Capítulo 25

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-Celda-

Linda

Escucho pasos en la escalera y automáticamente miro a la pared que divide la celda de los chicos y la mía.

El Príncipe se queda parado en la celda de los chicos y examina cada detalle de la misma. Camina unos cuantos pasos y llega a mi celda. Su mirada primero se dirige a mis cadenas y se queda ahí un rato. Luego mira cada parte de la habitación y se va a la que le correspondía a Laura.

En el camino puedo ver cómo su ceño se frunce al ver los barrotes en el suelo y la gran entrada que dejó mi amiga.

El Príncipe gruñe y saca su espada. Rompe mi celda con esta y entra. Retrocedo a una esquina y trato de alejarme lo más posible de él. Se acerca a mi cada vez más y más, su rostro se veía totalmente furioso y su ceño estaba totalmente fruncido.

Corta con brutalidad las cadenas que tenían aprisionado mi tobillo y yo me pongo en pie rápidamente. Intento alejarme de él pero rápidamente me toma por la cintura y guarda su espada. Cubre mis ojos y boca con dos pañuelos y me toma por el cuello de mi blusa y me empieza a empujar.

—¡Suéltala! —escucho la voz molesta y prepotente de Steven y cómo cadenas se mueven de un lado a otro.

— Patéticos — me empuja con más fuerza y me empieza a guiar por varios lugares. Trato de recordar el camino en caso de necesitarlo pero sé que mi tonta memoria no será capaz de eso.

Derecha, izquierda, arriba, derecha, abajo, derecha, izquierda, abajo, abajo, abajo.....

Y ya ni siquiera recuerdo las primeras cinco.

Un olor horrible llega a mi nariz y el vomito sube rápidamente por mi garganta y a duras penas lo contengo.

La venda de mis ojos es arrebatada y empiezo a ver todo distorsionado al principio. Cuando el efecto pasa miro el lugar donde estoy. Me quita la de la boca y respiro agitadamente.

Estoy entre los peores calabozos. Los lugares donde el mar se vuelve agua pútrida y no existe la posibilidad de sobrevivir.

Mis ojos nerviosos se dirigen al Príncipe.

Me empuja a un lugar de un metro bajo tierra (sin contar el hecho de que este lugar por sí solo ya es subterráneo) así que doblo mis rodillas y me sujeto del suelo pare evitar lastimarme con la corta caída. A un costado de los barrotes había una especie de palanca, él la baja y el suelo a mis pies se empieza a abrir.

Lo primero que pasa por mi mente es muerte segura, enfermedades y tortura.

Intento sostenerme de las rocas pero estas me resbalan cada vez más y cuando ya solo queda un tramo de suelo bajo mis pies esta se quita por completo y caigo al agua. Tomo todo el aire que puedo antes de caer y subo a la superficie nuevamente .

El Príncipe cierra la puerta de la celda (tampoco es como que pueda trepar como una araña dos o tres metros de altura) y me mira sonriendo desde arriba.

— Es muy sencillo, si me respondes correctamente será menos tiempo en el calabozo. Si respondes una pregunta de manera incorrecta será una hora extra aquí abajo. ¿Te parece? ¡Buena chica! — definitivamente me está tratando como si fuera un perro — ¿dónde está tu amiga? —su rostro de burla pasa a uno severo.

— No lo sé – y realmente no mentía, no tengo la menor idea de dónde está Laura y espero que nadie lo sepa.

La pared que antes me había dejado caer aparece de nuevo pero esta vez es de vidrio sólido y fuerte.

Intento sujetarme pero esta se cierra por completo y lo único que veo es el rostro malévolo de él.

El vidrio empieza a descender velozmente y cuando entiendo lo que quiere hacer tomo una bocanada de aire. La pared hace contacto con mi cabeza y me empuja debajo del agua. Mis pies ni siquiera llegan a tocar suelo lo que implica que es bastante profundo.

Los Cuatro Elementos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora