CAPITULO 10 - MI CORAZON

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CAPITULO 10

-MI CORAZÓN-

(POV KAGOME)

De pronto las caricias pararon en seco, un profundo y letal gruñido bajo retumbó la cueva, me preocupé un poco "creo que este es mi final" pensé cuando se paró de golpe, pero el volteó hacia afuera, mi agitada respiración no lograba recuperar el ritmo normal y el fuego que sentía por dentro no se detenía, no sabía lo que estaba sucediendo, escuché un estruendoso sonido cerca de la cueva y Sesshoumaru desapareció, dejándome sola consumiéndome por el fuego que no cedía.

Mi acelerado corazón retumbaba el silencio, "¿Cómo puede hacer todo esto?, ¿Cómo puedo hacer yo todo esto?, Cuando estoy cerca de él somos como dos imanes soy atraída hacia el duro y frío imán; aunque me golpee por el impulso no puedo separarme, ¿De qué se trata?", el ritmo de mi corazón parecía que no cedería nunca.

(FIN POV KAGOME)







-En el castillo-

Kagura seguía recargada en la pared cercana al escritorio concentrada tratando de encontrar un lugar donde pudiera esconder algo tan valioso, sus ojos se posaron en el asqueroso trono de Naraku.






-Fuera de la cueva-

Un agitado y poderoso macho INU aun excitado por lo sucedido hace unos instantes se dirigía al asqueroso olor y ruido que había percibido, sus ojos de un rojo más intenso tan fríos y letales; la bestia estaba tan enojada que deseaba acabar con todo a su paso, pero su perfecta capacidad para concentrarse en sus objetivos hacía que se dirigiera hacia aquel lugar; eso era una característica de la raza pura de un Inukami.


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En la mente del Daiyokai

Yako estaba tan enojado que destilaba veneno de sus garras y su hocico; sus ojos rojos, la luna púrpura y sus singulares líneas brillaban intensamente demostrando su gran poder que podía reflejarse dentro y fuera del cuerpo del Lord del Oeste.

Las voces roncas y profundas de Yako resonaban haciendo temblar el interior de su mente.

-Ese maldito aroma-

El Lord racional estaba molesto que igual sus ojos se tiñeron de un tono carmesí y tenía su ceño arrugado.

-Mátalo-

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Cuando llegó a su destino lo que encontró fue una mancha roja con plateado, un particular rostro que estaba fuera de sí ya que sus ojos eran del color de la sangre con el centro azul, una línea púrpura de cada lado de su cara, gruñendo bajo y en posición de ataque, se encontraba un descontrolado Inuyasha enojado por lo que podía percibir; ni su espada podía sellar su sangre demoniaca.

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