Capítulo 8

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-Hologramas-

Diego

Nos mantuvimos escondidos dentro de los arbustos hasta que confirmamos que los soldados se habían retirado.

Salimos y caminamos de regreso donde Laura y Linda nos debían de estar esperando. Ya no teníamos razones para volver al pueblo ya que los soldados continuarían revisando y deambulando por esa zona.

Al llegar no había nada de nada, el lugar estaba hecho un desastre y la fogata donde antes estaba Laura esta apagada y húmeda.

Oh no.

Habían marcas de las huellas de los caballos y hasta se podría decir que aquí hubo una lucha. No creo que Linda haya usado sus poderes porque en este momento habrían hierbas por doquier.

Camino lentamente y noto gotas de sangre en el césped, mi rostro se pone inmediatamente rojo por la ira y aprieto los puños a mis costados.

Si esos mal nacidos les han puesto un dedo encima yo mismo me encargaré de...

—¿Dónde están las chicas? —Steven interrumpe mis pensamientos.

—Pues compraron unos caballos y hicieron un montón de huellas en el piso y, para hacerlo más divertido, esparcieron sangre por el piso. Y después de eso decidieron ellas mismas entregarse al rey —le digo sarcástico, al principio me mira con enojo y palidece al escucharme pronunciar la palabra "sangre".

Él me quema con la mirada y trata de empujarme con el viento, pero apenas logra que una suave brisa me golpee en el rostro.

Si no fuero porque esto es algo serio en estos momentos me hubiera reído a carcajadas por su mal uso del viento.

—¡Die- go! — escuchaba la voz distorsionada de alguien y Steven y yo intercambiamos miradas y tratamos de agudizar nuestros oídos —casti... Castillo, príncipe. ¡Ayuda! — deja de hablar de golpe.

Nuevamente escucho murmullos y trato de averiguar de dónde viene la voz, cada vez que avanzaba ese ruido avanza conmigo.

Me quedo quieto y miro hacía abajo, mi collar está temblando levemente.

Lo tomo y por primera vez noto que tiene una parte sobre saliente y la curiosidad de si se puede abrir me invade.

Empujo con todas mis fuerzas y, el ya mencionado collar, se abre.

Linda

A cualquier sitio al que mirases había un soldado observando.

Ya había calculado todas las posibilidades de escapar y solo una podía funcionar y era el que Diego y Steven llegaran a ayudar a enfrentar puño a puño.

1- Hacer que la tierra nos trague a Laura y a mi:
Se darán cuenta que los cuatro elementos están vivos.

2-Hacer que la tierra se los trague a todos ellos:
No tengo tanta capacidad de mis poderes.

3- Empezar una pelea puño a puño:
No cabe la posibilidad de que logre ganar la pelea ya que son muchos.

4- La que ya les comenté; que los animales de mis amigos vengan a rescatarnos. Pero eso no sucederá por que la aura heroica no es algo que esta a favor de ellos.

Me quedo quieta y dirijo miradas disimuladas cada vez que puedo al cuerpo de Laura.

Los soldados no pestañean, apenas podría decir que respiraban.

El que parece ser el hombre al mando les dice unos cuantos números extraños y todos comienzan a avanzar hacia nosotras.

Cierro mis ojos.

Yo puedo.

Aprieto los puños y trato de concentrarme lo más que puedo.

Abro mis ojos y siento un alivio en mi pecho al ver que funcionó, logré hacer que la tierra se tragara a Laura.

(...)

—¡Soltadme, os vais a arrepentir! —grito lo primero que sale de mi boca al ver que me toman por detrás y me empujan a uno de los caballos.

—¿No cree que sea mucho el riesgo que el pueblo vea que hemos tomado a una chica que tal vez no esta involucrada? ¿No prefiere que llame a un carruaje?

El comandante se niega y en cuestión de segundos me cubren la boca con una sustancia que utilizan usualmente los curas del pueblo para dormir a la gente en rituales especiales. Varios cuestiones que se suponen están prohibidas.

Trato de no respirar, pero la ausencia del aire vital en mis pulmones hace que tenga que inhalar el extraño aroma.

Empiezo a ver borroso y casi caigo al suelo de no ser por un soldado que me atrapa a tiempo. Lo último que veo antes de caer dormida es cómo apagan el fuego.

Steven

Diego abre su collar y una imagen de ondas aparece en forma desordenada, algo así como un holograma si les parece más fácil de entender.

Me acerco a él y vemos que las lineas de voz se mantienen rectas hasta que suena la voz de alguien y estas se mueven.

Chi-cos —la voz ya no se escuchaba tan distorsionada como antes —soy Lin, me capturaron en el cas... — y después de eso el holograma desaparece y Diego golpea el collar buscando que vuelva a aparecer la imagen.

— Seguro se cortó  — busco una razón con algo de lógica y toco su hombro.

Él asiente y apunta a las mazmorras del castillo.

—Buscaremos la entrada a la antigua mazmorra, entraremos sin llamar la atención y sacaremos a Lin. No hagamos nada a lo grande, no hagas uso de tus poderes, no quiero que nadie se entere hasta saber que el pueblo confía en nosotros.

– ¿Y cómo esperas que confíen si lo único que hemos logrado hacer es llamar la atención? —enarco una ceja y lo miro directamente esperando una respuesta razonable que me haga cambiar mi perspectiva sobre este posible mal plan.

—Muy simple, primero haremos que el pueblo confíe en nuestra falsa imagen, luego de un tiempo salvaremos a gente del pueblo y nos tomaran como héroes, ¡simple! —comienza a caminar hacia el pueblo y yo le voy pisando los talones.

Realmente no confío demasiado en este plan, ¿qué pasa si algo sale mal? ¿cuál sera nuestro plan de escape? ¿qué hacemos si necesitamos usar nuestros poderes?

Entorno los ojos y me dedico a pensar en varias formas de estrangular a Diego por tomarse todo a la ligera.

De pronto para de caminar de golpe y yo choco con su espalda, si no fuera porque Diego me sujeta evitando mi caída.

—¡¿Qué a casó no te esta llegando sangre al cerebro?!— le grito —¡nadie normal para así de la nada!

Abro la boca para dedicarle un par de maldiciones pero las palabras de Diego me dejan anonado.

— ¿Dónde esta Laura?

Los Cuatro Elementos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora