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SeokJin se encontraba solo. En casa. Sin nadie a su alrededor. Solo el, mirandose en el espejo. Sobo su pancita, la cual se encontraba al descubierto ya que se había sacado su buzo rosa.

Suspiro.

Esto era inútil, por más que dejara de comer o hiciera ejercicio, el siempre sería gordo. Odiaba su cuerpo, seguro NamJoon lo había engañado por eso, por ser gordo. ¿Cómo alguien tan perfecto como el menor iba a durar tanto tiempo a su lado? Era prácticamente imposible, y lo había confirmado luego del engaño de NamJoon.

El ya no lo queria. Seguramente odiaba haberse casado con un hombre feo y gordo. Y aunque el le había pedido una nueva oportunidad, era cuestión de tiempo para que volviera a buscar a alguien más, si no es que volvía con su ex.

Sintió como un camino húmedo recorría sus mejillas. Se toco el rostro y observo sus dedos. Era un milagro que todavía tuviera lágrimas ya que el llanto nunca se detenía. Era algo de todos los días. Llorar y dormirse, levantarse más temprano que los demás y arreglarse las pronunciadas ojeras que poseian sus ojitos castaños, luego tratar de sonreír y hacer como si estuviera bien.

Aunque no lo estaba. Se sentía horrible, como si hubieran arrancado su alma y la hayan tirado por la ventana. Quería ser fuerte por lo último que le quedaba, que eran sus hijos. Esos tres rayitos de sol que iluminaron su vida desde que los trajo del orfanato. Aquellos niños que habían sufrido tanto, como el cuando era pequeño. Se prometió así mismo a darles una educación, un hogar feliz y una vida más saludable llena de amor y calidez. Se habían robado su corazón por completo. Pero ahora lo menos que estaba haciendo era darles atención y cariño. No quería meterlos dentro de su arduo y oscuro mundo en el que se encontraba ahora. No iba a dejar que sus problemas los afectara.

Levantó la mirada y se encontró a sí mismo observandose con una sonrisa cinica y sarcastica, como si su propio reflejo se estuviera riendo de el.

— Nos encontramos nuevamente, mi querido SeokJin.

Habló su otro yo desde el espejo ladeando la cabeza con una mirada despectiva.

El pelirrosa tragó saliva. Otra vez no le podía estar pasando esto. Creía que lo había sacado de sus pensamientos hace mucho, pero allí estaba la parte mala de su mente, el que le decía cosas malas y horribles, el que lo había obligado a hacer tantas cosas de las que ahora se arrepentia. No quería escucharlo. El era malo.

— ¿Q-qué... q-quieres? — se puso nervioso de inmediato. Esto no era nada bueno. Comenzaba a tener miedo. A tenerse miedo a si mismo.

Su reflejo parpadeo un poco y a lo lejos se escucho una risita. El SeokJin del espejo volvió a aparecer está vez negando con la cabeza.

— Parece que aún no me olvidas. ¿Todavía me tienes pavor? Bueno, no es nada nuevo, siempre fuiste una chiquilla frágil y maricona.

¡Soy hombre maldito! — el pelirrosa grito impotente sintiendo como las lágrimas comenzaban de nuevo.

Eso no es lo que decía tu padre cuando te tocaba y tú no lo negabas. Siempre fuiste una pequeña puta, es curioso que no te hayas prostituido, pensé que terminarias en la calle más tiempo. Ya veo que no — se cruzó de brazos y en su rostro aparecio una sonrisa maligna.

SeokJin soltó un quejido lastimero y retrocedió hasta el borde de la cama, donde deposito su cuerpo tembloroso. Se tapo la cara con las manos y deseo no estar ahí.

— Oh, pobre Jinnie, ¿donde está tu querido Nam? Seguramente con otra mujer, que lo satisfaga mejor que tú, cualquier persona sería mejor que t-

¡Callate! — agarró del piso un zapato y lo tiro con brusquedad impactando sobre el espejo, rompiendo el vidrio en el proceso — ¡No quiero escucharte, no quiero escucharte! — SeokJin cayó al piso sobre los pequeños pedazos de vidrio, donde se lastimo las palmas de las manos y las rodillas.

Se quedó en el piso, sentado. Mientras leves gotas de sangre salían desde las heridas y cortés que tenían su bello cuerpo, mezclandose con las lágrimas que caían desde sus ojos tristes.

— ¡SeokJin, oh dios mío! — NamJoon entró tirando las bolsas que traía en cada mano y corrió hacia la débil anatomía de su esposo — Amor, ¿que te sucedió? — el menor lo sostuvo entre sus brazos mientras se unía al llanto del mayor liberando lágrimas de desesperación.

— E-el... dijo q-que estabas... c-con otra mujer — respiro hondo y acaricia levemente la mejilla de NamJoon — ¿Es... e-eso cierto cielo?

NamJoon comenzó a sollozar mas fuerte y apretó fuertemente a Jin contra su pecho meciendolo para calmarlo un poco y brindarle un aunque sea algo de calor.

Cuando vio a SeokJin en el suelo con sangre alrededor pensó lo peor, sintió que su corazón se paraba por un momento y creyó que moriría en ese mismo instante. Su precioso ángel, estaba tan frágil y tan desprotegido que lo había dejado con una gran herida en el corazón.

Y es que NamJoon lo amaba y el se sentía culpable de todo lo que le estaba pasando a SeokJin.

Después de todo si no fuera por el, el mayor no estaría así.

040817 | lula
Namjin

La verdad me costo escribir las cosas malas e insultos hacia SeokJin, el es mi bias de bts, lo amo mucho y escribir todo eso fue duro ):

También quería decirles algo sobre las personas que piensan negativamente sobre su cuerpo. Nadie tiene que menospreciarte por ser diferente, nadie tiene que inventarte un defecto innecesario. Si, nadie es perfecto, pero los defectos que tenemos es lo que nos hace especial. Si tienen problemas hablen con su familia o con un adulto o amigo de confianza.

Amense tal cual son, todxs son hermosos y nadie tiene el derecho de decirles lo contrario.

Lula los ama. ♡

last chance #o2 | namjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora