Capítulo 3

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—Pase.

La puerta se abre y entra Alena.

—Hola —la saludo.

—Hola cariño —me sonríe—. Venía a decirte que han traído unos nuevos vestidos, están en mi cuarto, si quieres puedes ir a vestirte junto a mí.

Alena se ha convertido como en una amiga, porque desde que murió mi madre ha estado para mí, aunque haya ocurrido eso en el pasado.

—Claro —digo a lo que ella estira su brazo y yo enrollo el mío para enseguida caminar.

—¿Cómo se ha comportado Lev? —pregunta mientras caminamos.

—Es un buen hermano, pero me preocupa en los asuntos que se mete —digo refiriéndome a lo de él y la chica.

—Cuánto más crece se me hace más difícil controlarlo —me cuenta ella.

—Se que tendré que casarme pronto, pero no hay nadie que ocupe mi corazón y temo que padre me case con alguien con quien mi corazón no corresponda —suelto un suspiro.

—Irina, cuando tu padre vio a Fredek y Angéle juntos cuando jugaban, sabia que tenían una conexión. Su padre nunca los casaría con alguien que ustedes no quisieran —me dice algo que yo no sabía—. Algún día encontrarás a alguien que ocupe tu corazón y te haga sentir lo que nunca has sentido alguna vez.

—Gracias por tus consejos Alena, a veces necesito a alguien que me diga cosas así.

—Siempre que necesites algo, estaré para ti —dice a lo que enseguida abre la puerta de su cuarto y está lleno de vestidos junto a las chicas que nos ayudan.

—¿Qué te ha parecido Angéle? —pregunto mientras me acerco a algunos vestidos y los examino.

—Ha cambiado mucho, está muy guapa y cuando vi que tu hermano se acercó a ella noté que había vuelto esa conexión —me cuenta mientras también observa los vestidos.

—Te observo y noto que estás igual que hace 11 años —digo sentándome en la cama—. Tú cabellera roja larga y ondulada y tus ojos azules. Te envidio, quisiera ser así a tu edad.

—Eres muy linda Irina, y yo creo que a mi edad te verás mucho mejor que yo —me sonríe.

—Gracias.

—Ivankah, retira los vestidos, Irina ya eligió el suyo —le ordena Alena a Ivankah a lo que ella se acerca y retira los tres vestidos y deja el vestido dorado. Era un vestido rojo sin hombros que las mangas salían de más abajo de los hombros y además tenía detalles dorados.

—Ese vestido es muy lindo —dice para enseguida buscar un vestido.

—Creo ese se te vería bien —le señalo uno blanco.

—Sí —dice para tomarlo en sus manos y examinarlo.

—Ivankah, ¿podrías ayudarme con mi cabello? —pregunto a lo que ella asiente y se acerca.

Tomo asiento para luego ella tomar mi cabello y cepillarlo, para luego dejarla suelo y ponerme un adorno en el lado derecho de mi cabeza.

—Gracias —digo mirándola.

—Señorita, quería disculparme por lo que... —me susurra, pero yo la detengo.

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