Capítulo 30

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-El comienzo del fin-

El Príncipe

Un caballo negro aparece rápidamente, el soldado que lo trajo me pasa las riendas y le empieza a colocar la montura. Mientras lo hace puedo ver cómo por el puente empiezan a pasar soldados ayudando a otros con quemaduras por todo su cuerpo.

— ¿Qué ocurrió? —le pregunto a mi padre, que se encontraba detrás de mi observando lo mismo que yo.

— Los soldados fueron por la chica que se escapo bajo TÚ guardia y la chica de alguna u otra forma causó un incendio en el lugar. Hubieron algunos muertos y ahora tengo que dar la cara por ti —me respondió remarcando el tú, haciéndome saber que todo esto ha sido mi culpa.

— ¡Estamos tratando con una amenaza mayor a la que alguna vez pudiste combatir con tu espada! Esto es mucho más grande de lo que tú pequeño juicio puede procesar, así que deja de meterte en mis asuntos —le grito ya molesto — mejor sigue manteniéndote de brazos cruzados y deja de agobiarme a mi.

Cuando el soldado ya ha colocado la montura me subo rápidamente y sujeto con fuerza las riendas. Me aseguro de llevar la espada en el estuche y cuando creo que todo ya está listo aparecen de repente dos caballos blancos a mi lado.

Frunzo el ceño y observo a los jinetes de dichos caballos en busca de que hablen, detrás de ellos aparece mi soldado más "fiel" con un bastón en mano y siendo ayudado por otro soldado que nunca antes había visto en mi vida.

— Fui yo quién les dio la orden de venir con usted —habla Miguel —créame que ya pude ver con mis propios ojos lo que está ocurriendo y no va a ir solo, ocurrirá lo mismo qué pasó en las celdas y no permitiré que algo malo le ocurra, es para tener un poco de apoyo, al fin y al cabo debe recordar que su vida es importante para este reino, usted es el único heredero que queda y si a usted le pasa algo todo se derrumbaría.

Suelto un bufido y ruedo los ojos al mismo tiempo, lo de las celdas ya fue un tema totalmente diferente. Ahí me encontraba con algo de desventaja. No todos tenemos la habilidad de poder generar poderes...

A pesar de ser el único heredero, puesto que mi padre solo pudo tener un hijo debido a que mi madre enfermo poco después de yo haber nacido y nunca supimos la causa, mi padre me vive recordando el hecho de que la muerte de mi madre es mi culpa. A pesar de que yo sé que eso no lo causé yo a veces creo que lo que dice es cierto, de no existir yo mi madre se mantendría con vida.

— Erick antes de marchar, regresando al tema de ser el único heredero... debes recordar que pronto será la ceremonia, ya pronto estaremos comunicándole a los otros reinos sobre tu coronación. Debes elegir una esposa en el momento, no quiero que por tu insensatez algún día mueras y este lugar se quede sin alguien como líder. Præston caería en la ruina —me mira mi padre completamente serio, se da media vuelta y entra por las grandes puertas del castillo.

Volteo nuevamente mi rostro hacia Miguel y miro con atención a los dos caballos que se encuentran a mi lado, esperando órdenes de parte de sus jinetes.

—Si van es bajo su propio riesgo, no voy a andar cuidándole la espalda a un par de novatos, están entrando en terreno peligroso y si algo les ocurre no crean que yo entraré ahí para sacarlos.

Y sin esperar alguna respuesta, tomo con fuerza las riendas y en segundos el caballo se levanta sobre sus dos patas traseras y se va corriendo por el puente. Escucho el galope de dos caballos más detrás de mi, doblo rápidamente a la derecha cuando ya hemos llegado al final del puente y escucho el relincho de sorpresa de parte de los caballos que se encuentran, o se encontraban, detrás de mi.

Los Cuatro Elementos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora