Capítulo 7.
"Por mucho que cueste creer amigo, todos somos reemplazables"— ¿Qué tan rápido puedes mover tu trasero hacia el Park Bar? —Preguntó Eizen en un hilo de voz.
— Eizen ¿te encuentras bien? —Dije en tono preocupado. Hasta lo que yo sabía, Eizen no era de esa clase de personas que les gustaba pasar su fin de semana en un bar embriagándose.
— ¡Nicholas! ¡Debes venir acá! El ambiente es... impresionante. Hay chicas por doquier y está de más decir que el alcohol sin duda alguna es ¡la mejor compañía! —Gritó conmocionado. Sin embargo apenas y podía oírlo debido al enorme ruido que lo rodeaba.
— Bien. Eizen necesito que te muevas a otro lugar, apenas y logro escucharte.
Después de unos breves segundos de espera, Eizen volvió a retomar la llamada pero la diferencia era que ahora podía escucharlo claramente y sin ningún problema.
— ¡Diablos! ¡Debí de ser un completo estúpido para permitir que ella me rompiera el corazón en pequeños pedazos! —Chilló.
— ¿De qué hablas?
— Oh cierto, ni siquiera le pude contar a mi mejor amigo porque él siempre hablaba de Savannah y Savannah y más Savannaaaah... —Escuché el sarcasmo en su voz y de pronto yo ya lo había asimilado todo, estos últimos días había estado prestandole tanta atención a una chica que no hacía más que rechazarme sin siquiera preguntarle a mi único amigo cómo es que él se encontraba.
— Quiero que me compartas ahora mismo tu ubicación. Voy en camino.
Finalicé la llamada, pero en realidad ni siquiera sabía si podría armarme de suficiente valor para conducir hasta el lugar en el que Eizen se encontraba.
Jamás había conducido en toda mi patética vida, salvo una única vez cuando la abuela se enfermó y no estaba nadie en casa más que yo, realmente en ese momento estaba poniendo en riesgo mi vida y la de ella. Sin embargo fuese como fuese, ese día mi mamá y toda la familia me consideraron un pequeño héroe. Aunque yo no lo habría visto de tal forma, ya que cualquiera habría arriesgado su vida con tal de salvar la de alguien más.
Cuando regresé al comedor me percaté de que mis padres afortunadamente ya no se encontraban ahí por lo que no supe si sentirme calmado o verdaderamente preocupado ya que de cualquier forma yo les estaría mintiendo.
Empecé por buscar las llaves del auto que seguramente se encontrarían en el garaje y una vez que las logré divisar bajo un pequeño macetero me dispuse a encenderlo lo más pronto posible.
Dicen que basta con una simple mentira para poder llegar lejos, pero lamentablemente una vez que decides tomar ese riesgo ya nunca hay vuelta atrás. No estaba muy seguro si podría ser capaz de llegar tan lejos sin embargo Eizen era ese pequeño amigo que siempre había permanecido y supongo que de eso se trataba el verdadero valor de la amistad; de permanecer. Permanecer incluso cuando ya demasiadas personas te han dado la espalda. Permanecer incluso cuando ni siquiera tú eres capaz de quererte a ti mismo.
Subí al auto, abrí las puertas del garaje y luego ya no di vuelta atrás.
(...)
Llegué al lugar en el que únicamente sólo se podía respirar humo de cigarro y a decir verdad aquel sitio no era uno de mis favoritos. Todo se resumía a un pequeño bar atestado de gente fumando, bebiendo a más no poder y quién sabe si drogándose también... La mayoría de las personas presentes me observaban sin siquiera apartar la mirada de mí y después entre ellos murmuraban, generalmente yo jamás había sido una persona a la cuál le llamase la atención tomar hasta el cansancio pero había aprendido a respetar la vida de los demás siempre y cuando respetarán la mía también.
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Una lágrima entre la lluvia
Romansa"Me dijo que le gustaba verme sonreír. Quizás por eso se llevó mi sonrisa cuando se alejó de mí". Fueron sus últimas palabras antes de verme partir. Y de repente la había olvidado, ya no recordaba su aroma, sus besos, ni siquiera el sonido de su vo...