2. La pesadilla

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.:Rose:.

Un leve, pero agradable besó a la altura de mi oreja me hizo sonreír sin y necesidad de abrir los ojos yo ya sabía quien era el culpable de haberme despertado. ¿Quejarme? Oh no, claro que no. Estaba demasiado complacida de sentir esos labios sobre mi piel que no me importaba haber sido despertada de mi sueño placentero y descansador.

– Roza, despierta – Un suave acento ruso me susurra a mi oído – Roza, ya es hora de levantarse

Gemí de mala gana mientras intentaba acurrucarme a la cama con la idea de que aferrándome a las sabanas no podrían levantarme. Su risa resonó suavemente cerca de mi oído.

– Roza... –

– Déjame dormir – Presione mis parpados con más fuerza.

– Venga, hay que levantarse. Llevas mucho tiempo durmiendo y ya es hora –

Abrí mis ojos lentamente y me moví de forma que sin tener que levantarme el rostro de Dimitri estaba a solo pocos centímetros del mío. Le sonreí levemente antes de sentir la presión de sus labios sobre los míos. Era un besó dulce, suave y cálido.

– Vamos, nos esperan abajo – Sonrió levemente. Se encontraba sentado en mi cama con ambas manos apoyadas en la cama de modo que me dejaba acorralada en ella.

– ¿Dónde está Lissa? –

– Ella despertó mucho antes que tú – Rió divertido – Ya levántate Roza, nos esperan para el almuerzo

Nuevamente sentí sus labios sobre los míos. Esa calidez, esa suavidad, ese sabor... todo era... espera.. ¿¡ALMUERZO!?

– ¿Cómo que almuerzo? – Me separé bruscamente y me senté alterada – ¿Qué hay del desayuno?

Dimitri me sonrió levemente – Te has quedado dormida y te lo has perdido – Con un ademan me indico el reloj de la mesa de noche. Lo mire sorprendida.

– Me he perdido la comida más importante del día – Dije sorprendida – Oh diablos. No puede ser cierto, yo tengo que desayunar

– Calma glotoncita, almorzarás –

– Primero: no me llames así. Y segundo: ¿cómo quieres que me calme? – Pregunte de mala gana – No voy a almorzar, quiero mi desayuno

Dimitri rió entre dientes y se puso en pie. Yo lo mire de mala gana, obviamente no iba a poder hacer nada. No puede ser que me haya perdido mi preciado desayuno, bueno, al menos me queda el almuerzo y a cena. Obligada me cambie de ropa, pero me negué a salir de la habitación sin un desayuno.

– Vamos Rose, nos esperan – Rió divertido por la actitud infantil que había tenido – Si tienes hambre comerás en el almuerzo

– Probablemente me asquee por ver a los alimentadores – Rodé los ojos.

– Vinieron cuando dormías – Gruñí nuevamente. Rápidamente eche un vistazo en la habitación. Lissa tenía todo tan ordenado, incluso ha ordenado mi desorden de anoche. ¿Qué le pasa?

– Si tienes tanta hambre, ¿por qué no bajas sólo? – Pregunte mirando mi tentadora almohada.

– Porque tu madre dijo que ya era de que despertarás y aparte no te dejaré – Se encogió de hombros.

Instintos de Dhampir, Rose y DimitriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora