10.

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Capítulo 10.
"No eres más que una rosa poco apreciada"

Las próximas semanas pasaron tan rápido que hasta se convirtieron en meses y al parecer... todo marchaba a la perfección, sentía que finalmente podía vivir sin ninguna preocupación que me alterará, aunque para ser sinceros, siempre que me encontraba en momentos felices me comenzaba a inquietar, puesto que yo muy en el fondo sabía que la felicidad plena no existía.

Y gracias a esto comprendí que no se podía llegar a tener una felicidad completa,se podía tener épocas en las que uno se encontraba mejor, pero siempre había momentos malos que te impedían alcanzar esa pequeña pizca de felicidad necesaria.

Esto me ayudo a recordar un poco una de esas veces en las que mi familia y yo fuimos de vacaciones en año nuevo con mis abuelos en Aspen, Colorado. Recuerdo que desafortunadamente no la pasamos muy bien que digamos debido a que en la cena familiar mi abuelo sufrió de un infarto, fue bastante doloroso porque se suponía que esas fiestas eran para celebrar y estar en compañía de todos tus seres queridos, pero en este caso, nosotros tuvimos que preparar y asistir a un funeral.

En ese tipo de momentos yo no sabía si llorar era lo único que me quedaba, o sí simplemente debía buscar consuelo en alguien.

Entonces me alejé un poco de mi entorno y subí a un árbol, realmente quería estar solo. Minutos después mi madre salió a buscarme y cuando se dio cuenta de que me encontraba ahí, también ella decidió subir conmigo. Ninguno de los dos mencionó alguna palabra y ella comprendió rápidamente que en nuestro silencio podíamos entendernos mucho mejor.

Parecía que el silencio entre los dos nunca terminaría pero justo cuando menos lo esperé ella simplemente habló.

— Soy una fiel creyente sobre lo que algunas personas dicen de la muerte... —Contemplé su mirada la cuál se encontraba ligeramente pérdida hacia la nada. —Las personas sólo mueren cuando uno mismo las olvida. —Y de repente ella me miró con cariño y sólo pude darme cuenta de que estaba siendo un completo egoísta. A mi madre también le dolía esa pérdida y yo simplemente les había estado dando la espalda a todos durante el duelo. —El abuelo vivirá en nosotros y en nuestro corazón por siempre.

Simples palabras lograron cambiarme.

Basto con la oración que mi madre me había dicho para aprender que nunca se le debía de dar la espalda a la felicidad y que todo se resumía a disfrutar de las pequeñas maravillas que la vida día con día nos regalaba porque quizás en algún futuro jamás volvería. La felicidad no se debía buscar, había que esperar a que llegará por si sola.

Recuerdo que inmediatamente corrí a sus brazos. Y ese abrazo para mí había sido uno de los más significativos en toda mi vida hasta que descubrí que los brazos de Savannah realmente necesitaban amor.

Descubrí que lo más importante era saber que alguien te quería y sobretodo estar consciente de ello. Pero más que nada descubrí que no se debía de buscar el corazón más grande o la cara más bonita, se debía buscar un corazón dañado y roto para llenarlo de amor.

Para llenarlo de felicidad.

  — ¿Por qué a veces siento que ella es un gran misterio? ¿Acaso tiene miedo de mostrarme su corazón? ¿Por qué parece que siempre me trata de ocultar algo? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Eizen me miró pasmado. Él y yo estábamos practicando golf debido a que era uno de sus pasatiempos favoritos pero aunque yo hacía mi mejor esfuerzo por tratar de concentrarme mi mente ya se la había apoderado ella. 

— Si tan solo pudiera mirar dentro de su mente quizás y así lograría encontrar algo que siempre me ha estado intentado de decir alguna vez...

Una lágrima entre la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora