3.

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Capítulo 3.
"Pensamientos fugaces"

¿Cuánta gente puede hacerte sentir realmente único, importante y especial? ¿Cuánta gente puede hacerte sentir... simplemente extraordinario?

Responder ante esa pregunta era una tarea difícil, sabía que apenas conocía a Savannah y decir que mis sonrisas siempre eran inspiradas por ella era bastante ridículo a decir verdad, sin embargo, aún no lograba explicarme a mí mismo esos sentimientos encontrados que se hacían presentes cada vez que la observaba desde la distancia.

Savannah era igual a las demás, pero a la vez diferente.

Savannah era fría como el hielo, pero a la vez radiaba calidez.

— Existen miles de especies, de diversos tamaños, colores, texturas y formas; viven prácticamente en todos los lugares del planeta. —El profesor Oliver dio un ligero suspiro y después prosiguió con su clase. Parecía estar muy centrado en el tema del que nos estaba hablando, pero por el aspecto de muchos, sus palabras sólo estaban cargadas de tortura y aburrimiento. —No todas las especies viven la misma cantidad de tiempo, la longevidad varía en cada especie y también en cada individuo dentro de una misma especie...

Una vez que sonó el timbre anunciando el termino de la clase, la mayoría se puso en pie dispuesto a salir por la angosta puerta de madera, pero fue entonces cuándo el profesor Oliver llamó la atención de la mitad del aula que comenzaba a disiparse.

— Antes de que se marchen me gustaría darles un breve anuncio. Prometo no demorar mucho y ser lo más claro posible.

Y por primera vez, puedo jurar que toda el aula había logrado atender a las palabras del profesor Oliver.

— No quería consultarlo con ustedes antes de recibir la aprobación del director Matthew. —Se aclaró la garganta. —Una vez que lo hablé con él, le solicité un permiso para conocer los bellos jardines botánicos de Atlanta. Él, afortunadamente me otorgó el permiso, así que posteriormente, quería mencionárselos con anticipación.

— Seguro será una experiencia única. —Comenté en voz alta, lo suficiente para que Savannah me escuchase pronunciar esa simple oración que después ella con facilidad ignoró.

— Pueden retirarse. Buena tarde jóvenes. —Concluyó el profesor Oliver.

Los alumnos del aula comenzaron a despejar el salón nuevamente incluyéndola a ella.

— Savannah ¡espera! —Grité efusivamente tratando de llamar su atención.

En un instante, creí que sólo se limitaría a seguir andando entre las personas pero en su lugar, decidió frenarse y observarme de pies a cabeza, o quizá no. Quizá su mirada iba más allá de eso... ella estaba estudiándome.

— No vayas tan rápido, no puedo seguirte el paso así. —Le comenté.

— ¿Qué necesitas, Nicholas?

¿Conocía mi nombre? Me había quedado pasmado y a la vez confundido. Ella sabía cuál era mi nombre.

— Espera, ¿cómo sabes mi nombre? —Pregunté estupefacto.

— Lo mencionaste anteriormente. —Respondió segura. Pero por su aspecto, sabía que eso era una completa mentira... es decir, me hubiese encantado haber comenzado con el pie derecho la primera vez que la observé pero ella nunca me lo había concedido.

— Es irónico. —Solté. —Nunca te dije cómo me llamaba, ni siquiera nuestras conversaciones iban más allá del ¿cómo te va? o... ¿qué tal?

Una lágrima entre la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora