5.

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Capítulo 5.
"Cicatrices"

— ¿Alguna vez has llorado porque te odias? —Me dijo en un susurro.

Estaba a punto de besarla, de verdad. Savannah estaba hablando tan rápido que yo deseaba colocar mis manos en sus mejillas y callarla con un tierno y dulce beso.

Anhelaba con todas mis fuerzas besarla... besarla y no dejarla ir, besarla y sentir la cercanía de nuestros corazones latir.

—Estoy aquí, Savannah. —La estreché fuertemente contra mi pecho. La verdad es que nunca había sido tan sincero en mi vida como lo estaba siendo en aquel instante. Sentía esa diminuta necesidad de protegerla, de ser todo aquello que ella necesitaba. —Te prometo que te abrazaré hasta que el dolor pase.

Y de pronto, todo se desvaneció.

Me desperté consternado y asustado.

Por suerte, se había tratado de un sueño pero por primera y vez única sabía que aquel sueño significaría un tremendo problema. La chica de ojos tristes se había hecho presente en mí, tratando de avisarme que algo malo sucedía y que corría peligro. Sin embargo, lo que más me atemorizaba es que seguía sintiendo su ausencia en la realidad.

Pero debí de suponerlo, tan sólo la única manera en la que podría abrazarle sería en mis sueños.

(...)

— Tenemos que hablar. —Sentencié.

— ¿Y qué es de lo que necesitas hablar? —Savannah me miró por un nanosegundo. Ella se encontraba guardando un par de libros en su casillero mientras yo intentaba que esta vez no fuese a evitarme.

— Quiero hablar sobre ti. —Me aclaré la garganta. Savannah río sarcástica.

— ¿Sobre mí? —Hizo un desdén y luego prosiguió a cerrar fuertemente su casillero. 

— Sí, sobre ti, sobre sentimientos, sobre miedos, sobre todo. —Parecía que ella había comprendido, sin embargo esta vez ni siquiera pudo verme a los ojos puesto que su mirada se encontraba fija en la superficie, cómo si tratará de buscar una buena excusa para librarse de mí, pero hoy no se lo permitiría.

— Suena ilógico ¿no? Hablar sobre sentimientos...

— No. —Me relamí los labios— La vida es muy corta para ocultarlos. Jamás se debe tener miedo de expresar lo que sentimos. Lo que verdaderamente somos.

— ¿Qué pretendes, Nicholas? —Me cuestionó e hizo una mueca de disgusto. —Sólo déjame en paz. —Comenzó a andar entre toda la gente pero esta vez yo perfectamente pude seguirle el paso.

— Bien sabes que no lo haré. Sería imposible alejarme de ti.

— ¡Te lo dije! No puedes vivir sin mí. —Sonó histérica.

— Si que puedo vivir sin ti, pero no quiero.

Savannah no era mi aire, no la necesitaba para respirar pero algo dentro de mí me llamaba a quererla.

Desde el primer momento en que la había conocido, que mis pupilas habían contemplado su figura tan singular, perfecta y caprichosa supe que Savannah era una persona fría, insegura y que ocultaba montones de secretos. Pero pese a aquello, preferí a atreverme a conocerla y sobretodo conocer su propio infierno. Ahora no sería tan fácil que ella se deshiciera de mí como un trapo viejo.

Una lágrima entre la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora