Muy familiar

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-Mamá, cuídate. Nos vemos pronto, ¿si?-Le dije a mi madre mientras estacionaba el auto en frente de la casa de mi padre.

-Tú también cuídate, cariño. Seguimos en contacto de todas formas. Ya sabes, cualquier cosa que necesites puedes decirme.-Dijo ella. Yo asentí.

Me despedí de ella con un abrazo poco usual, pero muy familiar y me bajé del auto. Me paré en frente de la puerta de la casa sosteniendo las maletas a mis dos lados. Presioné el timbre. Tomé aire y volteé a ver a mi madre, ella asintió desde el auto y acto seguido se secó una lágrima. La puerta se abrió.

Ahí estaba el familiar rostro de mi padre.

Me alivié. Me preocupaba que fuera su novia quién abriera la puerta.

Caí en sus brazos dándole un abrazo.

-Isabel, ¿como estás? Adelante, pasa, ¿te ayudo con las maletas?-Dijo él.

Asentí.

Me despedí con la mano de mi madre y entré al interior de la casa. Mi padre colocó las maletas en mi habitación y luego salió a decirle algo a mi madre. Obviamente, no pude escuchar lo que hablaron, pero tampoco pude imaginar mucho más de que le habló sobre el tiempo de mi estancia en su casa. Probablemente no deseaba que fuera demasiado.

De pronto, cuando mi padre ya estaba de regreso hacia la puerta de la entrada, un auto algo viejo se paró detrás del de mi madre. Rápidamente el conductor abrió la puerta y mostró su identidad. Alto, cabello corto y oscuro, ojos grandes color avellana, una camisa de Capitán América y vistiendo sus usuales Vans.

Logan. Mi hermano.

Tenía casi un año sin verlo.

Salió velozmente trotando a saludar a mi madre, la cual se bajó de su auto para recibirlo con un abrazo.

Pero otro particular llamó mi atención repentina y me distrajo de la conmovedora escena madre-hijo. Esta vez, el particular era pequeño, blanco, peludo y lanzaba peculiares y agudos ladridos. Pero desconocía el nombre de ese perro, no se como había llegado ahí. ¿Cuanto tenía sin ver a mi padre? ¿Tres semanas? ¿Como es que en tres semanas ya había un pequeño y peludo nuevo habitante en la casa de mi papá? Lo acaricié un poco y pareció que le agradaba.

-¡San!-Oí decir la voz de mi hermano ya en la puerta.

Así me llamaba él, era el único que me llamaba así, debido a que ese era el nombre que él me quería poner cuando nací. Él practicaba kárate para ese entonces, y se podría decir que estaba muy obsesionado, pues San en japonés significa tres y yo era la tercera y última de mis hermanos. 

-¡Logan!-Exclamé yo, corrí hacia él y me abrazó.

Yo le dije:

-¿Qué crees que haces? No tengo frío, estúpido.

Es claro que no lo decía en serio. Él se rió y me siguió abrazando de igual forma.

-¡Creciste! Claro que no de estatura, ¡pero ya no tienes unas mejillas kilométricas!-Dijo él riendo.

-¡Nunca las tuve!-Respondí yo. Él rió.-Tú, en cambio, no has cambiado nada.

Me despeinó.

-¿Cómo estas? Lamento no haber venido para tu graduación, pero estaba en exámenes finales.-Dijo él.

-Está bien, no importa. Lo único que importa es que ya soy libre.

-¿Ya mandaste la carta de solicitud a la universidad?

-Ehh... la semana pasada lo hice.-Vi como me miró con una mirada interrogativa, y leyendo su mente respondí: -Periodismo.

-Veo que ya conociste a Curry, es mi perro, me lo regalaron en Navidad.

It's a good morning Mr. GarfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora