Piropos y arañas.

75 8 0
                                    

- ¿Ah que hora iban a llegar tus papás?

- Deben estar por llegar oh- evite decirle alguna hueá pesá. Me había estado preguntando esa hueá hace como diez minutos.

- Se demoran caleta, ¿No quieres que nos vayamos a pata?

- Ni cagando hueón...-Justo llegaron mis viejos. Mire al Renato para decirle que si llevaba todo pero al final no le dije nada. Estaba mirando el auto, y estaba serio. ¡Estaba nervioso hueón!

-Hola mi amor- mi papá me abrazó y me dio un beso en la cara.

- Hola papi, mira el es un amigo que se va a ir con nosotros- le apunté al Renato que no se movía.

- Hola hola- mi papá le tendió la mano y el pobre se la dio todo asustadito. Más tierno el hueón.

- Hola- fue lo único que contestó.

- Suban al tiro porque tengo que ir al hospital. Me toca atender en urgencias.

Mi papá se subió al auto. Yo tiré al Renato de la mano buena y le ayudé a subir. Yo también me subí en la parte de atrás, para que no se sintiera incómodo.

- ¿Y mi mamá?

- Se quedó preparando la pieza del Matias.

- ¿A qué hora llega?

- A la noche, yo creo que como a las nueve o diez.

- ¡Al fin se vino!

Mi papá se río y yo también. El Matias era y es mi hermano. Es tres años mayor que yo, y estaba estudiando ingeniería en minas y metalúrgica en Argentina. Decidió irse con sus amigos a estudiar allá y le iba super bien. Era más mateo que la chucha.

- ¿Y cómo se llama tu amigo Anais?- me preguntó mi papá.

- Renato- le respondió el mismo.

- Oye Renato, ¿te fracturas o qué?

- Si, fue una fractura- sabía que se quería reír, asique me di la vuelta y miré por la ventana.

- ¿Tú estabas en el cumpleaños que fue la Anais?

- Yo era el cumpleañero- se río.

- Mira no sabía, feliz cumpleaños po.

- Gracias- se quedó callado.

Me daba cualquier risa verlo así. El pobre parecía que se iba a mear en cualquier momento. Mi papá no era para nada pesado, todo lo contrario, pero el Renato estaba más nervioso que cordero pal dieciocho.

Mi papá nos dejó afuera de la sede y se fue. Teniamos que hacer plata para la despedida de los cuartos, y la hueá bacán era que los de cuarto nos ayudaban a juntar plata aunque no tenían porque. Ibamos a hacer completos  y a venderlos por la calle o en la misma sede. Una compañera se la había conseguido con una tía o no sé quién chucha, pero se la consiguió.

- Wena los cabros- todos miraron y se supieron a reír. Debería dejar de ponerme roja por todo hueón...

- ¿Qué falta por hacer?- el Renato dejó su mochila en una esquina y yo igual la mía.

- Nada, los chiquillos ya picaron todo y estamos esperando a que lleguen algunas personas.

- Ah dale, la Anais y yo podemos ir a vender o quedarnos en caja.

- Quédense en caja hueón, teni el brazo pal hoyo y queri salir.

- En todo caso- me miró- no podi llevar completos ni nada po.

- Ya bueno, nosotros nos quedamos en caja y vemos que todo cuadre.

- Ya ya, dale.

Después de quince minutos ya teníamos casi todo listo. Los chiquillos hicieron unos pocos completos y los pusieron en bandejas con tapa para que no se enfriaran. Algunas personas se formaron afuera y empezaron a entrar a medida que iban pidiendo.

Más hueona y no nazco; Chilensis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora