Capítulo 9

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Era sábado en la noche, Brenda, Bob y yo estábamos hablando y riendo de las historias que contábamos, Emma había estado jugando todo el día con Bob y César en el trabajo, cuando llegamos a casa se quedó completamente dormida. Después de un buen tiempo de charla cada uno se fue a dormir, no había pasado más de dos horas cuando sonó el timbre, me levanté preguntándome quién tocaría el timbre a la una de la madrugada. Caminé directo a la puerta, mi corazón latía desenfrenado a causa de mi nerviosismo; abrí la puerta con mucha cautela y sacando un poco mi cabeza para ver quién era, me sorprendió ver a John con una cara de pocos amigos. Abrí completamente la puerta.

-¿Qué haces aquí?- pregunté soltando un suspiro.
- Perdón por venir a esta hora, sé que es muy tarde - demasiado pensé - pero será que podrías dejarme quedar ésta noche? -
-¿Qué?- su pregunta me sorprendió bastante.
- Es complicado, no quiero dar muchos detalles pero la primera persona que pensé que podría ayudarme sería tú y terminé aquí - estaba reacia a dejar que entrara pero su mirada de súplica hizo que le permitiera entrar.

Me agradeció y entró como si fuera su primera vez en el apartamento. Encendí la luz de la sala, le pedí que se sentara mientras buscaba una cobija y una almohada.

-¿Quieres algo de beber?- Pregunté dejando la cobija a su lado.
- Sí, agua por favor - le llevé agua y me senté en otro sofá, el silencio era muy incómodo y más por la situación.
- Bueno, es hora de dormir, acomodate y si necesitas cualquier cosa puedes llamarme - suspiré mientras recogía el vaso vacío.
-¿No vas a preguntarme nada? - su mano apresó la mía impidiendo que me moviera.
-No, debes tener tus propias razones y estoy segura de que en este momento no necesitas que alguien este preguntando y molestando para saber qué pasó ¿Estoy en lo correcto?- lo miré fijamente a sus ojos mientras asentía - cuando quieras hablar asegúrate de buscar a la persona indicada para escucharte - me solté de su agarre y dejé el vaso en la cocina.

Musitó un gracias mientras se acomodaba. Me desperté al escuchar el llanto de Emma, de inmediato me acerqué a ella cogiéndola en mis brazos, acurrucó su cabecita entre mi hombro y cuello; ví la hora, eran las 7:15 de la mañana.

Me cepille los dientes aún con Emma en brazos, salí de la habitación para preparar el biberón; me senté en la mesa para alimentarla, jugué con ella antes de bañarla, le puse un vestido rosa con flores y unos zapaticos blancos. La dejé en el caminador mientras me bañaba, me puse un shorts negro, una camisa blanca junto a unas sandalias negras; salí de la habitación seguida de Emma.

Mientras hacía el desayuno escuché unos pasos acercándose a la cocina, giré mi cabeza encontrándome con John bostezando y rascándose su estómago por debajo de su camisa.

-Buenos días Ariana - pasó al lado de Emma ignorándola mientras ella estiraba sus bracitos hacia él - Será que podría tomar un baño? -
- Si claro - musité incómoda por su presencia.
-Gracias -

Seguí haciendo el desayuno pero de nuevo fui interrumpida pero esta vez no fue John sino Emma, al parecer no le gustaba ser ignorada por John. La alcé tratando de calmarla, fue imposible; ví a John volver a la sala.

-John podrías sostener a Emma por un momento? No puedo dejar a medias el desayuno, por favor- insistí al ver su rostro de desacuerdo -¿Por favor?-
Suspiró y cogió a Emma -Esta bien- gruñó.

Susurré un "gracias" al ver que Emma poco a poco se calmaba, volví a la cocina siguiendo lo mío. Estaba poniendo los platos en la mesa mientras veía a John apretar el cachete de Emma y ella reía con entusiasmo, escuché una puerta abrirse varios segundos después Bob y Brenda aparecieron abrazándose, ambos me vieron y luego observaron a John, Brenda abrió sus ojos para luego sonreírme con malicia.

-Así que la persona que timbró esta madrugada fuiste tú, John - Bob lo miró mientras sonreía como niño.
- Sí, pasaron varias cosas - dijo levantando a Emma mientras ella estiraba sus brazos y sonreía.
- Bueno, a desayunar - dije llevando el jugo.
-Gracias mamá - Brenda dijo besando mi mejilla, Bob hizo lo mismo sentándose al lado de Brenda.

John se levantó entregándome a Emma, me senté a su lado. Desayunamos platicando y riendo, Bob y Brenda lavaron los platos mientras yo cambiaba el pañal de Emma, escuché que alguien tocaba la puerta de mi habitación, le pedí que entrara, era John.

-¿Dónde dejo esto?- levantó un poco la cobija y la almohada.
- La cobija en el armario y la almohada aquí - dije señalando primero el armario y luego la cama.

Emma se emocionó mucho verlo entrar, cuando terminé de cambiarla estiro sus brazos hacia John, le volví a pedir que la cargara un momento, lo cual accedió sin chistar, mientras guardaba varias cosas de la niña y mías en la pañalera, John se sentó en una orilla de la cama.

-¿Vas a salir? -
-Si, quiero llevar a Emma al parque de niños Bob y Brenda vendrán ¿Quieres ir con nosotros? - pregunté arreglando el cochecito de bebé.
-¿Puedo? No es que me llame la atención estar en un lugar repleto de niños pero tampoco quiero volver a mi casa, no por ahora - Emma le halaba las orejas mientras hablaba.
- Claro que puedes venir con nosotros -

Agradeció mientras cogía a Emma en mis brazos, Bob estaba en la puerta sonriendo diciendo que si podían ir también a lo que contesté que si. En menos de una hora ya estábamos en el parque, Brenda y Bob se llevaron a Emma a los juegos dónde estaban varios niños, era como ver a unos niños cuidando de un bebé; John y yo nos quedamos sentados cerca de los juegos de vez en cuando les tomaba fotos aparte de eso no hacíamos nada más, el sonido de las risas y gritos de los niños era lo único que irrumpía el silencio que se había formado entre nosotros.

- Eres muy despreocupada- John habló acabando ese molesto silencio - dejaste que yo, un hombre que apenas y sabes su nombre entrara a tu casa en la madrugada, además dejarlo quedar sin preguntar el por qué estaba ahí, podría haber hecho algo malo - se notaba en su voz lo confundido y enojado que estaba.

-Pero no hiciste nada malo, me ayudaste con Emma, además no eres mala persona; solo ví que necesitabas tiempo a solas fuera de tu casa y sin personas que molestara ese momento - dije mirándola fijamente - mi casa solo fue un escape a tus problemas -
-Eres extraña, nunca había conocido alguien como tú -
-No soy extraña soy igual que tu, mi trabajo es mi escape a mis problemas aunque no siempre puedo escapar- sonreí con pesar.
-Entonces si quisiera volver a escapar, ¿Puedo volver a usar tu casa como esa guarida? - sus ojos demostraban lo serio que era respecto a eso.
- Sí, siempre y cuando lo enfrentes en algún momento y ayudes en casa -

Lo escuché reír mientras que con su cabeza asentía, volvió a pedirme quedarse en la casa a lo que contesté que sí.

UN DULCE ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora