar sus brazos hacia su madre.
—Ya no quieres estar con papá, ¿cierto? Lo sé, lo sé, es muy controlador y molesto —bromea Maya tomando a Ali en brazos. Aún con ella en brazos le doy un beso prolongado que nos deja a ambos con ganas de más.
—Muy graciosa, hobbit. Veremos qué tan gracioso te parece todo cuando Ali se duerma y te tenga para mí solo —le advierto. Como siempre y a pesar de que ya somos padres, sus mejillas se tornan rosadas.
—¿Irás a trabajar? —me pregunta.
—No, me quedaré con ustedes.
—Adam... no tienes que cuidarnos de esta forma, de verdad, no va a pasarnos nada —insiste.
Dándole lugar a la honestidad últimamente no voy mucho a la oficina, eso no significa que me esté dando la gran vida y aprovechando de todo el dinero de papá. He decidido traer prácticamente todo mi trabajo a casa y sólo asisto a la empresa cuando es estrictamente necesario. Ya sé que estoy exagerando, pero exagerar es muy lo mío.
—Me gusta pasar tiempo contigo y Ali. No quiero perderme nada Maya, quiero estar aquí cuando diga su primera palabra y camine por primera vez... Sé que las cosas con mis padres ahora son extremadamente buenas, sin embargo, no he olvidado que desde bebés nos criaron desconocidos, no quiero eso para Ali, quiero que nos vea siempre, que nuestra presencia sea más importante que todas las comodidades que podríamos darle.
—A veces olvido que me he casado con el mejor hombre de todo este mundo —susurra. Le doy un beso en la frente y la dejo sola para adelantar un poco de trabajo.
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Las confesiones de Adam.
Teen FictionEscenas extras de ¿Cómo estar sin ti? Y ¿Cómo volver a ti?