Rapto.

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Ay, amigo, si supieras todo lo que ha pasado en... ¿Cuánto? ¿Tres días?

Para empezar te diré que no es fácil raptar a una mujer. Sí, has leído bien. No, no me he vuelto loco. Quizá sí me he vuelto idiota.

¿Por dónde empezar? Bien, el mismo día de navidad, pasadas las doce de la noche ("Graves, si eran pasadas las doce, ya no es navidad") Sí­, bueno, tú me entiendes) Eleanor llamó a mi puerta. Yo estaba en el cuarto, dando vueltas, preguntándome cómo solucionar ese embrollo o cómo desaparecer yo mismo para no tener que solucionar nada. Sin embargo, en cuanto llamó y dijo con esa vocecilla suya: ¿Graves?, no pude evitar abrir. Lo sé, lo sé. Deberí­a haberme escondido debajo de la cama o algo así­, pero en lugar de eso, abrí.

-Graves -dijo. Fue casi un suspiro de alivio, como si ella también pensara que yo me habrí­a escondido en algún lado como un cobarde (vale, si­. Aquel había sido exactamente mi plan inicial, pero ella no tiene por qué saberlo, ¿verdad?-. ¿Qué haremos para ayudar a Rebecca?

Miré por la ventana, dudando. Quizá ella creyera que yo saltaría, porque me agarró por la muñeca y susurró de nuevo mi nombre, como si se nos agotara el tiempo.

Probablemente así­ era.

Así­ que simplemente dije lo primero que se me pasó por la cabeza.

-¿Crees que podrías conseguirme un caballo?

Ella dudó. Miró por la ventana, como si pensara en tirarse también, y luego me miró a mí­, probablemente esperando que yo dijera algo como: ¡es una broma!, pero no lo dije y ella terminó por suspirar, derrotada.

-¿Un caballo? Supongo que podría robarlo... -La última palabra apenas fue capaz de susurrarla-. Pero, ¿qué vas a hacer?

-Raptar a Rebecca -dije, levantando la barbilla. Ella me miró como si yo estuviera borracho, pero mientras lo pensaba, una lenta sonrisa se dibujó en su bonita cara.

-Vale -concedió. Sonaba excitada. Cualquiera pensaría que yo le había dicho que la feria aparecía en el pueblo el día siguiente.

Le pregunté si sus padres estaban durmiendo ya. Ella respondió que no, que probablemente estarían simplemente en su cuarto, hablando. Le pregunté entonces si había más gente en la posada.

-¿En navidad? -Se burló.

-Bien -respondí­, pasando por alto su tono de voz. Rebusqué en mi bolsa de viaje una pequeña±a botella que llevaba un líquido transparente-. Prepárales algo de beber y échales tres gotas de esto a cada uno en el vaso. Cuando acabes, ven a verme. Después podrás ocuparte del caballo. ¿Lo harás?

Consejo del día: lleva siempre somnífero embotellado. Nunca sabes cuándo puede ser útil.

-Claro -aseguró.

No sé cuánto esperé. Hice planes febrilmente. ¿Hacia dónde podía llevar a Rebecca para que nadie la reconociera? ¿El sur? ¿El norte?

Preparé mi bolsa con algunas armas, ropa de abrigo, ya sabes, esas cosas de las que tendrás que hacerte amigo si terminas compartiendo oficio conmigo.

Me coloqué la capa de viaje con cuidado de que la capucha me tapara la cara y me colgué la bolsa al hombro.

Eleanor llegó justo entonces jadeando.

-Perdona. Quería asegurarme de que pasaba lo que se suponía que tenía que pasar.

En ese momento me di cuenta de que llevaba una bolsa de papel en las níveas manos.

Las lágrimas de la bruja. #PNovel #BubbleGum2017 #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora