Carrete (2/2)

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Me di vuelta cagá de vergüenza. Al ver quien era me relaje un poquito, pero no tanto. Tampoco es que le agradara su presencia.

- Hueón sorry, me pasé. Pero estoy enojada.

- Te entiendo calma, yo igual puteo a todo el mundo cuando me enojo- me senté en el piso y el igual. Tenía un cigarro en la mano. Me ofreció y le recibí una pitiada. Total, no le hacía mal a nadie- ¿A quién odias tanto?

- ¿Que te importa?

- Ya hueón, no seai pesá. No te he hecho nada.

- Ya bueno, lo que tu querai.

- Cuéntame que te pasó po.

- Nada oh.

- No creo que nada.

- Me enojé con alguien.

- No si se nota, pero por qué po.

- No te voy a decir- me paré y me limpié el poto. No supo disimular que me estaba mirando- me voy para adentro.

- Ah hueón no alcanzamos ni a conversar.

- Si quieres conversar vamos para adentro, me voy a cagar de frio aquí.

- Ya bueno, pero conversamos si po.

- Te dije que si oh.

Entramos a la casa y algunos hueones sapos empezaron a mirarnos. Era obvio que estaban pensando hueás raras: exs que no se veían hace mucho y que tenían un remember en el carrete de un amigo. Algo tan típico y poco probable hueón. Nos acercamos a uno de los sillones y nos sentamos para conversar. No sabía de mi cerveza y tampoco me importaba mucho, porque -como ya había dicho- no me interesaba mucho el trago.

- ¿Cómo te ha ido en el colegio?- lo miré con cara de "¿me estai hueviando?"

- O sea, todo bien, como siempre.

- Ah que buena.

- Si.

Nos quedamos callados. No tenía mayores ganas de conversar con él, porque aún no me agradaba del todo su presencia. Hasta el momento me había esmerado por sacarme de la cabeza todas las hueás que le encontraba lindas cuando estábamos pololeando, aunque ni yo me lo creyera.

- ¿Sigues con lo del canto?

- Si, mis viejos aún están con la idea.

- ¿Y haz perfeccionado algo?

- Si, estoy mucho mejor que antes- se notó caleta que lo dije en doble sentido.

- Ah.

De nuevo nos quedamos callados. ¿Siempre fue así de incómodo? No sabía que chucha yo. Me iba a hablar de nuevo pero justo el Renato aparecio. De nada hueón, les juro. Me miró serio, y al Hans también.

- Te estaba buscando- me paré al tiro.

- Perdón, esque te vi conversando con otras personas y me fui al patio.

- Ah- lo vi relajarse un poquito- mi mamá dijo que necesitaba hablar contigo, no sé para qué.

- ¿Dónde está?

- En la cocina.

- Ya ya, entonces voy al tiro.

- Te acompaño.

Me tomó la mano, y les juro por mis viejos que el Hans puso mala cara. Fuimos a la cocina y estaba la mamá del Renato con el papá. Cuando me vieron pararon de conversar.

- Rena acompañame a buscar otras bebidas arriba, no me las puedo yo sólo.

- Pero papá...

- Nada, ya no te pongas pesado que después no te voy a dejar salir con la Anais.

Más hueona y no nazco; Chilensis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora