Capítulo 7

190 26 9
                                    

-Soldados-

Laura

Solo escuchaba las voces, trataba de hacer mi mayor esfuerzo por abrir mis ojos pero era como si les hubiesen puesto un candado, dejándome inmersa en una plena oscuridad.

Escuchaba murmullos, hasta que de pronto alguien me sujetaba. Sabía que la persona que me tomó estaba corriendo, lo único que deseaba era que esa persona no fuera el príncipe o alguno de sus fieles soldados.

Estaba asustada, en serio lo estaba, todo era totalmente negro, no había nada.

¿Habré muerto? ¡Oh por Dios!

Me estaba hiperventilando, un momento, ¿los muertos respiran? Quizás cuando mueren llegan a otro mundo donde aparentan que respiran....

¡Me estoy volviendo loca! Un muerto no respira, las hormigas no cantan y los perros no hablan. ¡Laura, ubicate!

Estoy quizás muerta o tal vez muy cerca de estarlo. No sé qué ha sido de mi cuerpo en la realidad.

Nuevamente escucho voces.

—¿Va a despertar? —después de esto un eco se apodera de mis oídos y tengo que cubrirlos, como si el sonido se intensificara. Temo confundir sonidos de mi cabeza a los de la realidad.

Destapo mis oídos y trato de caminar a algún lugar donde encuentre una salida. Me pierdo en mis pensamientos durante unos instantes, realmente las dudas me estaban carcomiendo por dentro.

Niego con mi cabeza para alentarme a mi misma que todo esto es solo unas pesadilla de la cual pronto despertaré.

Mejor me quedo quieta y veré lo que me repara el destino, se ve como una muy buena idea. Espero.

Diego

Ya habían pasado varias horas y Laura no despertaba. Cada quince minutos verificavamos su temperatura, pero siempre estaba exactamente igual, helada hasta los huesos.

Temía que el golpe del príncipe hubiese lastimado a Laura mucho más de lo que parecía una bofetada, de ser así yo mismo iré a inundar su castillo. Y si es posible que él se ahogue.

De acuerdo, este no soy yo. No suelo desearle la muerte a las personas.

Dejo escapar un suspiro y me pongo en pie y camino en dirección al cuerpo inmóvil de Laura.

No puedo evitar soltar un gruñido al ver que su estado siempre es el mismo, deficiente. Nunca mostraba una mejoría y ya era algo alarmante. Ya había oscurecido y no debería haber durado tanto, parecía un leve desmayo.

Con cada segundo que transcurre las esperanzas de Laura despierte disminuyen poco a poco.

Y de pronto lo sentí, ¡ha presionado mi mano!

Miro a la de cabellos rojos y no puedo evitar que una sonrisa se dibuje en mis labios. Beso suavemente su mano y la dejo delicadamente en la misma posición donde la encontré.

Me levanto de su lado y sacudo cualquier rastro de suciedades mi ropa.

Paso mis manos por mi cabello y suelto un suspiro de cansancio, ya casi tendría que volver a ponerme esa absurda peluca.

Pronto llegaría Linda, estábamos cuidando a Laura por turnos. En otros casos no hubiese dejado que Linda cuidara a Laura ya que no posee la suficiente fuerza como para golpear a alguien (o al menos hasta que llegue el entrenamiento), pero luego recapacité y dije: perfectamente Linda puede hacer que a alguien se lo trague la tierra.

Los Cuatro Elementos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora