Capítulo 14

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Siento que golpean mi puerta.

Me pongo de pie y abro la puerta.

—Señorita Irina — dice el cuando abro la puerta.

—Petrov ¿que pasa? — preguntó con una mano sujetando la puerta.

—Se dice que la gente se está asaltando una a otra. Al terminar la enfermedad que hubo mucha gente que murió y también hay escasez de comida, eso está haciendo que la gente se desespere y se mate una a otra — me informa Petrov y suena muy horrible.

—¿Y que tienes pensado? — preguntó mirándolo.

— Ir donde la mayor cantidad de personas para darle tranquilidad. Le diré a Fredek que tenemos que ir — dice el para enseguida voltearse, pero yo lo tomo de el brazo.

—Yo quiero ir, hablaré con Fredek  para que me permita ir y yo misma hablar con esas personas —  digo mirándola.

—¿Estás segura? — me pregunta.

— Si — respondo — Nos vemos en el gran salón en diez  minutos.

Cierro la puerta para enseguida acercarme a mi armario y buscar un vestido.

Al final elijo un vestido celeste con flores para después acercarme a mi  mueble, ponerme labial y poner mi tocado rosado en el cabello.

Salgo de mi cuarto hacia la oficina de padre donde ahora se encuentra Fredek.

Toco la puerta para enseguida entrar.

—Hola Fred —  lo saludo.

—Irins — se pone de pie y me abraza — ¿Que te trae por aquí?.

—Petrov me dijo sobre lo de la gente y que está sufriendo de hambre. Quisiera ir a verla y darle la seguridad que ellos necesitan — digo mirándolo.

— No lo sé — pasa su mano por su cabeza — Es muy peligroso, puede que te pase algo.

—Claro que no Fredek, estaré segura junto a Petrov — toco su hombro a lo que el pone su mano encima de la mía.

—Cuídate mucho, no soportaría perder a mi hermana — me sonríe.

—Estaré bien — le sonrió.

— No te apartes de Petrov y si algo sale mal tienes que volver enseguida — me ordena a lo que yo asiento con la cabeza.

—Nos vemos, Fred — me despido para salir de la oficina hacia el salón.

Al llegar Petrov está parado esperándome.

—Vamos — digo pasando junto a él sin detenerme.

—¿El señor Fredek la dejo? — me pregunta el caminado atrás mío.

—Si — respondo.

—¿Como? — pregunta junto a mí.

— El confía en ti — le sonrió.

Al llegar a la entrada del castillo hay un carruaje esperándonos.

Veo que Petrov se acerca a unos hombres que son guardias para darle órdenes. Enseguida el se acerca hacia mi.

—¿Ellos también irán? — preguntó mirándolo.

—Si, no sabemos de que pueden ser capaces las personas — dice mirándome.

El abre la puerta del carruaje para que suba y después el.

—¿Tienes más familia? — le pregunto.

Empieza a avanzar el carruaje.

—Si, una hermana llamada Freya — me cuenta el.

—¿Freya? — preguntó ya que el nombre me parece un poco extraño.

— A padre y madre le gustaban los nombres originales — se encoge de hombros.

—Madre me dijo que me coloco ese nombres porque una vez hubo una mujer tan bella que no había nada que lo describiera y se llamaba Irina, madre al verme dijo que yo sería incluso más bella que esa mujer — le cuento a lo que el sonríe.

—Todavía recuerdo a tu madre — dice el mirándome — Era una mujer grandiosa.

—Lo se — le sonrió.

— Una vez me regalo un juguete cuando tenía 8 años — me cuenta el.

—¿Que te hizo ser un soldado en vez de ser otra cosa?— le preguntó.

— Siempre admire a mi padre — hace un gesto con la mano cuando me explica — Además siempre los veía y siempre hacían cosa asombrosas y yo también quería hacerlas.

— Lo hiciste con mi padre y nuevamente lo estás haciendo con mi hermano — le sonrió.

—Me enteré de que tú medio hermano, Lev,  se marchó del castillo —  me dice el. Ese es el tema que ya no quiero hablar más.

—Si,  es un cobarde — digo mirando hacia abajo.

— No puedo creer que los allá abandonado sabiendo que tienen un peso tan grande en sus hombros — dice el mirándome.

— Como ya lo dije — hago una pausa — Es un cobarde.

—Pero yo haré lo posible para ayudarlos — dice el y no puedo evitar sonreír.

—Gracias — le agradezco.

—¿Cuando será la coronación de tu hermano? — me pregunta el.

—Solo se que será dentro de unos meses porque el todavía no está preparado y lo entiendo porque es un peso muy grande — lo miró y el asiente con la cabeza.

— Es un peso muy grande — dice el.

— Estoy confiando en ti — lo apunto con mi dedo índice — Porque esto no se lo contaría a nadie.

—Claro, no se lo diré a nadie — me dice el.

El carruaje se detiene y Petrov se baja para enseguida volver.

— Hemos llegado, señorita Irina.

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