Capítulo 9

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-Liberada-

Linda

Abro mis ojos poco a poco, no recordaba absolutamente nada de horas antes y mi cabeza estaba a punto de explotar.

Me siento y veo que estoy en una celda.

¿Celda? ¿Cómo rayos terminé aquí?

Sin hacer demasiado ruido me levanto y empiezo a caminar de puntillas hasta los barrotes de hierro para intentar ver un poco el lugar y descubrir donde he ido a parar.

Trato de asomar un poco mi cabeza por los barrotes y lo único que alcanzo a ver es lo que parecen más celdas y una escalera, posiblemente en espiral.

Miro a una mujer en otra celda en frente de mi y yo le sonrío con amabilidad.

Ella arquea una ceja y me mira con amargura. Trato de no perder mi corta paciencia y le inspecciono con la mirada.

—Disculpe, ¿sabe usted dónde estamos?

Ella sonríe de medio lado y noto una pizca de malicia en su mirada.

—Te lo diré a cambio de... —me inspecciona de pies a cabeza, quedándose con la mirada fija en mi muñeca —tu brazalete.

¡Ja, que buen chiste! No pienso darle mi brazalete ni aunque pasen mil años, me lo ha dado mi madre y es la única cosa de ella que me queda.

La señora extiende su mano a través de los barrotes y la abre, esperando que le dé lo pedido.

Niego con la cabeza varias veces y ella regresa su mano y se va a la esquina de su celda enojada.

—Si no me das el brazalete no hay trato, ahora mocosa no quiero oír tu voz a menos que sea para aceptar mi oferta — y después de eso me da la espalda y se queda mirando la pared, como si eso fuese algo productivo.

Ruedo los ojos ya bastante irritada.

Me siento en el lugar donde desperté y apoyo mis codos en mis rodillas y mi cabeza la sostengo con mis manos.

Me quedo mirando el suelo durante un largo tiempo hasta que escucho como alguien abre la puerta de mi celda.

Me levanto de un salto y casi me desmayo ahí mismo al ver que era el rey y estaba con su hijo el príncipe.

¿Hago una reverencia o me comporto como una rebelde?

Noto que el rey se comienza a enojar al ver que no reacciono y con el orgullo por el suelo hago una simple reverencia y eso parece dejarlo más a gusto.

—No me parece una amenaza, es muy tonto el hecho de que la hayas traído, solo estas gastando espacio en las celdas por un capricho. Siempre me pregunto que será de este reino cuando yo muera y tu seas el que quede al mando —le habla el rey a su hijo y veo cómo el príncipe presiona los puños a sus costados, era claro que no le agradaba la idea que su padre lo humillara frente a los soldados y frente a mi.

Agacho mi cabeza levemente y espio por la parte superior de mi ojo los gestos de ambos.

Ambos hablan en un tono de voz muy bajo y yo hago lo posible por agudizar mi oído y escuchar al menos partes de la conversación.

Al ver que no funciona eso de escuchar, decido intentar leer sus labios, ¿adivinen que? Fue una idea más tonta que la anterior ya que no entendía absolutamente nada.

Me quedo quieta en mi lugar y dejo mis manos detrás de mi espalda, debía aparentar que no había hecho nada malo.

Empiezo a sonar mi pie contra el suelo y eso hace que ellos me miren, dejo de hacer el tic-tac contra el suelo y ellos se acercan.

Los Cuatro Elementos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora