Faltaban apenas dos días para el baile de halloween; el entusiasmo se hizo presente en todo el instituto. Ya todo el mundo se había olvidado lo sucedido con Andy y Sostoa en el gimnasio, ya que el tema principal era el gran evento.
—¿Es joda? ¿Cómo que no lo expulsaron? —pregunté, fastidiado.
—Según lo que me dijo mi madre, sus padres fueron a hablar y le rogaron al director que lo dejaran terminar el año, porque ya había repetido muchas veces y si lo expulsaban a esta altura, iba a repetir otra vez y tendría que hacer el nocturno. Supuestamente está arrepentido, de todas formas lo suspendieron como por un mes, y si se me acerca, mis viejos le van a poner una denuncia.
—Deberían haberlo echado por todo lo que hizo, casi te mata —comentó Daniel.
—Sí, mis padres dicen lo mismo, estaban furiosos.
—Entonces al final... ¿te quedás?
No estaba seguro de querer escuchar la respuesta a esa pregunta. No quería que Andy se cambiara de liceo. Por más que Sostoa hubiera recibido su castigo, si él se iba, al final habría cumplido con su cometido.
—Me costó mucho convencerlos, mi madre dice que es un peligro que esté en el mismo espacio con una persona como Sostoa, me dio todo un discurso sobre mi seguridad e integridad física, pero al final... sí, me quedo. Le dije que no quería perder el año por culpa del gordo, y a estas alturas no puedo cambiar de liceo, porque repito.
Suspiré, aliviado.
—Sería una lástima que te rifaras el año por su culpa, es lo único que le faltaba por hacer —comentó Dani.
—Exacto, no le voy a dar el gusto. Además, tengo que acompañar a una suricata al baile.
Yo solo atiné a sonreír y como siempre, a hacerme el bobo. Había adoptado esa actitud como un mecanismo de defensa para ocultar mis sentimientos. Daniel solía decirme que Andy me tenía embobado, ¡y claro que tenía razón! Decir que me había enamorado me daba un poco de miedo, pero a esas alturas, ¿para qué negarlo? Había pasado tan rápido que todavía lo estaba procesando, pero sí, digamos que sentía algo muy fuerte por él.
Pasamos el resto de la tarde en la plaza de deportes. Cerca de las siete, Andy regresó a su casa y Daniel me acompañó hasta la mía, como era costumbre.
—¿Se lo vas a decir? —comenzó con una sonrisa pícara.
—¿El qué?
—Ay, no te hagas el boludo, van a ir al baile juntos, ¿no te parece que es como muy obvio? Tenés que aprovechar para declararte.
—¡Estás mal de la cabeza! —chillé, tan avergonzado que sentí mi cara encenderse.
—Eric, no seas cagón, ¡comportate como un hombrecito! Si no se lo decís vos, se lo digo yo. ¿No te basta con todos los mensajes que mandó? No cazás una...
—Y todavía hay algo que no sabés... —murmuré.
—¿Ya tuvieron sexo?
—¡No! Si hubiera pasado eso no estaría tan cohibido, tarado. La otra noche en su casa, antes de lo que pasó con Sostoa... creo que estuvimos a punto de besarnos, pero su madre llegó a interrumpir y... bueno. Igual ya me besó antes, pero...
—Esperá..., ¿¡que te qué!? A ver si entendí, me estás diciendo que Andy te besó y todavía seguís teniendo dudas sobre sus sentimientos hacia vos? Pero vos tenés un problema en la cabeza o algo. Te caiste de la cuna al nacer, Eric.
—¡Es que no fue exactamente un beso! Fue como un... —Hice ademanes con las manos—. Como un rose, ¿entendés? estábamos jugando de mano en mi cuarto, Andy me estaba enseñando a pelear, y de pronto, bam... —Choqué las dos manos, y Daniel soltó una carcajada.
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Andy
Non-FictionEric García es un chico de quince años que es acosado por Martín Sostoa, un bravucón de su clase que hace de su vida un infierno. Eric deberá superar sus miedos e inseguridades para enfrentar a su agresor, pero al conocer a Andy, conseguirá mucho má...