UN DULCE ENCUENTRO

Capítulo 1

Acababa de salir de la universidad e iba de camino al trabajo. Cuando llegue a la cafetería me di cuenta que había mucha gente, así que me apresuré a cambiarme.

- llegaste a tiempo Ari -
- Jefe, buenas tardes - dije apresurada por llegar a su lado.
- César, ¿Cuantas veces tengo que decirte que me llames César? - dijo alborotando mi cabello.
- ¡Aaa! Ya entendí Cesar, pero no me alborotes el cabello - dije arreglando mi cabello.
- Eso esta mejor, cuento con tu ayuda - dijo besando mi frente.
- Claro -

César era el dueño de la cafetería y mi jefe, trabajo para él desde hace más de un año. La primera vez que nos conocimos fue en un parque; ese día estaba muy enferma y caí inconsciente. Cuando desperté estaba en el camerino de empleados en ese local. Aún recuerdo lo que hable con Cesar ese día.

Flashback

"- ¿Dónde estoy? - pregunte confundida.
- En mi cafetería - me respondió un señor.
- ¿Y usted quién es? - pregunté mirándolo con desconfianza.
- Me llamo César y soy el dueño de esta cafetería - sonrió - y tú ¿Cómo te llamas? -
- Ariana, Ariana García -
- Mmm bonito nombre. Y dime Ariana que hacías tan tarde en la calle y con uniforme? ¿Y tus padres? -
- Yo sólo ... buscaba un trabajo -
- Eres muy joven para trabajar, aunque no soportes a tus padres aguantalo hasta que cumplas la mayoría de edad - Su voz era una mezcla entre diversión y seriedad.
-Vivo sola por eso busco trabajo - respondí con brusquedad.
- Ya veo, entonces trabaja para mí, necesito que alguien me ayude con la cafetería; tráeme la autorización firmada de algún amigo o familiar mayor de edad y listo - dijo sonriendo.
-  Gracias por ayudarme es hora de irme - dije levantándome rápido, desconfiaba de él.
- Espera. No importa, no importa. Simplemente trabaja aquí, quiero que trabajes para mí - dijo cogiendo mi mano.
- ¿Quieres que trabaje para ti?
¿Por qué? -
- Porque estoy interesado en ti. - respondió sonriendo.

Quede muda, ese hombre quería que trabajara ahí por una razón tan estúpida y simple.

- ¿Eres un niño o qué? Dame una razón lógica por favor - dije enojada.
- ¿Razón lógica? No la tengo. Todos los que trabajan aquí los he escogido porque me interesan nada más -
- Ahh - suspiré - nunca he trabajado y ... -
- Yo te enseñaré y listo -
- Está bien, trabajaré para ti - dije con resignación.
- ¡SÍ! - exclamó abrazándome.
- ¡Hey! ¡Suéltame, qué te pasa! - grité apartandolo.
- Vamos, estoy feliz de que aceptaras - dijo haciendo pucheros y abrazándome más fuerte.
- Sigo pensando que eres un niño, mejor me voy - dije apartandolo.
- Te acompaño a casa -
- No, estaré bien sola, gracias -
- No, una mujer no debe andar sola en las noches es peligroso. Espera organizo y te acompaño - dijo mirándome con seriedad.
- Demonios, no gracias mi casa no queda tan lejos, además sigo desconfiando de ti. Cambiando de tema ¿Cuando empezaría a trabajar? -
- Eres terca pero me gusta. Empezarás mañana mismo. Como no quieres que te acompañe entonces no me queda más remedio que preguntar tu número. Te enviaré un mensaje para darte la hora y para que me envíes un mensaje cuando llegues a casa -
- Está bien - suspiré resignada"

Desde ese día empecé a trabajar ahí. Con el tiempo le conté una parte de mi vida a César y él como siempre empezó a comportarse como un niño mimado pero nunca pregunto más y agradecí eso, él mismo había dicho que si quería hablar esperaría hasta ese momento.

Hoy fue un día muy pesado, los clientes no dejaban de llegar eran las diez de la noche y aun seguíamos atendiendo a las últimas personas.

- Si quieres puedes irte ya, Ari - dijo César pasando por mi lado.
- ¿Eh? - gire a mirarlo - no hace falta, mañana no tengo que ir a la universidad - dije sin darle importancia.
- Entonces te llevaré a casa y no acepto un no -
- Puedo ir sola, no quiero que un viejo me acompañe a casa - dije mirándolo con burla.
- Hey! No soy viejo aún estoy en mis 20 - dijo haciendo pucheros.
- 27 ya es ser viejo, anciano - dije mirándolo con inocencia.
- Eres terrible pero me gusta. Vamos, dejame llevarte ¿Si? - dijo mirándome con ternura.
- Eres un viejo persistente. Bien, sólo hasta el parque y no acepto algo más, me quedaré a ayudarte a limpiar, además no tengo nada que hacer en casa - dije sin importancia.
- Bueno algo es algo, entonces aceptaré tu ayuda - dijo sonriendo.

Por fin se habían ido todos los clientes. Ahora estábamos terminando de limpiar y organizar, la mayoría de mis compañeros de trabajo se habían ido sólo quedamos César y cuatro más.

- Ya pueden irse chicos, gracias por todo y nos vemos mañana - dijo César a los otros chicos mientras lavaba los platos.
- ¡Nos vemos mañana! - exclamaron todos a la vez antes de salir.
- Bueno, dame 10 minutos y nos vamos - dijo lavando más rápido de lo normal.
- Vale, ya casi termino de limpiar las mesas y cierro el frente de la cafetería -
- Gracias -

Ya habíamos terminado de arreglar la cafetería y ya estábamos caminando en dirección al parque. En el camino hablamos de la universidad y cosas nuevas para la cafetería.

- Ya llegamos - dijo César.
- Gracias por acompañarme - dije girando para mirarlo a la cara.
- Ve con cuidado ¿Ok? - dijo besando mi cabeza.
- Tu igual -
- ¡Nos vemos mañana! - exclamó corriendo por donde habíamos venido.

Estaba caminando en medio del parque cuando escucho el llanto de un bebé. Gire mirando a mi alrededor pero no miraba a nadie así que caminé donde se escuchaba al bebé.

Lo encontré en medio de un arbusto envuelto en una cobija. Lo recogí y tenía pegado una nota que decía:

"Por favor, cuiden de ella. No tengo como mantenerla ni siquiera la he podido registrar. Quien seas, se lo ruego cuide de ella. Su nombre es Emma."

No sabía que hacer, tenía a un bebé abandonado en mis brazos, no sabía si llevarlo a casa o dejarlo en la estación de Policía.

- ¿Qué hago? - dije mirando a la pequeña bebé como si fuera a darme una respuesta favorable para ambas.