Eran las nueve y media de la noche y la gente ya empezaba a acumularse en el jardín.
Toda la carretera de delante de la casa estaba llena de coches, en las que miles de universitarios con ganas de juerga habían venido. Un grupo de chicas demasiado contentas acababa de entrar, y al pasar por mi lado dejaron un suave aroma a, como no podía faltar, tequila.
-Jane, estamos todas fuera.- Lexi, bastante divertida, me cogió del brazo mientras me llevaba con todas.
Me quedé parada delante de la barra de las bebidas, observando el panorama.Que trabajo tan ridículo, servir nosotras las copas cuando cualquiera podría coger la botella y llenarse el vaso. Cualquiera, por supuesto, que no viera doble y pudiera estar en pie sin caerse.
Aunque ya nos estaba bien el que nos pagasen por un trabajo tan absurdo como lo es llenar vasos.Me puse en el otro lado de la barra, al lado de Lexi, para ayudar o al menos hacer ver que hacía algo. La música sonaba cada vez más fuerte, o eso es lo que yo notaba. Desde luego que tener un resfriado no era compatible con asistir a una fiesta. Desde allí podía ver como algunos grupos habían optado por traerse la bebida de casa, a saber lo que contenían esas botellas. Me preaparé un vaso a mi misma.
-Queremos ocho chupitos- dos chicos de por lo menos unos diecinueve años se acercaron.
Lexi se puso a poner los vasos en la barra, mientras yo los llenaba todos hasta el tope.
-¿Podréis aguantarlo?- dijo mi compañera con una medio sonrisa mientras les entregaba cuatro vasos a cada uno.
-Si quieres nos ayudas- el chico rubio le guiñó un ojo, y los demás nos reíamos.
-Ya, será la próxima vez- Lexi frunció los labios aguantando la risa, muerta de vergüenza.
Los chicos se alejaron divertidos y vi que se dirigían hacia un grupo numeroso de personas. Por una parte me relajaba saber que no iban a beberse eso ellos solos.Se ve que no solo nuestro trabajo consistía en servir bebidas, si no que también teníamos que aguantar comentarios de gente hasta arriba de alcohol y sin ningún tipo de coherencia, aparte de ofensivos. Genial. Decidí tomármelo con humor, aunque a cada minuto tuviera que sacar un pañuelo de mi bolso para sonarme.
Cuando mi oídos no podían soportar más música, mis ojos más colores, y mi cabeza tanto alboroto, decidí alejarme un poco de la fiesta. La parte delantera de la casa estaba prácticamente intransitable, por lo que me escabullí con un vaso de tequila en mano fuera de la vista de Tom hacia la parte trasera, por lo que parecía ser la única zona medianamente tranquila de todo ese farfullo. Me senté en la repisa de piedra y apoyé la cabeza en la pared de la casa, suspirando. Antes de que empezara la fiesta me tomé una pastilla, la cual no estaba dando el efecto que yo necesitaba. La tos seca se había convertido en dolor de cabeza y mocos, mocos por doquier.
No sabía si el dolor de cabeza era por el resfriado, o por todas las cosas que me habían pasado juntas y revueltas en mi cabeza, mientras bailaban al ritmo de la música que sonaba a un volumen exagerado.
Nunca había tenido acto de presencia en algún tema tan serio como era del cual me hice responsable. Porque tener la responsabilidad de ayudar a alguien con problemas de alcohol es algo serio, y aún tenía que hacerme a la idea. Por una parte tenía claro lo que iba a decir, pero por otra era el modo en que lo iba a expresar, ya que Derek tiene varias personalidades. Si en el momento de tener esa conversación da la casualidad de que estoy hablando con el Derek pacífico y tranquilo, podríamos llegar a entendernos, pero si hablo con su versión borde y arrogante, acabaría por gritarle las cuatro burradas que se me pasaran por la mente y me quedaría tan ancha. Aunque tenía claro que de una forma u otra, no acabaría del todo bien.
Di el último trago del vaso y me levanté de la repisa. El pinchazo que sentía en la sien se iba disipando y me sentía con fuerzas para volver a retomar mi puesto en la barra, puede que fuera por el subidón después del vaso de tequila. No fue hasta el momento en que empecé a andar cuando noté que mis pies dolían más de lo normal. Estaba por volver junto a la masa de gente cuando unos gritos me distrajeron. Lo que me faltaba, una pelea de gallitos borrachos estando yo casi en el mismo estado. Alcé la vista, y si no llega a ser gracias a la luz de las farolas, no distingo una mula a un burro. Pude ver a un chico de espaldas, hablando a gritos con alguien que tenía delante. No lo reconocía, así que decidí seguir mi camino antes de detenerme. Delante del que me daba las espaldas vi a alguien, mejor dicho algo, que delató de quien se trataba. Vi el pañuelo rojo que llevaba el chico de mi cita, Alex.
La imagen de Nathaly se me grabó en la mente, diciendo que esa misma persona se iba a pasar por la fiesta para arreglar asuntos del pasado con alguien. Ahora me faltaba descubrir quien era ese alguien, aunque mi cerebro ya tenía a alguien en mente. Decidida y con paso firme a pesar de las eses que evitaba, me acerqué hacia aquellos busca bullas, porque era todo lo que parecía. No parecieron darse cuenta de mi presencia, los gritos aumentaban cada vez más. No podía ni contar con la mente la cantidad de tacos que se decían por segundo. A pesar de mis dos copas de más, pude distinguir la voz y la cara del otro tío cuando ya los tenía delante.
Era demasiado tarde, Derek ya había decidido estampar su puño en la cara de Alex.
Portada: Nathaly.
¡Sin sangre no hay pelea! JAJAAJJ
No, no, no, es mejor jugar a cartas.
Espero que os haya gustado ❤
ESTÁS LEYENDO
Fraternidades ✔️
Roman pour AdolescentsJane llega en su primer año de universidad a la hermandad de las PNK, unas auténticas carcas que debe renovar. Fiestas, alcohol, noches, chicos... no saben lo que se pierden. Pero ahí también están los chicos, los queridos chicos de la fraternidad...