Kah Varwanzah.

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Día lunes y yo no quería saber del colegio.

Hice hasta lo imposible para que mi mamá me dejara en la casa, pero no pude hacerme la enferma -además del hecho que ellos son médicos-. Cuando llegué traté de pasar piola, y pude llegar hasta la sala sin hablar o saludar a nadie. La sala estaba casi vacía, y a parte era super temprano. Dejé mis cosas en mi puesto y me puse a jugar en el celular. No tenía ganas de encontrarme con el Renato, y le rece a todos los Santos habidos y por haber para no topármelo. Cuando faltaban quince para las ocho empezó a llegar gente, y a penas llegó el nuevo me pegué a él como lapa.

- Hola- lo saludé con un beso en la mejilla.

- Hola Anais.

- ¿Cómo estai?

- Bien po, ¿Y tú?¿Qué tal tu fin de?

- Casi todo bien- me reí- ¿Y el tuyo?

- Todo bacán, aunque no fui al final al carrete, sorry.

- No te preocupes.

Estuve pendiente a la puerta hasta que tocaron. Estaba super nerviosa, no quería verlo.

Cuando llegó la Cata me saludó y nos fuimos a sentir al tiro. El profe se puso a escribir hueás en la pizarra pero no le pusimos mucha atención. La Cata me empezó a preguntar por el carrete y todo lo que había pasado. De a poco le fui contando todas las hueás.

- ¡TE LO ECHASTE ANAIS!- se puso a reír super fuerte. Le pegué un wate para que el profe no nos retara.

- Hueona cállate.

- Esque amiga, como te pasa esa hueá- se puso a reír de nuevo- aunque te lo comiste, y eso es lo que importa.

- Si, pero no quiero volver a verlo hueón.

- Ay tonta, no creo que esté enojado.

- No pero que vergüenza po, imagínate- escribí lo que había en la pizarra.

- Ya pero no te preocupi tanto, si no te ha dicho nada oh.

El profe nos dio una pequeña introducción a lo que iba a entrar en la prueba global, y cuando tocaron para cambio de hora con entrego la hueá. Estaba más difícil que la chucha, hasta el nombre lo dudé hueón. Escribí todo lo que pude y use todas las fórmulas que me sabía. Mire de reojo

Estábamos a la mitad de la prueba cuando tocaron la puerta. No levanté la vista (porque me quedaba una hora y me faltaba la mitad de la prueba) pero sentí una patada por debajo de la mesa. Me queje y miré a la cata para retarla, pero me apuntó al frente.

- Profe, la directora manda llamar a la Valenzuela, y quiere el libro de clases.

- ¿Para qué?- miré al profe. No lo quería mirar a él.

- No sé, pero la necesita ahora.

- Ya bueno- me miro- Anais vaya a la dirección, pero apurese. Le voy a dar los quince minutos del recreo a parte.

No sé como lo hice pero me paré. No quería mirarlo, pero tenía la vista clavada en mi el hueón. Salí de la sala y no lo esperé, me apure para ir a la dirección. ¿Qué chucha querría la vieja culiá? Nunca me llamaban a la dirección, a no ser de a fin de año cuando me tenían que entregar alguna hueá para el curso o que se yo.

Escuché pasos y sabía que se estaba acercando. Su olorcito se sentí de lejos. Iba a subir las escaleras cuando me llamo.

- Espérate po.

- ¿Qué pasó? Quiero ir a ver que le pasa a la directora.

- No le pasa nada.

- ¿Cómo?

Más hueona y no nazco; Chilensis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora