Salí de mi habitación con la ropa del día anterior porque me había dormido leyendo y mientras mis ojos terminaban de acostumbrarse a la luz diurna, empecé a tararear una canción que no sé como llegó a mi mente.
"Hola, cariño."
"¿Qué haces llegando a estas horas, Richie?"
Se oían las voces desde la televisión, entre mezcladas con esas insoportables risas falsas que ponen de fondo en los programas de comedia. También olía a waffles recién hechos, un desayuno que mi estómago hubiese agradecido con fuegos artificiales, pero el olor provenía de otro apartamento.
Abrí el refrigerador y había restos de un puré de papa, algo de leche y... no mucho más, a parte de un post-it que decía en letra cursiva y apresurada:
"Llego tarde. Haz las compras porque no hay mucha comida".
Tomé una caja de cereal y vacié todo lo que quedaba en un tazón, agregando la leche mientras me sentaba en frente del televisor que mi madre había dejado encendido. No me molesté ni siquiera en cambiar el canal, seguí viendo el patético programa de comedia barata que estaban transmitiendo, sintiéndome igual de patética al verlo, pero quizás le empezaba a agarrar gusto a sentirme así.
Luego fui al supermercado y compré todo lo necesario, es decir, seis bolsas repletas de comida. No tenía auto (ni esperanzas de tener uno propio pronto) y tampoco había llevado mi bici conmigo. Así que ahí estaba yo, con el cabello hecho una maraña que caía sobre mi rostro sin que yo pudiera hacer nada para que no me molestara (pues tenía las manos ocupadas), haciendo equilibrio para que los tomates no salieran rodando por la calle.
Eventualmente llegué a mi edificio y después de superar las interminables escaleras, alcancé la puerta de mi apartamento. Entré rápidamente, impaciente por deshacerme de las bolsas de comida, pero me encontré de pronto con las figuras jocosas de mi madre y Harold. Él la estaba tomando por la cintura y se estaban susurrando algo, hasta que me vieron entrar.
-Oh, ¡Isabel!-Fue lo que dijo mi madre, cuando yo no supe decir una palabra. Y ambos se incorporaron.
Honestamente, debería estar prohibido ponerse tan coquetos a esa edad, al menos en un lugar que no fuera 100% privado, como una celda sin ventanas, donde nadie jamás pueda ver ni oír lo que está pasando adentro.
-Hola.-Dije apretando los labios.
-Hola.-Respondió ella.-Hiciste las compras. Uh, Harold, ¿por qué no la ayudas a meter las cosas al apartamento?
Él se acercó, no muy satisfecho con mi presencia, pero soltándome una sonrisa. Tomó dos de las bolsas y cuando estuvo lo suficientemente cerca, noté que olía a alcohol. Aún era bastante temprano, pero por alguna razón no me sorprendió. Simplemente evité hacer un comentario y miré a mi madre, pero ella ya estaba pendiente de otros asuntos.
Apuesto a que muchos tienen mejor suerte que yo con la pareja de su madre, alterna a su padre. Pero a pesar de que no es que pasáramos mucho tiempo juntos, los tres, hacía lo posible para sobrellevar vivir bajo el mismo techo que él. Y eso a veces incluía tragarse comentarios.
Dejé las bolsas sobre la mesa de la cocina y pasé de largo hasta mi habitación, cerrando la puerta a mis espaldas y tumbándome en la cama pesadamente.
"En serio necesito hacer algo con mi vida, o me voy a deprimir. Y no pienso deprimirme, no. Para nada".
Respiré profundo. Tal cual como me lo dijo el psicólogo, todo parecía más fácil salido de su boca.
Pero no sirvió. Seguía sintiendo la maldita ansiedad dentro de mí. Hablando en serio, estaba harta de todo, estaba cansada del comportamiento de mis padres y de todas las personas que conocía, y de las que no también. No me importa si sueno como una adolescente que quiere atención, simplemente estaba harta. No me importaba nada.
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It's a good morning Mr. Garfield
РазноеLondres, 2004. Isabel desea algo más grande que ella misma y Andrew está a la expectativa del mundo, queriendo atraparlo todo entre sus dos manos. Dos personas comunes que llevan vidas diferentes. ¿Qué pasa cuando se unen? ¿Cuando se entrelazan los...