Capítulo 42

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Semanas después.

—Arriba Irina — dice una voz. Es Alena.

Al abrir mis ojos veo que esta parada frente a mi cama.

Tomo asiento en la cama.

—Es el día — sonrió mirándola.

—Si cariño, es el día — dice Alena también con una sonrisa.

Me pongo de pie y me posiciono junto a ella.

—¿Y Lev? — pregunto mirándola.

—El está muy nervioso— me sonríe— Camina de un lado para otro.

No puedo evitar soltar una risa por ese comentario.

—Tienes que prepárate — dice ella.

—Si— respondo para enseguida ponerme de pie y salir junto a ella del cuarto.

Me detengo en medio del pasillo.

—Alena— pronunció a lo que ella me mira —Necesito ver a Lev.

—Está bien, pero solo un momento — dice ella —Te espero aquí.

Camino hacia la puerta que se encuentra un poco más adelante, enseguida la abro.

Al abrirla lo veo sentado en la cama mirando sus manos.

—¿Tienes miedo, Lev?— pregunto desde la puerta.

—Para nada — responde rápidamente para enseguida ponerse de pie.

—Yo solo un poco — respondo con una risa nerviosa.

—Solo hay que ser adelante, no estamos cometiendo un error, es un sueño — el me mira a los ojos.

— Lo se. Te veo en la boda — digo sonriendo para enseguida salir de su cuarto.

Al salir esta Alena esperándome.

—Vamos— ella apoya una mano en mi espalda para guiarme hacia el salón.

Caminamos varios pasillos hasta llegar al salón donde por semanas estuve probándome mi vestido.

Al entrar está Anya y Angéle.

Selene y Maurice ya se marcharon a su hogar en Francia dejándonos con un gran vacío porque ellos ya eran parte de la familia. En cambio Angéle a podido superar de a poco la muerte de Fredek.

—Hola chicas — sonrió al verlas.

—Es tu día — me sonríe Angéle encogiéndose de hombros.

— Te veras hermosa — dice Anya.

—Gracias por estar para mi chicas — me acerco a ellas y tomó sus manos —Son un gran apoyo, no se que haría si ustedes no estarían.

—Somos tus amigas... siempre estaremos para ti — dice Anya.

Enseguida suelto su mano para ir al pedestal para poder arreglarme.

Alena me ayuda a subir al pedestal.

—Aquí está tú vestido — lo trae Angéle. No me canso de observar mi hermoso vestido.

—Me encanta, siempre me encantará —sonrió al verlo.

—Tienes que ponértelo — dice Alena entregándome el vestido.

Me quito el vestido para entregárselo a Alena y ponerme el de mi boda.

Me acerco al espejo y no puedo evitar mirarme, no puedo creer que esté pasando. Por fin me casaré .

—Irina, ven, arreglaremos tu cabello — me llama Anya.

Camino hacia ella para enseguida tomar haciendo y dejar que ellas lo arreglen. El que arreglen mi cabello dura una media hora.

Cuando terminan me acerco al espejo y observo mi cabello, se ve magnifico con las rosas que están enredadas entre mi cabello.

—Me hacen ver...— trato de decir.

—¿Hermosa? — pregunta Angéle a lo que asiento con la cabeza —Eres hermosa, no hicimos nada.

—Gracias — les sonrió.

—Es la hora Cariño — dice Alena.

Todo mi cuerpo tiembla por lo nerviosa que estoy.

—Si— respondo.

Ella salen de la habitación para posicionarse en el salón junto a las otras personas.

Me observo por última vez al espejo para enseguida soltar un suspiro.

Salgo del cuarto hacia la puerta del salón que está cerrada. Al llegar empieza a soñar una música de boda, la puerta se abre y toda la gente me observa, pero al único que puedo observar en este momento es a Lev. Se ve tan lindo.

Camino lentamente por el pasillo al compás de la música. Al llegar adelante no puedo evitar sonreírle y el tampoco a mi.

—Estamos aquí para juntar a dos personas que al final harán una sola —habla el sacerdote — Irina Ivanock y Lev Ivanock. Dos personas que nunca imaginaron estar juntar, sus vidas no los acompañan, pero supieron como encontrase. Irina Ivanock aceptas a Lev como tú esposo, en la salud, en la enfermedad, en los problemas y en la felicidad por toda tu vida.

—Aceptó — respondo mirando a el padre para enseguida mirar a Lev con una sonrisa.

—Lev Ivanock acepta a Irina como tú esposa, en la salud, en la enfermedad, en los problemas y en la felicidad por toda tu vida.

—Aceptó — sonríe Lev mirándome.

—Por el poder que me concede la iglesia católica los concedo marido y mujer — dice el sacerdote.

Lev se acerca y besa suavemente mis labios.

Cuando nos separamos la gente comienza aplaudir. Al caminar por el pasillo de la mano caen pétalos de rosas blancas.

Nunca creí que fuera tan Perfecto.

Salemos del gran salón hacia otro cuarto grande donde se realizará la fiesta.

Al entrar la gente nos sonríe.

—¿Quieres bailar? — me pregunta Lev ofreciéndome su mano.

—Claro— la tomó para enseguida caminar hacia la pista de baile.

El posiciona su mano en mi cintura y yo en su hombro. La música es lenta y solo los dos estamos en la pista.

—Sabes.... nunca pensé que me casaría contigo — digo mirándolo a los ojos mientras bailamos lentamente — Solo te veía como mi medio hermano con el cual solo teníamos en común hacer feliz a Fredek.

—Te veía correr cuando pequeña y odiaba que tú fueras la hija perfecta del rey mientras me hacían pedazos diciendo que era el bastardo del rey — dice él.

—Eres más que el hijo bastardo del rey. Eres solo su hijo al igual que yo y Fredek — sonrió.

La música empieza a caminar a algo más movedizo.

Lev me hace girar y yo solo sonrió.

Realeza prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora